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Columnistas

Año nuevo, elecciones nuevas

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Comienza un nuevo año, y con él nuevos retos, deseos y propósitos para cumplir.
Seguramente se nos viene a la cabeza eso de encontrar una linda pareja -si no la tenemos-, obtener nuevas y mejores oportunidades laborales y hasta establecemos propósitos materiales como comprarnos un auto o realizar ese viaje soñado; es probable que nos imaginemos siendo mejores personas y corrigiendo aquellos actos que aprendimos a entender como dañosos para nosotros mismos y para los demás. Pero más allá de todo ese trabajo interno o externo, espiritual o mundano que desees transitar, vengo a recordarte amigo lector que el 2022 es un año muy especial, es un año electoral.

Si, tenemos una misión muy importante, de aquellas que marcan nuestro futuro, desde hoy levantémonos recordando que en el 2022 debemos salir a votar, votar bien, votar por un gobierno representativo, que trabaje sin descanso en eliminar esa brecha que nos divide políticamente hace varios años -creando una real lucha de poderes que no deja avanzar a ninguno de los contendientes- y por sobre todas las cosas, te invito a darle las riendas de nuestro pueblo a quien pueda alejarnos de ese neofascismo colombiano que agota, envenena y confunde a propios y extraños, a partidarios y opositores, ese que ha causado en el último tiempo una desconexión evidente entre la sociedad y el gobierno y lo que es peor, entre nosotros mismos, desterremos esas visiones políticamente impuestas de “colombianos de bien” y “colombianos vándalos” cuando realmente somos el resultado de un mestizaje no solo racial sino sociocultural, acá no hay unos y otros, nadie es más valioso y ninguno se merece la desprotección estatal.

Esas visiones demagógicas políticamente impuestas y convenientemente populistas me remontan a aquellos totalitarismos -de derecha o izquierda- cuya cultura fascista generaba precisamente etiquetamientos, odios, venganzas convertidas en proyectos políticos, y en términos generales, total desconexión con los principios y garantías individuales que comporta un Estado de Derecho.

El fascismo en todos los tiempos significa corrupción y muerte, despotismo disfrazado de nacionalismo y convierte hasta al más pensante en un alienado que repite lo que le sirve y sostiene un pensamiento que no le pertenece, con la férrea convicción de estar luchando en pro de lo que considera el bienestar general.
Hoy no tenemos que recurrir a los libros de historia para escuchar frases repetidas con palabras tan fuertes como “libertad” “seguridad” “orden” “paz” “terrorismo” utilizadas desde una ideología deformista que encierra intereses conocidos por todos y que distan del bienestar social que propugnan.

Salir a votar significa darle una oportunidad a una Colombia que no enfrenta a Chávez, a Maduro, Trump o Bolsonaro, sino al desempleo y a la miseria que entre la pandemia y la injusticia social nos está consumiendo. Nuestro país hoy no requiere una inversión militar para luchar contra el poderío de las farc o del paramilitarismo porque ya no existe tal poder, y la propuesta típica de luchar contra flagelo de la comercialización de drogas va quedando en desuso con la tendencia mundial hacia la legalización de estas sustancias; De manera que podemos pensar distinto esta vez, sin aquellos miedos vendidos por décadas.

Pensemos seriamente en construir el país que necesitamos a partir de la escogencia de personas que realmente se encuentren interesadas en brindarle a toda la sociedad colombiana aquello que necesita, de un país sin estallidos sociales de inconformismo que, en el fondo, es producto de nuestro poco interés de tomarnos la política en serio.

Vote por quien usted quiera votar, pero hágalo con criterio y absoluta responsabilidad colectiva, protejamos lo importante, cuidemos nuestros lideres, encontremos y judicialicemos a quienes hace años los desaparecen, pongamos en la agenda todo tema sin temor a perder el empleo o la vida, reiniciemos políticamente este país con personas listas para legislar y gobernarnos.

Repasemos las palabras del historiador estadounidense Howard Zinn (Mayo de 1970): “tú dices que el problema es la desobediencia civil, pero ese no es nuestro problema: nuestro problema es la obediencia civil, el número de personas a través del mundo que han obedecido los dictados de los lideres […] millones han muerto por esa obediencia. Nuestro problema es que la gente es obediente frente a la pobreza, la hambruna y la estupidez, la guerra y la crueldad… ese es nuestro problema”.

Este 2022 es un año electoral, y eso significa que tenemos una nueva esperanza, la que nos brinda la democracia, la que la Constitución dejó en nuestras manos para que la política estas elecciones se encuentre marcada por propuestas que contengan realidad social y que sus electores salgamos a votar entendiendo la importancia de esta vez, escoger bien.