Análisis
Robledo y su visión del agro

OPINIÓN CARIBE estableció el perfil académico y la trayectoria del candidato del Polo Democrático Jorge Enrique Robledo Castillo para conocer su posición respecto a las problemáticas que aquejan este renglón de la economía colombiana en la que el magdalenense tiene gran potencial.
Este es el momento preciso, porque son los tiempos de Tratados de Libre Comercio y donde se ha discutido la necesidad de una reforma agraria que mire hacia el campo.
OPINIÓN CARIBE ubicó en un mapa 14 municipios que están en la ribera del Magdalena el ‘Río de la Patria’ además de La Zona Bananera y la Sierra Nevada de Santa Marta, lugares en lo que hay mucha agua y el riesgo de que se ahoguen los cultivos, y que cuando no la hay se mueren plantas y animales por la sequía, ambivalencia que amenaza la productividad porque no hay regulación ni infraestructura productiva que favorezcan las condiciones de mercado
OPINIÓN CARIBE: ¿Cómo impulsar la productividad en los municipios asociados al río magdalena
JORGE ROBLEDO: Este es un tema importantísimo en la costa Caribe, el agro es un tema complejo porque todo es un desastre en Colombia. Ustedes hablan de agua y el agua es en gran medida el agro. Colombia es uno de los peores países del mundo en el manejo del agua, para la agricultura los distritos de riego en el país apenas cubren el 7% del total de lo que se necesita.
En el invierno se ahoga todo;en el verano se muere lo cultivado que hay en Colombia. Aquí hay un problema de extrema gravedad y si miramos el tema de las vías terciarias, es un desastre, eso se ve en el Magdalena, porque muchas zonas son difíciles para el transporte de mercancías
O.C: ¿Cómo atender al río Magdalena?
J.R: El ‘río de la Patria atraviesa el país y si nos transportamos por él no vemos ni una canoa, debería ser un sistema de agua de riego para cultivos y de transporte, además, no hay transporte más barato que el que se hace por agua, es decir, por donde uno mira es una tragedia, porque es un río que en vez de unir divide. El número de puentes que hay sobre el Magdalena es escaso frente a la longitud del río. A eso se le suma el lío de la concentración de la tierra, el abandono de los campesinos y los problemas de los empresarios, porque no es fácil para ellos fomentar el agro en Colombia, pero desde mi punto de vista, se debe centrar un debate, ¿queremos o no el agro?
O.C: ¿Por qué cree que no queremos el agro en Colombia?
J.R: Parece una pregunta de locos, pero hay que hacerla, porque el país está importando ya casi 13 millones de toneladas de productos del agro y siguen aumentando las importaciones; ya vamos a empezar a importar Biodiesel, es decir, Diesel de palma y de soya, además, vamos a empezar a importar alcohol carburante quebrando el alcohol de los ingenios y se anuncian con bombos y platillos TLC con Nueva Zelanda y Australia que son potencias ganaderas en carne y en leche, se anuncian acuerdos de esos tratados con Tailandia que es una potencia en azúcar o acuerdos semejantes con Vietnam, una potencia arrocera, entonces, la pregunta es. ¿queremos o no el agro?
O.C: ¿Qué amenaza el agro?
J.R: El Ministro que negoció el TLC con Estados Unidos me dijo: ¿de dónde saca que Colombia tiene que producir sus alimentos? Y nos explicó que si teníamos petróleo y carbón con eso se conseguían los dólares para importar los alimentos y en eso es en lo que estamos, lo que pasa es que ya no tenemos petróleo.
Si mañana en Colombia aparece un mega pozo petrolero la orden del Gobierno es acabar con el agro, porque ese es el objetivo final de los TLC, están montados sobre una teoría que se llama la teoría de las ventajas comparativas que dice que ustedes se especializan en lo que les vaya mejor.
O.C: ¿Cuál es el problema con el diésel y el alcohol?
J.R: El diésel y el alcohol son importaciones que están subsidiadas allá y que cuando entran al país se subsidian aquí, es decir, ¡nosotros subsidiamos las importaciones de alcohol gringo!
O.C: ¿Usted cree que debe trabajarse el agro?
J.R: Por supuesto, somos una potencia en tierra, Colombia tiene muchas tierras para cultivar, también somos una potencia en agua y somos una potencia en personas: tenemos empresarios, jornaleros, campesinos e indígenas que saben hacer las cosas. La respuesta es obvia, pero planteo un interrogante sobre el agro para llamar la atención porque es en lo que yo creo, pero los que nos han gobernado no creen en el agro, es mentira que la política agraria de Colombia sea exportar, exportamos el mismo banano, el mismo café y las mismas flores de siempre, la política agraria de Colombia es importar así mientan y hagan politiquería y demagogia.
O.C: ¿Qué amenaza la producción de leche?
J.R: ¡Están quebrando la leche! En términos de plata la leche en polvo que es importada vale un tercio del total del negocio lácteo de Colombia, es decir, nos están sacando del negocio y todavía no han bajado todos los aranceles. La política en Colombia es que consumamos leche, quesos y mantequilla extranjeros.
O.C: ¿Cuáles son sus propuestas después del diagnóstico del agro?
