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Columnistas

La sociedad civil

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Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza

La sociedad civil, de suma importancia en las democracias, es el conjunto de los ciudadanos de una sociedad considerados desde el punto de vista de sus relaciones y actividades privadas, con independencia del ámbito estatal. Jurídica y políticamente, es una parte de la sociedad o de la ciudadanía, organizada, con objetivos comunes, cuya finalidad es elevar demandas a la esfera pública y, eventualmente, al Estado, con la finalidad de influir en la sociedad a través de cambios realizados por la vía institucional.

Nos enseña la historia que muchas veces cuando los mandatarios con ínfulas dictatoriales se sienten acorralados, sus acciones, procederes y respuestas son de suyo impredecibles, lo que a ojo de estudios especializados resulta fascinante a la vez que preocupante, dado que en su desesperación pretenden controlar a todas las organizaciones de la sociedad civil que no coincidan con su forma de gobernar y de querer quedarse por siempre ejerciendo el poder; razón por la que no les merece ninguna consideración que estas instancias ciudadanas atienden, trabajan, investigan o ayuden en temas de transparencia, combate a la corrupción, apoyos en salud, educación y otros quehaceres humanitarios.

Consideran objetivo diezmar cuando no desmantelar cualquier forma de presencia de la sociedad civil organizada que se atreva a no estar de acuerdo con sus dictados, lo que es una vergüenza al ser muestra de un absurdo totalitarismo que aparece hoy en países antes democráticos, para desgracia de sus pobladores, toda vez que todo lo ideologizan, niegan pluralidad y los distintos puntos de vista, así como limitan o hacen inexistentes las libertades.

Desean partidos únicos, pensamientos únicos, muna sociedad civil mansa que obedezca a un supuesto o autodenominado líder que se cree poseedor de la verdad absoluta, de la verdad revelada. Es lo que viviendo están muchos de nuestros hermanos en Cuba, Nicaragua y Venezuela, ante la impotencia de sus habitantes, lo que debemos evitar vivir nosotros, de seguir descuidándonos como lo estamos haciendo, lo que es a todas luces injustificables y deshonroso.

No podemos dejar nos acallen ni que se socaven nuestros espacios cívicos y democráticos, que se atente contra las organizaciones civiles, especialmente aquellas que abiertamente vienen denunciado los malos manejos administrativos públicos a todo nivel, en todo sentido, momento, y, en cambio, sí, protegernos y defender como ciudadanos nuestras ideas, lo que impone trabajar y participar mancomunadamente por la prevalencia de nuestros derechos humanos y libertades que ayudan en nuestra democrática reafirmación y voluntad ciudadana.