ARIEL QUIROGA & ABOGADOS

En nuestros días la corrección política se ha convertido en una mordaza que despoja de efectividad a los verdaderos movimientos de cambio, y ello implica que el silencio diplomático, se convierta en el cómplice de aquellos que sin tapujos ni rubor imponen su voluntad contra quienes con mejores intenciones, se preguntan una y otra vez, si lo que se debe hacer se percibe como correcto o no.
En ese grupo de buenos, pero temerosos no quiero entrar, y por ello es mi obligación manifestar lo obvio, la dictadura de Nicolás Maduro no caerá con marchas, sanciones, bloqueos diplomáticos y económicos, con circulares rojas de la Interpol ni órdenes de captura de jueces en New York o el sur de la Florida, a ese tirano se le derrota como se le derrota a los tiranos, por el poder de la fuerza, algo parecido a lo ocurrido con Mussolini.
Con el régimen de Maduro se demostró que no es suficiente sancionar económicamente a las empresas estatales venezolanas, a los funcionarios y sus familias, tampoco no sirve ganar las elecciones porque el que escruta es el que gana, y el que escruta es un Consejo Nacional Electoral que es una oficina más de Miraflores, no importa salir a marchar por semanas, porque está confirmado que el régimen tiene aliento para sofocar esas marchas días tras día.
Lo único que le queda a un pueblo sin libertad y con la dignidad pisoteada, es revelarse por medio de la fuerza, y luchar palmo a palmo por los derechos que les robaron. Es precisamente cuando la esperanza muere y se está contra la pared, que el ser humano saca fuerzas impensables y contra su propia seguridad, se expone para obtener algo más grande que la misma e individual existencia, esto es, la garantía de una vida mejor para las generaciones futuras, para los hijos, para los nietos.
En nuestros días la corrección política de los buenos se ha convertido en el tablero de operaciones de los malos, por eso los antidemócratas son más efectivos, mientras los que nos tildamos de demócratas, pasamos lentamente a ocupar el reglón de las quejumbrosas y eternas víctimas.
Aparte de que levantándose el pueblo venezolano garantizará su propio por venir, también será un faro de luz para las democracias en la región, pues uno de los aspectos más complejos, es que en nuestro vecindario se naturalice de una vez por todas una dictadura al estilo cubano, toda vez, que ese ejemplo tentador de poder absoluto es sumamente peligroso por el talante de nuestros actuales líderes en el gobierno, que ya sabemos, movidos por su fanatismo político nos pueden llevar en dos años a ser una segunda Venezuela. Aunque también es conocido que con el pueblo colombiano las cuentas son a otro precio.
En últimas, la democracia y las libertades individuales que ellas traen consigo, no siempre se defienden con foros, caminatas y velatones, sino con un sacrificio máximo.
Como nota marginal, reprocho abiertamente el apoyo irrestricto que nuestro reyezuelo derrocado (Carlos Caicedo Omar) da al tirano Maduro, pues debo reconocer, que no esperaba tal bajeza moral de su parte, pero ya está claro que para ese señor y algunos de sus eunucos, los perversos son los héroes y los héroes son a los que hay que amordazar por gritar en un auditorio…
