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Otros elementos para tener en cuenta. Por Carlos M. Polo

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La línea básica ambiental la componen el agua, aire y suelo. Un cuarto elemento según estudios recientes también se debe tener en cuenta, sin ser natural en su esencia: el fuego. En Santa Marta hemos analizado, estudiado y debatido de manera amplia sobre el agua y su efecto presente y futuro en el desarrollo y supervivencia de la ciudad. Es hora de empezar a tratar los otros componentes ambientales, en procura de su preservación y sostenibilidad.

Respecto al aire, su calidad no solo se mide por la cantidad de material particulado que se trasmite a través de la atmósfera, convirtiéndose luego en elemento invasor en otros lugares diferentes a su núcleo original, afectando la comunidad circundante, sino también por la intensidad de sonidos y ruidos que se trasmiten por el aire impactando momentánea o seguidamente a la población. De igual manera la descomposición de la materia orgánica hace que la sensación olfativa se vea afectada, cuando la operación de disposición de residuos no es efectiva en periodicidad y regularidad.
Vemos que en Santa Marta, actualmente se presentan con mucha más frecuencia las epidemias de gripa y afecciones respiratorias, debido a la baja en nuestras defensas corporales, porque hay un impacto mayor sucesivo en la calidad del aire, ya que lleva en suspensión material micro que afecta el organismo. Los vientos que atraviesan la ciudad de Norte-Este a Sur-Oeste, en su movimiento eólico llevan partículas que al final terminan afectando el normal funcionamiento de nuestros cuerpos. Por otro lado, hay fracciones de la población que se someten a las altas intensidades de sonido para su goce y distracción, sin tener en cuenta que los altos decibeles a largo plazo ocasionan la pérdida de audición.

Así mismo, las factorías y centros industriales que generan ruidos y/o emanan olores nauseabundos, en sus procesos de producción, causan fuertes impactos a los centros urbanos vecinos a sus instalaciones.

Una campaña de medición de calidad del aire en la ciudad de Santa Marta se hace imperiosa y necesaria, ya sea realizada por las autoridades ambientales competentes o por cualquier otra entidad de tipo particular, para conocer la calidad existe de nuestro aire.
Ahora veamos que pasa con el suelo.

No me refiero a la estructura del mismo. No es saber solo de su capacidad portante o de la estructura del material que lo conforma (arena, arcilla, gravas, roca, etc.), sino también de su comportamiento a través del tiempo y de la intervención que se ha hecho por parte de los asentamientos formales e informales, en las diferentes zonas que conforman el suelo en la ciudad de Santa Marta. La ciudad en su desarrollo urbano, ha despojado mucha capa vegetal que originalmente preservaba al suelo y a la vez permitía la filtración de aguas lluvias, en sus ocurrencias en la ciudad. Hoy el alto índice de construcción y pavimentación, ha disminuido la posibilidad de la filtración al subsuelo de las aguas lluvias (Recordemos el caso de La Lata 2010-2011).

A pesar que en los últimos años hemos padecido por la falta de lluvias, los cerros y suelos de Santa Marta, se han afectado por la pérdida de capa vegetal, sin tener una erosión severa. Sin embargo, cuando se presenta un aguacero de intensidad mediana, vemos como hay arrastre hasta las partes bajas de la ciudad acumulándose volúmenes de tierra, sedimento, piedras y en veces rocas de tamaño considerable, como lo ocurrido el último 24 de julio en el sector de María Eugenia, en la parte sur de la ciudad. Esto es un aviso de la estabilidad del suelo en la ciudad, especialmente en los cerros, donde las personas necesitadas de un pedazo de suelo para erigir su nicho o albergue familiar, no miden consecuencias para ocupar el espacio, viéndose luego afectadas por la misma naturaleza, en su normal comportamiento.

Los suelos de la ciudad merecen un análisis en su estabilidad y conformación. Así como el agua hoy nos falta por la imprevisión, así también el suelo nos puede pasar cuenta de cobro. Al Dadma y en lo que concierne a Corpamag, hay que recordarle que la gestión pública no solo es aplicar lo establecido legalmente, sino también la verificación y estado de los elementos que conforman la línea base ambiental de los entornos que son de su competencia. Es más efectivo y menos oneroso prevenir y cuidar, que salir a declarar emergencias y conseguir recursos en un gobierno que según el Ministro de Hacienda, no dispone y menos cuando se trata de la ciudad que da la apariencia, le importa un bledo.
El aire y el suelo son también elementos que debemos cuidar para aspirar a tener un espacio sostenible para los que vienen.