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Columnistas

El letal conformismo

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Por Rubén Darío Ceballos

Repite Camilo Cruz, con insistencia manifiesta, luego de equiparar mediocridad y conformismo, lo cual es peor, de lejos, al fracaso total, porque este, el fracaso total, te obliga a evaluar otras alternativas. Nos indica la necesidad de nunca conformarnos, sino que, en oposición, propugnemos por no perpetuarlo entre nosotros, samarios y magdalenenses, ya que ello no es más que la actitud de la persona que acepta fácilmente cualquier circunstancia pública o privada, en especial cuando es adversa o injusta.

Es igual a la actitud de aquellas personas que aceptan sumisamente y con resignación cualquier circunstancia injusta o adversa. Y si bien estar conforme es una calificación positiva que implica estar de acuerdo con lo que sucede; el conformismo es una actitud de aceptación de los acontecimientos cotidianos, independiente de sus cualidades positivas o negativas, sin ánimo de lucha, que lo que pareciera estar pasándonos, al aceptar como normal y positivo todas la anomalías, desatinos, despropósitos y muchos desafueros que se suceden día tras día y cada vez de manera más frecuente en nuestras municipalidades, ciudad capital y departamento entero.

Es el conformismo, como lo anotan connotados investigadores, una letal práctica humana propia de quienes se adaptan con facilidad al fracaso de las personas conformistas, quienes tienen características comunes como la auto-justificación, la consabida mediocridad, la ausencia total de espíritu de lucha y por ende, de sentido de pertenencia, en el entendido cierto por demás, que el conformista no piensa en mejorar o cambiar su situación aunque lo necesite, situación que a decir de la psicología, tiene su causa, la mayoría de las veces, en la idiosincrasia familiar, la cultura, y la educación recibidas, aspectos todos que deben ser revisados de cara al futuro, ya que ello lleva a la desmotivación, causada por la falta de logros, o los fracasos sufridos cualquiera sea el ámbito de su desarrollo.

El conformismo, tajantemente hablando, se presenta como un comportamiento que rechaza toda actitud que implica la posibilidad de algún tipo de enfrentamiento social, lo que es a todas luces inadmisible, dado que como ciudadanos y de manera permanente tenemos que renunciar a no pasar por la vida como eunucos mentales sin carácter ni criterio, sin ejercer el sagrado derecho del control social, al que estamos obligados todos quienes vivimos en comunidad; y más, cuando todo lo que a nuestro alrededor sucede, deberíamos articularlo con la creación mental de símbolos y valores, que sin duda justifican la inhibición en favor de una mejor adaptación al entorno social al que se pertenece, cuando lo que debemos es apuntar y apostarle a que todo sea más que bueno -lo que no debe satisfacernos del todo- y pensar en lo extraordinario y excelente, derrotero en el que la autoestima juega un papel preponderante, ya que si tenemos una pobre opinión de nosotros mismos, más sumisos seremos a las opiniones de los demás y más propensos a plegarnos a las presiones sociales, que aquellos que tienen una elevada autoestima.

Sobre este especial particular, quiero referir como colofón del presente artículo, dos frases de suyo pertinentes a lo expuesto; la de Sommerset Maugham, escritor británico, quien afirmara: “Lo interesante acerca del juego de la vida es que si decidimos aceptar sólo lo mejor de lo mejor generalmente lo conseguiremos”. Lo opuesto es igualmente cierto. Aquellos que deciden contentarse con una vida promedio o una existencia mediocre, generalmente también lo logran. Y Henry Ford, manifestó: “Tanto sí crees o no que puedes hacer algo, siempre tendrás la razón”; ante ello, samarios y magdalenenses ha llegado la hora de reaccionar solicitando las obras de impacto que necesitamos; verbigracia, en Santa Marta solucionar el tema del agua, el alcantarillado pluvial, la educación bilingüe en bien del turismo, entre tanto, en el Magdalena, la educación integral, la salud, las comunicaciones, entre otras falencias visibles que padecemos en la capital Distrital y en el Departamento.

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