J.R: Hay que renegociar los TLC, llevo 27 años en este debate y aquí el que mire las cosas con honradez debe reconocer que los que dijimos que los Tratados de Libre Comercio iban a destruir el agro, teníamos la razón. No nos la dan porque no tenemos el poder, así que los que representan los importadores de productos agrarios son los que tienen el poder, pero no tienen la razón.
En ambientes de TLC no hay agro, en Colombia no se puede competir, los subsidios agrícolas gringos valen 100 mil millones de dólares al año y los europeos 200 mil millones de euros; no podemos pretender que nuestros agricultores que tienen unos subsidios microscópicos compitan y puedan vencerlos.
Además, hay que sumar la competencia con la potencia agrícola Argentina que está respaldada por el Estado y a esos puntos negativos súmele el bajo costo de la mano de obra en Indonesia y Malasia. Tenemos todos los problemas porque tampoco hay desarrollo científico y la política del Gobierno es acabar con la poca ciencia que se produce en Colombia.
O.C: ¿Cómo actuar en consecuencia con ese planteamiento?
J.R: Dos tercios de las tierras con vocación agrícola en Colombia no trabajan la agricultura, es decir, sobran las tierras, no se sabe qué hacer con ellas, las tierras agrícolas de Colombia se volvieron lotes de engorde, la gente compra el pedazo de tierra y lo deja porque se valoriza y a esperar que con el paso de los años se pueda vender, pero la tierra no está produciendo.
O.C: ¿Cómo renegociar los TLC?
J.R: Hay condiciones que se pueden renegociar, es difícil ¡Sí! pero es importante que haya intenciones de hacerlo, aunque si nos gobierna un tipo como Juan Manuel Santos qué es un vocero de los intereses extranjeros, no los puede renegociar porque él está feliz. No se nos puede olvidar que hay gente que es feliz porque se enriquece llenando el país de comida extranjera.
O.C: ¿Qué opina sobre la navegabilidad del río Magdalena?
J.R: Es evidente que no quieren volver navegable el río Magdalena, porque si llevan 100 años hablando de ese tema y no lo han hecho, es porque no lo quieren hacer. No importa porque hay otro negocio, hay personas cuyo negocio es el transporte de carga; Colombia tenía ferrocarriles y los acabaron porque había que reemplazarlos por camiones norteamericanos y la gasolina importada.
En la historia de Colombia nunca ha habido un proyecto de auténtico desarrollo del país y estoy hablando de desarrollo capitalista, tenemos un capitalismo primitivo subdesarrollado. Colombia ha sido gobernada por logreros que piensan que porque pescan para ellos, están pescando para todos, pero los dirigentes de los países que funcionan sí pescan para ellos, pero también pescan para todos.
O.C: ¿Cuál es el mensaje para los palmeros y bananeros?
J.R: A los palmeros quiero decirles que están amenazados de muerte, hay un artículo en el que Rudolf Hommes afirma, que para poder hacer un TLC con Asia hay que golpear a los palmeros y ya Santos anunció importaciones de biodiésel, combustible que se hace con la palma, por tanto, están amenazados. Colombia no puede competir con la palma de Indonesia y de Malasia, porque por costo de mano de obra se hace imposible. La situación del banano es menos grave porque es un producto de exportación, el país es medianamente competitivo y nos quitamos de encima la enfermedad holandesa que casi los quiebra, pero no les importa si se acaba el banano, porque según el Ministro para eso tenemos petróleo.
O.C: Entonces, ¿qué debemos hacer?
J.R: Colombia necesita varias cosas, por ejemplo, mecanismos de estabilidad de precios, en ninguna parte del mundo el agro funciona sin el Estado cuidándolo. Se necesitan créditos: suficientes oportunos y baratos, suficientes para todo el que lo pide, oportuno es que si se pide en enero se lo den en febrero y no en octubre; y baratos, porque si no quiebran a los empresarios.
Se necesita desarrollo científico y tecnológico, no podemos seguir dependiendo de la ciencia extranjera, no podemos seguir cultivando en el trópico con tecnología de países de otra zona.
O.C: ¿Cómo garantizar la seguridad alimentaria?
J.R: Lo principal para garantizar la seguridad alimentaria es no importar. Colombia tiene la seguridad alimentaria perdida. Imagínese, por ejemplo, un hechicero del mal impide que Colombia importe alimentos, nos quedaríamos en la hambruna, hoy la dieta básica en proteína animal es el pollo y estamos importándolo; si acaba con las importaciones de cebada se queda sin cerveza; el arroz también está amenazado, grano fundamental en la dieta; y de la leche ni hablar, ya hemos perdido un tercio ¡El problema de la seguridad alimentaria es la importación!
O.C: ¿Y respecto a la Sierra Nevada y el café?
J.R: Los cafeteros en este momento tratan de regresar a un acuerdo internacional que los beneficie porque se sienten amenazados por las trasnacionales, a Colombia la tienen muy arrinconada en el negocio mundial cafetero. La preocupación en las zonas cafeteras es inmensa, nuestro costo de mano de obra no es competitivo, pero la principal amenaza es la libertad de las transnacionales, es decir, la globalización puede acabar con el café. También tenemos un cierto respiro, pero las cosas no están nada bien y eso afectaría la producción de café en la Sierra, incluso los problemas del calentamiento global, porque si se sube la temperatura, el problema de plagas podría multiplicarse.

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