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Columnistas

Mujeres y política

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

 

Muchas de las certezas que nos ha proporcionado esta triple emergencia sanitaria, económica y social, es que la mujer, bastión de hogar, ha sabido soportar la crisis en lo sanitario con notable diligencia, administrado lo económico con mucho rigor y cautela; y lo social, desde la solidaridad. Manejos todos que servirán a futuro de modelos valioso a ser emulados en beneficio comunitario. No es ello casualidad, sino manejos estratégicos utilizados para frenar el impacto en todas sus variables, procurar las mejores vías con extraordinaria visión, lo mismo que conseguido materializar la recurrida nueva normalidad, en el convencimiento, como lo muestran muchos resultados, aplicaron la máxima que reza que una victoria no es definitiva hasta que el enemigo se declara vencido y que todo lo demás son vaguedades.

Da pie lo cual para que el papel de la mujer, nada superfluo ni inútil, sea tenido en cuenta para los gajes de la política, lo que debería revisarse a fondo y con mucho juicio. Las mujeres se empoderan mejor de las situaciones todas por difíciles que las mismas sean, esgrimen en ello con solidez el aval del sentido común, entereza y empatía. No les falla el coraje, como sí a muchos hombres y dirigentes; razón por la que augure de ellas posiciones enhiestas en defensa de los intereses superiores de la comunidad. Estamos a tiempo de remediar las cosas con más mujeres en el noble ejercicio de la política, lo que por el momento es solo deseable, pero que aspiramos y esperamos sea pronto una realidad.

Las mujeres no pueden seguir quedando atrás, ello impacta la desaceleración del crecimiento económico, el avance de sus derechos y el desarrollo de las naciones. Los guarismos señalan que más de mil millones de mujeres no son capaces de alcanzar todo su potencial económico, debido a barreras como el acceso desigual a las oportunidades y al crédito, falta de educación y formación, apoyo de sus comunidades y gobiernos para entrar en la fuerza laboral y la economía, lo que debería determinar promover a las mujeres como motores del crecimiento inclusivo de sus terruños, lo que debe ser además un compromiso con sus derechos económicos; especialmente por cuanto estamos en un punto histórico en donde todas las sociedades del mundo reclaman cambios a modelos y estructuras que no funcionan, y no puede darse el lujo ningún pueblo de desechar el potencial que encarna y entraña la mujer, en la verdad que ello hará posible una mejora significativa en las condiciones de vida de la población mundial.

 

El aporte de las mujeres a esta realidad será mayor y brindará mayores elementos de bienestar. Implantar e implementar lo cual, demostrará con creces importantes avances en materia de reducción de desempleo, pobreza y un subconjunto considerable de resultados positivos en materia distributiva, respecto del incremento en los ingresos laborales y el aumento del gasto e inversión en políticas de protección social, que se evidenciarán en las transferencias públicas hacia los sectores más vulnerables; transferencias que apuntan a la disminución de los riesgos de la población y tienen un peso significativo en los hogares menos afortunados. Y si bien la realidad es que no hay recetas mágicas en políticas públicas; y a pesar de que las transferencias condicionadas demuestran ser una efectiva herramienta para evitar un aumento de la pobreza y hacer frente a la crisis, importante y urgente es insertarlas con prontitud en programas amplios y comprensivos cuyo objetivo sea reducir la inequidad que persiste perniciosamente y están demasiado presentes cuando de igualdad de género se trata.