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Nación

Hay que agradecerle a las Farc que dejaran las armas: Imelda Daza

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Tiene razón el presidente Juan Manuel Santos cuando sostiene que las Farc “cometieron el gravísimo error político de mantener su nombre…” ahora que dejaron las armas y se convirtieron en partido político. De hecho, lo único que hicieron fue singularizar su sigla, y ya no son las Fuerzas Armadas Revolucionarias, etc., sino la Fuerza Alternativa Revolucionaria Común, la Farc, como si se hubiesen inspirado en la forma despectiva con que, por años, ha llamado a este grupo su némesis, el expresidente Álvaro Uribe, quien siempre habló de “la Far…”

También aporta a esa equivocada postura la vallenata Imelda Daza, fórmula de Londoño a la vicepresidencia, quien sostuvo, en entrevista con Vicky Dávila en La W, que “hay que agradecerles a las Farc que hayan tenido el gesto de dejar las armas…”. Como quien dice, les salimos a deber.

En el más reciente Gallup Poll, el 17 % de los encuestados dicen tener de la Farc una imagen favorable, contra 79 % que la tienen desfavorable. Este año, al comenzar a dejar las armas, su imagen favorable llegó a 19 %, pero luego cayó a 11 %, subió a 15 %, volvió a caer a 12 % y ahora llega a 17 %. Ha mejorado frente a los tiempos en que mataban a diario, cuando no subía de 4 %. Pero vale la pena mirar este antecedente: en 1990, cuando el M-19 dejó las armas, su imagen favorable se trepó por encima de 60 %, y eso luego se tradujo en votos y les permitió obtener una buena bancada en la Asamblea Constituyente del 91.

Claro que el carisma de Carlos Pizarro y Antonio Navarro, los líderes del M-19 desmovilizado, no se compara con la pobreza de que hacen gala en ese campo Londoño, ‘Iván Márquez’, ‘Santrich’ y compañía. Pero no es solo eso. Pizarro, Navarro y sus compañeros asumieron una actitud conciliadora y agradecida con la sociedad que los indultaba y les abría las puertas para la lucha política legal.

Todo lo contrario ha ocurrido con la Farc: luce como si sus jefes hubiesen venido a imponer condiciones –han impuesto varias–, a exigir privilegios –los han obtenido– y a demandar que, como dice la señora Daza, les demos las gracias por ser tan queridos de dejar de matar. Pero, además, se dedican a esconder sus millonarias fortunas y se alían con las ‘bacrim’ para defender a los cocaleros. Mejor dicho, no se ayudan.

Lo anterior demuestra que no saben mucho de comunicación política. Es normal: por décadas transmitieron sus mensajes proselitistas a punta de sangre y muerte. Parece difícil que, con ese tonito, sus candidatos a presidencia y vicepresidencia vayan a conseguir muchos votos. Curules tendrán –cinco en el Senado y cinco en la Cámara, por la vía del regalo acordado en La Habana–, pero poco más. Los electores colombianos olvidan, pero no tan fácil.

*Tomado de El Tiempo.com

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