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Columnistas

La innovación, un imperativo

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez

Lo que no se mide no se puede mejorar sentencia Peter Drucker, Gurú universal de la administración de empresas, los negocios y la innovación.  Entraña su dicho la importancia de la medición, la cual puede aplicarse al rendimiento empresarial, de los países y ecosistemas de innovación, toda vez que igualmente analiza las fortalezas y las oportunidades. De ahí la necesidad de potenciar y explotar en gran manera iniciativas que alienten y además alimenten los procesos innovadores, fundamentales en todo crecimiento económico.

No solo se soporta la innovación en desarrollar nuevos productos, sino en el impulso de nuevos modelos de negocio, el ofrecimiento de nuevos servicios y la mejora de procesos, con el objeto de hacer más fácil la vida de las personas; pero más que ello, procura que dichos adelantos lleguen a quienes más los necesitan.

Todo lo cual requiere valorarla, reconocerla, saber que no es un gasto sino una gran inversión, lo que impone una sociedad sin temor al cambio, abierta a nuevas ideas y desarrollos, a aprovechar las oportunidades que se ofrecen para hacer realidad esa vida mejor, en lo que interesa el fomento a las habilidades científicas, aceptar las nuevas tecnologías y el compromiso de academia, personas, escuelas, universidades, industria y gobiernos.

La innovación no es intangible ni estrictamente teórica, sino real, concreta, impacta nuestras vidas y es además imprescindible para el avance y sostenibilidad de la sociedad, ya que aporta valor añadido, crea riqueza y ofrece empleo calidad estable y digno. Quedarse estático en una sociedad de constantes, evolutivos cambios y permanente evolución traduce regresión. Innovar es una necesidad motora de transformación y crecimiento que junto a la creatividad determina la habilidad de liderazgo más importante. Es igualmente necesario que contenga dos propiedades esenciales, como es que las ideas innovadoras sean apropiadas al contexto; y que las mismas estén implantadas con éxito, de forma que aporten valor respecto de lo anterior.

Siendo concluyente podemos decir sin equivoco alguno, que el reto de la innovación es inmensamente grande, requiere un trabajo articulado al máximo entre el sector privado, el sector público y la academia para fortalecer, primeramente, el sistema educativo como promotor clave del desarrollo de la I+D, y por otro lado, la empresa, enfocados en un motor productivo con mayor grado de diversificación. saulherrera.h@gmail.com *Especializado en Gestión Pública.

 

 

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