Columnistas
Vargas Llosa y Gabo: una amistad de grandes y el puñetazo final

Por: Iván David Correa Acosta
A propósito de la muerte del célebre Mario Vargas Llosa, la última gran joya del boom latinoamericano y de los últimos grandes escritores latinoamericanos vivos, hay una anécdota que marca la idiosincrasia de la literatura en medio del Boom, y es la amistad con el Nobel colombiano de Literatura, Gabriel García Márquez y posteriormente el rompimiento de su relación para nunca más volver a hablar de eso. De las amistades más habladas y apreciadas en la literatura mundial fue la de García Márquez y Vargas Llosa, quienes por aproximadamente 10 años fueron vecinos en Barcelona, incluso se habló de hacer una novela juntos, a dos manos, imagínense un producto literario de semejantes literatos, hay que recordar que Gabo es compadre de Vargas Llosa, al ser padrino de uno de sus hijos. Eran amigos entrañables, en un famoso libro que es el de “Cartas del Boom”, se habla de ese gran lazo que comparten ambos, en una carta que Vargas le hace a Carlos Fuentes. La amistad había sobrepasado los pensares políticos, dado que para esos días Vargas Llosa se había desencantado de la izquierda romántica, de ese casi que fetichismo existente en la época por la revolución cubana, del que Gabo aún y hasta su muerte llegó a admirar. Pero de esas amistades, hay solo dos caminos: Seguir hasta el final de los días o acabar de la misma forma en que empezó, de manera entrañable y anecdótica. Y eso pasó en 1976.
Exactamente, lo que sucedió fue por culpa de un chisme y de un comportamiento celoso de Vargas Llosa, como quien dice el peruano “no aguantó juego” y todo se fue al carajo. Todo comenzó ese día del 12 de febrero de 1976, en la Ciudad de México, adonde había llegado el matrimonio Vargas Llosa (Hay que decir que Mario se casó con su prima hermana, Patricia Llosa, así que técnicamente sus hijos se apellidan igual a él) y el matrimonio García Barcha. Plinio Apuleyo Mendoza, amigo personal de Gabo cuenta que todo comenzó cuando los matrimonios se fueron a tomar unas copas en la madrugada del 13 de febrero, Mario se había ido a acostar temprano y Gabo y Mercedes se quedaron con Patricia esa noche. Al día siguiente Patricia se dirigía al aeropuerto y Gabo se ofreció a llevarla, Gabo soltó un chiste un poco suelto que Patricia no entendió bien y a Mario le habían llegado rumores de que Gabo le estaba soltando los perros a su esposa. El mismo Mario al ver a Gabo, luego de llevar a su esposa al aeropuerto le pegó un puño en la cara que Gabo nunca olvidaría y pues… nadie, porque al día siguiente, Gabo tenía un evento en la CDMX y en ese evento aparecería con el ojo morado, una foto que marcó una época y que también marcó el final de una increíble y tal vez única amistad de dos maestros del arte literario. El motivo real nunca se sabrá, porque hay miles de especulaciones sobre la historia, pero en todas se apunta a los celos de Vargas Llosa, a quien siempre se le preguntó la historia y hasta el final de sus días prefirió guardar silencio.
Nota del autor: Sin duda la muerte de Vargas Llosa nos duele a los que aprendimos a leer con él, La Fiesta del Chivo y la Ciudad y los Perros son libros que pienso que todo latinoamericano debería leer, en tiempos de tanta inestabilidad, de polarización y de incertidumbre, son dos joyas históricas que nos abren la mente y el apetito voraz por el mundo y sus formas, por las historias épicas que marcaron nuestro continente en una pluma que se evapora lentamente ahora, en la eternidad.
