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Cultura

Los ‘cortes’ del banano

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Más que cualquier otra organización, la United Fruit fue responsable de la revolución que cambió los hábitos alimenticios y la cultura popular, además de orquestar la producción, el transporte y la distribución de miles de millones de bananos.

[Leer introducción del especial: “Magdalena, enclave bananero”]

Charles Morrow Wilson señala en su libro ‘Historia del banano en los Estados Unidos’ que hasta 1870, la mayoría de los habitantes no había oído hablar del banano, ni mucho menos tenido la ocasión de comerse uno. Sin embargo, para 1930 no sólo se citaban los comentarios del reticente Calvin Coolidge sobre las maravillas del banano: los autores de la popular canción «Yes, We Have No Bananas» se habían hecho ricos y famosos gracias a esta creación.

La bonanza económica principal de toda la región se debía al cultivo y exportación de banano o quineo nombre común de la zona, fue traído al Caribe en 1516 y más tarde sería la chispa de violentos conflictos en toda la región Norte del país. Acontecimiento que dejó marcas en todos los habitantes que por ese entonces dependían exclusivamente de este cultivo.

El banano de exportación que se produce en Colombia ha sido tradicionalmente cultivado en un pequeño corredor del río Magdalena al sur del puerto de Santa Marta, que se extiende desde el municipio de Ciénaga (11 01′ latitud norte) hasta el río Fundación (10 22′ latitud norte) y desde la Ciénaga Grande de Santa Marta (74 24′ longitud oeste) hasta la Sierra Nevada de Santa Marta (74 07′ longitud oeste); esta última es una formación montañosa nevada de 18.000 pies de altura’, geológicamente independiente de la cordillera de Los Andes.

[Leer nota: “Puerto de Santa Marta, sinónimo de crecimiento económico y social”]

Históricamente, el desarrollo de la producción bananera de la zona estuvo relacionado con la construcción de redes ferroviarias; ambas actividades se desarrollaron tierra adentro, al sur de Santa Marta, donde se introdujo el cultivo del banano una vez terminada la red ferroviaria entre Santa Marta y Ciénaga, en 1887. El ferrocarril se prolongó hasta Río Frío en 1892, hasta Sevilla en 1894 y hasta Aracataca

La producción del banano era una ardua tarea diaria pero que produjo el desplazamiento masivo de mano de obra.

y Fundación en 1906. La distancia total desde Santa Marta era de 59 millas. La United Fruit Company añadió 50 millas de riel desde la carrilera principal a las plantaciones».

El ‘boom’ económico y la expansión de la zona bananera, de 1900 a 1929, atrajo trabajadores, campesinos del Magdalena y de otras regiones de Colombia. La población de la zona bananera creció rápidamente.

El flujo de trabajadores hacia la zona creó su propia dinámica, generando presión y competencia por la tierra. No todos los inmigrantes que llegaron a esta zona encontraron empleo adecuado y muchos de ellos buscaron sobrevivir mediante el cultivo de tierra virgen.

Antes de 1875 la mayor parte de la zona bananera era propiedad pública. Pero en la última década del siglo XIX, especialmente después de 1900, más y más tierra virgen fue abierta al cultivo de banano. La United Fruit estaba decidida a regular la producción de banano monopolizando los recursos de tierras e imponiendo contratos restrictivos a los cultivadores independientes, determinando qué podía ser cultivado y a quién podía ser vendido.

[Leer nota: “Panorama del Siglo XIX“]

La producción en toda la Zona alcanza en esa época era de quinientos mil racimos, embarcados semanalmente. El sobrante que no lograba exportarse quedaba para el consumo interno, preparaban cayeye o mote, mazamorra, además de madurarlo para que sirviera de acompañamiento de las comidas principales.

El salario mínimo en 1915 era de un peso con cincuenta centavos, para ganarse este dinero los empleados debían trabajar duro, desde las cinco de la mañana hasta bien entrada la noche; esta cantidad era pagada en vales que solo podían cambiar en los comisariatos de la misma compañía.

El día del ‘corte’ todos los obreros debían ponerse en fila en cada plantación; los ‘puyeros’ que cortaban los racimos de guineos con sus chambelonas o machetes con mango alargado, iban adelante; después los ‘coleros’ que trasladaban en hombros los racimos hasta las guardarrayas; luego los ‘carreros’ en sus yuntas de bueyes los llevaban hasta los pozos de lavado, de ahí a las estaciones donde los ‘braceros’ los cargaban a los trenes que salían repletos de racimos para ser trasladados en los barcos de la Flota Blanca en los muelles de Santa Marta. Todo este proceso era controlado por capataces.

