Columnistas
Una superior ciudad
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Nuestra realidad distrital de cara al porvenir debería ser la que bien y mejor pueda indicar este nuevo gobierno en el que estamos, período en el que es imperativo, luego de uno y más atropellos, incertidumbres, desaciertos y calamidades, renovar sus valores cívicos, hacerlos valer y defendernos de tentaciones de autoritarismo; de expresiones de corrupción, cualesquiera que sean, que nos afectan de muchas maneras; de la violencia generada por grupos de distinta naturaleza, origen metas, objetivos y propósitos, así como por una criminalidad organizada que pareciera estar protegido por la autoridad del averno: por lo que interesa, a la par que importa sobremanera para nuestra ciudad, repito, luego de tres cuatrienios nefastos que nunca más deben repetirse, iniciar en serio la institucionalización de una nueva y equilibrada realidad en todos los sentidos y en los más de los aspectos y consideraciones a que haya lugar.
Los samarios como sociedad debemos decidir de una vez por todas, ser actores fundamentales en los cambios y en las positivas transformaciones de lo público que merecen ser, así como en la capacidad ciudadana de reaccionar políticamente, lo mismo que superarnos en válidas manifestaciones desde el recurso de las expresiones respecto de las inquietudes sociales que menester sean, a efecto de prevalecer sobre cualquier consideración que tenga que ver con el marginalismo social.
Importan aproximaciones, acercamientos, escuchas, con el fin de llegar a acuerdos donde el poder y la sociedad resuelvan la problemática que nos tiene con una frágil economía y con asignaturas más que pendientes en salud, educación, medio ambiente, transparencia, rendición de cuentas, productividad, empleo o, trabajo, progreso, desarrollo, crecimiento, avances, bienestar, infraestructura, servicios públicos e integral prosperidad, entre otras; en la verdad que necesitamos una nueva sociedad en la que se logre instaurar una nueva relación con el poder.
Requerimos ser gobernados de manera atenta con altura de metas, con horizontes ciertos, con demostrado interés comunitario, con liderazgo, bien representados, en la búsqueda y procura que repercutamos en lo político, económico y en lo social; más hoy que vivimos una época de globalización creciente, que obliga actuar con singular limpieza en procesos de pertinencia y certidumbre; y en la verdad verdadera que como ciudadanos no podemos dejarnos abrumar por nada que sea contrario al buen gobierno, toda vez que somos mucho más que todo, por cuanto representamos la esencia de la democracia, y censores siempre debemos ser de lo tiránico, la corrupción, la tiranía y lo demagógico, de lo que debemos empoderarnos, para así contribuir a vencer los obstáculos, corregir las irregularidades, derrotar la impunidad.
Demostrar que sí se pueden cambiar las cosas. Que hay modos ciertos de gestionar y hacer ciudad, mirar al porvenir futuro con esperanza y reconstruir ciudadanía. Hacer ciudad para todos. Pensarla con sus necesidades, bajo puntos de vista ciertos y con miradas que importan para repensarla y concebirla en común. Acercar la institución a los ciudadanos y ponerla a su servicio. Dar respuesta a los problemas y anticipar las soluciones.
Solo desde una visión colaborativa, de apoyo mutuo, podemos seguir venciendo esa disgregación social a la que nos empujan las circunstancias de una economía malentendida. Abrir cauces, para que funcionarios, técnicos y quienes ejercen la función pública pongan saberes y recursos al servicio de una ciudadanía que cada vez más participativa y activa, asuma las riendas de dirigir sus vidas y se corresponsabilice en el devenir de los intereses públicos.
Requerimos un Gobierno que sea la viva expresión de una ciudadanía organizada, de una ciudadanía protagonista que ayude a empujar la acción política de este gobierno, para que lo previsto se lleve a su plena efectividad. Mirarnos y descubrirnos cada día mejor, ser una ciudad moderna, con una juventud cosmopolita, una ciudad activa, amable, cuidadora, al servicio de la comunidad. Rica por sus gentes con nobleza de corazón, hospitalidad y ser objeto de permanente reactualización en ese esfuerzo que nos conciernen a todos, en cuantos seres humanos, en ruta a contribuir a conformar una ciudadanía que recupere los valores de dignidad, por lo que necesitamos trabajar lo mejor de nosotros, nuestra mutua interdependencia, empatía y cuidado, toda vez que así es como entre todos hacemos ciudad día tras día.