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Estas serían las zonas rurales de Santa Marta con mayor riesgo de combate entre grupos armados

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En medio de la incertidumbre que envuelve en estos momentos al Magdalena, por el desplazamiento de más de 600 personas de la zona rural de Ciénaga por los enfrentamientos entre grupos armados (Autodefensas Conquistadoras de la Sierra y el Clan del Golfo), los expertos en violencia encienden las alarmas debido a que la situación podría empezar a vivirse también en territorio de Santa Marta, reviviendo así la cruda época de violencia que se tomó la Sierra Nevada hace 20 años.

Hoy, el antropólogo y defensor de Derechos Humanos, Lerber Dimas Vásquez, en conversación con OPINIÓN CARIBE, explica que lo que ocurre actualmente en el departamento corresponde a la misma metodología utilizada a finales del 2001 y comienzos del 2002 por los entonces jefes paramilitares Hernán Giraldo y Jorge 40, con sus respectivas organizaciones armadas al margen de la Ley.

“Si hay una cosa que se ha puesto en la discusión en el concepto de ‘neoparamilitar’, que es la emergencia de un nuevo grupo, ‘nuevos paramilitares’ dichos de una forma más moderna. Y aquí yo si tengo varios rechazos porque no se trata de neoparamiltares, de hecho, lo que nos está mostrando el territorio es que básicamente son los mismos, aunque hay personas nuevas, pero el accionar o quienes dirigen son los mismos”, afirma.

Lo anterior, permite, por ejemplo, ser predecible en estos casos, asegura, haciendo referencia a la época en la cual se vivió el combate en Palmor, pues fue algo que ya había ocurrido hace unos años. “Advertimos que, evidentemente, se iba a trasladar hacia otras zonas de la Sierra Nevada, como en efecto ocurrió en la vereda La Secreta”, añade.

“La estrategia de posicionamiento del Clan del Golfo fue meter gente por Siberia, por Minca, por La Guajira y, a partir de ese momento, generar espacios circulares e ir cerrando los círculos en el terreno. La estrategia del Clan del Golfo este 2022, es meter gente por La Guajira y por Siberia, no han podido por Minca, porque ahí están posesionado los del otro grupo armado, pero el objetivo es sumar gente y nuevamente ir cerrando círculos hasta apretarlos y dejarlos en el medio”, manifiesta.

Así mismo, explica el antropólogo, existe otros lugares con riesgo de combates, teniendo en cuenta que el objetivo de los insurgentes no es meterse a las ciudades, sino las montañas, pues es allí en donde tienen una “tranquilidad relativa” para explorar y dar manejo a otras zonas, convirtiéndose así en un sector de retaguardia.

En zona perteneciente a Santa Marta, asegura, estarían en riesgo sectores como la parte de Bonda que conecta con Minca, así como la parte que de Minca conduce a Los Moros, de Guachaca a la parte alta, El Boquerón, de Perico Aguao a la Frijolera, entre otros, es decir, zonas susceptibles en las cuales, al momento de explotar de una guerra, provocará la salida de las personas que claramente conocen el accionar de los grupos paramilitares y saben del daño colateral cada vez que ocurre algún tipo de incursión.

¿Qué está pasando en la Sierra Nevada de Santa Marta?

Dimas Vásquez es claro en afirmar que el conflicto gira en torno a dos actores antagónicos: Las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra y el Clan del Golfo, dos grupos que necesitan disputarse un control de movilidad y un territorio, tal como ocurrió en la década de los 2000.

“Básicamente lo que ocurrió en el 2001, con Hernán Giraldo y Jorge 40, la única diferencia es que han pasado 20 años, pero la estrategia es la misma, apoderarse de las rentas ilícitas, del territorio, de las rutas del narcotráfico y por supuesto, tener en el territorio un control de movilidad que les permita refugiarse y blindarse en caso de alguna ofensiva militar”, afirma.

Antes, asegura, existía una especie de temor también por la presencia de las guerrillas de las FARC o las del ELN, pero, al día de hoy, dicho recelo ya no existe, de modo que es más fácil controlar una zona y, a partir de eso, desarrollar una estrategia de militarización hacia otras regiones.