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Columnistas

¡Una Santa Marta que se resigna a la Caverna!

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Por: Jesús Pomares Vanegas

Entre los vientos alisios que confluyen desde la Sierra Nevada y el Mar Caribe, nos ubicamos en la Perla de América, una perla que pierde su brillo y esencia con el devenir de la violencia que cada día agita a la capital Magdalenense. La intranquilidad quita la paz de sus habitantes y turistas que solo buscan perderse entre los cristalinos mares y altas montaña, lugares de grandes confluencias visitados en grandes correrías.

Desarraigo, violencias, injusticias, inequidades, inseguridades se han ordenado en los imaginarios de las personas de a pie, del vendedor de chance, de los oprimidos, los habitantes de calles, los informales, y aun los que quizá tienen un sustento más estable. Es Santa Marta una cueva, una Caverna, rodeada de bellas montañas, de gente amable y solidaria en donde quizá se ha despertado un poco, y se ha tenido la intensión de salir de esos espacios que parece han sido creados de manera sistemática con el fin de seguir en las mismas sombras de ignominia, y miseria, es un eterno presente de pobreza y abandono, en el que por estos días los barrios pobres se visten de opulencia, visitas, suvenires, reuniones, lo mismo de lo mismo. Es el gran discurso que se hace al encuentro con lo que la gente quiere y anhela, con lo que el desesperado quiere escuchar, el necesitado tiene sed, pero de justicia, y por estos días los expertos con la palabra embaucan incluso con su verborrea llena de expresiones sin sentido que para muchos pueden sonar elocuentes.

Los cerros, los suburbios, los estratos golpeados aún tienen esperanza, quizá es una manera utópica de pensar que sus realidades pueden cambiar, quizá la única manera de hacerlo es justamente salir de esa caverna que no es más que el estar sujetos y atados a las voces que quizá representan superioridades, voces que subyugan, que reparten panes y distraen con circos.

La caverna es también cuando llegamos a los semáforos y vemos a las juventudes y a nuestros niños con paños en las manos listos para ver cuál es el vidrio que quizá baja y lanza una moneda para el pan, las sopas o para las drogas. La caverna es la que están los dirigentes también y no permiten o quieren que los ciudadanos vean la luz, una luz que podría ser entonces la educación como arma y camino para vencer los miedos y la pobreza existente en tantos lugares de la Perla de América, que descubierta hace casi 500 años, es como si hubiese quedado impávida en una Colonialidad del poder y del saber.

Es, por tanto, este pequeño resumen quizá basado en una alegoría, que se vuelve vida y realidad en nuestras tierras tan enriquecidas y a la vez tan pobres por la falta de visión  que representa lo más profundo de nuestra experiencia en el mundo de la vida, un mundo de correlación con los demás, de divisiones, pensamientos, diversidades, mundos otros en el que se pierden las voces y a la vez se alzan buscando su liberación y ascenso hacia la justicia, las oportunidades, y la verdad.