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Columnistas

Pobreza y desigualdad en Colombia

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Por: Francisco Barbosa Delgado

Ex fiscal general de la Nación de Colombia 2020-24

 

En igual sentido, debe fortalecerse el proceso de descentralización, suprimiendo competencias del poder central que han venido siendo herramientas para paralizar la inversión pública e impedir el normal funcionamiento de las grandes obras de infraestructura.

El reciente informe del Banco Mundial “Caminos para salir de la policrisis” plantea varias discusiones sobre la lucha contra la desigualdad en el mundo. El análisis es interesante porque se estudia el ingreso y el consumo de 167 países. Una de las principales es la evaluación de la desigualdad a través del índice GINI, que se expresa entre 0 y 100 puntos, siendo que el punto más cerca de 0 es el menos desigual y el más cerca de 100 el más desigual.

Entre los 51 países más desiguales, 16 son de América Latina. El coeficiente GINI de Colombia es de 54,8 puntos. En síntesis, a nuestro país le va mal. En el reporte se establece que es fundamental para superar la desigualdad; el desarrollo de la infraestructura, invertir en el capital humano, garantizar la seguridad y fomentar la inversión.

La verdad es que en este índice GINI, Colombia no ha mejorado en los últimos años. Algo nos pasa. Sabemos que este gobierno ha agravado la situación, pero entendemos que hay un daño estructural en nuestra sociedad.

Por ello, Colombia a partir del 2026 tiene que recuperar la institucionalidad, garantizando la tridivisión de poderes. Estos ejes fueron recordados por los nuevos premios nobel de economía Daron Acemoglu y James Robinson en su libro “Por qué fracasan los países”. En ese campo debe plantearse la recuperación de la seguridad en los territorios y la seguridad jurídica para garantizar las condiciones para el retorno de la inversión y el turismo al país.

En igual sentido, debe fortalecerse el proceso de descentralización, suprimiendo competencias del poder central que han venido siendo herramientas para paralizar la inversión pública e impedir el normal funcionamiento de las grandes obras de infraestructura.

Esto se constata, entre otros, en los trenes de cercanías en el occidente de la capital y Cundinamarca, en el Valle, en la costa caribe o en el metro de Bogotá. En la costa caribe, el canal del Dique, la doble calzada Barranquilla- Ciénaga y sus dos viaductos son grandes lunares porque no hay voluntad desde Bogotá.

La descentralización debe no solo tener atribuidas las competencias, sino poder gestionar los recursos. La lucha porque departamentos y municipios puedan recibir el 46,5% de los Ingresos Corrientes de la Nación (ICN) para atender necesidades en educación, salud, agua potable y saneamiento básico es esencial. Ojalá la aprobación de un proyecto de reforma del Sistema General de Participaciones (SGP) en el Congreso de la República sea una realidad.

Otro eje central está atado a la realización de inversiones en proyectos de energía para garantizar la sostenibilidad energética. La crisis energética que vive la costa caribe por cuenta de la falta de reglamentación de la CREG (Comisión de regulación de energía y gas) y de la falta de gerencia del gobierno central con los generadores, distribuidores y comercializadores de energía en 6 departamentos son indicadores de la falta de gerencia pública. Nos habla el contralor general de la República, Carlos Hernán Rodríguez, de un posible racionamiento de energía en el 2025 para 10 millones de colombianos.

Por último, el país no puede abandonar su producción de carbón, petróleo y gas. Satanizar los sectores es un error que fomenta la pobreza.

En fin, mientras el mundo habla de inteligencia artificial, innovación, creatividad y avances, el discurso de Petro nos lleva por el camino de la oscuridad, la torpeza y premodernidad. Colombia no saldrá de la desigualdad, ni podrá ayudarle a la gente a salir de la pobreza, si seguimos eligiendo populistas, radicales y mentirosos.