Treinta y dos mil obreros del banano trabajaban día y noche cortando banano para transportarlos a través del ferrocarril las 24 horas. El pago era tan esperado que ese día para ellos era como una fiesta.

[Leer nota: “El ferrocarril, símbolo de poder económico”]

Es importante destacar en este recorrido histórico, que los campesinos que trataban de conseguir tierra en la zona bananera se enfrentaban con el poder y la influencia de la United Fruit.

Aquellos que renunciaron al sueño de arar un terreno propio se unieron a las filas del proletariado rural, contratados como jornaleros de la United Fruit o de los cultivadores colombianos. Los campesinos se veían obligados a vender sus pequeñas parcelas, aun cuando poseían un título claro.

La United Fruit controlaba el sistema de irrigación y ocasionalmente decidía no suministrar agua a aquellos cuyas tierras se encontraban río abajo, por lo que a los cultivadores no les quedaba más recurso que vender. Otros campesinos reclamaban que la United Fruit inundaba de forma deliberada sus terrenos para hacerse a ellos.

Tecnificar el transporte de la fruta fue uno de los principales avances de la UFC.

Si la monopolización de la United Fruit fue o no una estrategia para forzar a los campesinos que subsistían con sus cultivos a trabajar como jornaleros, es una pregunta difícil de responder. No obstante, algunos campesinos que fueron obligados a vender se quejaban al Ministerio de Agricultura en 1919, «ellos lo hacen de pura rabia porque no somos jornaleros mercenarios de la compañía», Cualquiera que haya sido el caso, cuando tuvieron lugar la Huelga Bananera y la Masacre de 1928, la United Fruit se vio ante un serio problema laboral.

Los términos de algunos contratos fueron decididos de sujeta a normas establecidas en Estados Unidos. Aun cuando la United Fruit compraba tierras por las cuales pagaba frecuentemente buenos precios, sometía al vendedor a un contrato muy restrictivo. En tales casos, los vendedores continuaban cultivando el producto con la condición de ‘guardar y conservar sin desmejoras ni deterioros la expresada finca, y de tratar con la compañía para la compra y venta de todo el plátano de exportación’.

[Leer nota:«United Fruit Company, un gigante industrial»]

En otras tierras, también apropiadas para la producción de banano, la United Fruit estableció restricciones: los contratos con arrendatarios prohibían el cultivo de banano. Si se cultivaba, el acuerdo de arrendamiento finalizaba automáticamente, el arrendatario tenía que devolver las tierras a la United Fruit de inmediato y pagar a la compañía una multa de «$ 2.000 pesos oro americanos por cada 100 hectáreas. Incluso cuando la United Fruit suscribía contratos con importantes cultivadores colombianos, procuraba acomodar las reglas del juego a las exigencias del mercado.

El general Benjamín Herrera, político liberal dueño de una plantación en Aracataca, que había suscrito contratos con la United Fruit, se quejaba de las imposiciones: El mensaje telegráfico era preciso: cuando se comunicaba desde Estados Unidos ‘escasez’ se recibía toda la producción. Cuando decía ‘abundante’, se aceptaba el producto según una rigurosa clasificación… En casos excepcionales se permitió el derecho de ‘apelar’, pero cuando la decisión llegaba, un jueves, el banano ya estaba quemado por el sol. De cada tres o cuatro racimos, uno era rechazado por ser muy delgado o muy grueso, por estar magullado, por presentar picaduras de avispa, porque sí, porque no…

El general argumentaba: “¡Esto es desastroso!» «¡Es malévolo!» «¡Es criminal!» Pero los revisores, imperturbables, continuaban: «Delgado», «Grueso», «Con la cáscara dañada», «Con picaduras de avispa», «Quemado por el sol», «Manchado», «Magullado», «Porque sí», «Porque no …»

Cuando el general Herrera demandó a la United Fruit por rechazos excesivos y precios bajos, el gerente de la compañía tomó de manera subrepticia los documentos pertinentes de la Corte; el gerente fue enviado posteriormente a la cárcel en octubre de 1916.

Si el general Herrera, candidato liberal a la presidencia de la República en 1922, fue tratado de esta manera, es claro que la United Fruit no veía la necesidad de tratar de mejor manera a los campesinos locales.

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