EDICIÓN ESPECIAL.
Un conflicto de mundos

Delincuencia, drogas y prostitución, frutos de la extranjería en Taganga
Los efectos del turismo en la comunidad tradicionalmente pescadora han generado transformaciones positivas y negativas entre sus habitantes. La población aborigen lucha diariamente, a través de la enseñanza de las expresiones culturales autóctonas, para no sucumbir ante los que ellos llaman: “la invasión extranjera”.
En constante pie de lucha se encuentran en la actualidad algunos de los residentes autóctonos del corregimiento de Taganga, quienes ven como cada vez más se radican los extranjeros en la zona trayendo consigo la cultura de otras partes del mundo y originando, en algunos casos, la marginalidad del actuar de las culturas ancestrales.
Lo anterior no es un secreto ya que, lamentablemente, para el visitante, Taganga no es solo sinónimo de un paraíso que trasciende más allá de una buena jornada de playa con aroma a pescado entre familia y amigos al compás de un buen rito de vallenato casual y un sutil sorbo de cerveza; ahora, según la misma comunidad, se ha convertido en un epicentro del turismo sexual, narcotráfico y delincuencia entre los jóvenes, como un simple producto más para la presencia extranjera en la zona.
EL SEÑALAMIENTO DE LOS QUE SABEN
Ante las elevadas y constantes denuncias sociales y de orden público, OPINIÓN CARIBE consultó a una importante serie de expertos, formados en las áreas de la Sociología y la Antropología e Historia.
Para la antropóloga Verónica Meléndez Charris, la situación que se vive actualmente en la población turístico – pesquera, obedece al abandono histórico por parte del Estado y el reflejo de la globalización económica que inició desde los década de los 50 del siglo pasado, coincidiendo con las construcción de la carretera que los comunica con Santa Marta, la cual también dio entrada a las civilizaciones extranjeras que han sembrado la semilla del cambio para bien o para mal.
Siendo esa una posible respuesta del porqué algunos de los habitantes de Taganga, buscan resarcir o suplir su pobreza, por medio de la reinvención de los empleos que se derivan a partir del turismo: sector económico que trae consigo las viciadas opciones de la explotación sexual, los hurtos en diferentes modalidades y el expendio de alucinógenos.
Toda una mezcla de posibilidades bacanales buscadas por muchos extranjeros como una alternativa de escape a su tradicional forma de vida, contrastando con los valores más arraigados de la comunidad nativa.
La antropóloga agregó, que el Distrito debe potenciar las políticas sociales o públicas en la comunidad por medio de una mejor educación y ofertas laborales.
“Es cierto que la globalización trajo las costumbres de otros países, pero dicha problemática social ya estaba prescrita en Taganga dada la ausencia del Estado”, puntualizó Meléndez Charris.
EXTRAÑOS EN SU PROPIA TIERRA
Pese a ello, no todas los orígenes de la discordia y los resultados de la presencia extranjera son interpretados de la misma forma por los expertos.
El sociólogo Edimer Latorre Iglesias indicó, que el caso Taganga puede ser visto como un genocidio a la cultura raizal, una vez que una comunidad de israelíes se instalara en el sector, según él y los mismos tagangueros, logró imponer su estilo de vida, bajo el presunto silencio cómplice de las autoridades locales y nacionales.
Igualmente, Edimer Latorre habló sobre la hibridación cultural, la cual debe entenderse como el fruto de la unión entre dos o más culturas, cuyo resultado es el cambio de manera igualitaria, lo cual no sucede en Taganga.
NO EXISTE HIBRIDACIÓN, SINO DETERIORO CULTURAL
“Los procesos de hibridación cultural positivos implican una adaptación en las dos culturas, donde hay una mezcla y surge algo nuevo, pero en este caso puntual de Taganga, hay una hibridación negativa porque se presenta una superposición cultural; los grupos israelitas con una cultura muy poderosa, no se han mezclado con el elemento autóctono, sino todo lo contrario, han generado una especie de ‘apartheid’ no solo sociocultural sino territorial, se han adueñado de espacios donde se adjudican el derecho de dejar entrar o dejar salir y hay serias acusaciones de que estos grupos controlan las zonas ‘alterlegales’ de Taganga: prostitución, drogadicción y demás”.
Asimismo, el sociólogo manifestó, que esto es bastante negativo para Taganga, porque no es solo un proceso de hibridación sino de aculturación negativa; estos grupos han traído su cultura, han mantenido un gueto sociocultural y han generado exclusión del taganguero, quien es segregado y desplazado, provocando una pérdida gravísima.
“Yo creo que ningún proceso se beneficia. Cuando llegaron los españoles arribó lo peor de España; en esta ocasión, arribaron elementos socioculturales negativos de otras culturas, ‘chicos problemas’ que mandan a vivir a Taganga a las familias extranjeras que tienen el dinero”.
LOS EXTRANJEROS, DUEÑOS DE LO AJENO
Vale anotar, que Taganga obtuvo el estatus de corregimiento durante el periodo administrativo del exalcalde Jaime Solano Jimeno, y se estableció como una entidad territorial; entendiéndose este concepto como un grupo de personas jurídicas, de derecho público, que componen la división político – administrativa de un Estado o territorio, gozando de autonomía en la gestión de sus intereses.
No obstante, las delimitaciones políticas y geográficas de Taganga fueron concedidas a su población desde la época colonial por parte de la Corona española que, a manera de compensación, les cedió esa gran extensión de tierra a los aborígenes que desde antes habitaban ahí, reconociendo sus derechos ancestrales, sin olvidar la presencia de los personas de descendencia africana, que con el tiempo se adhirieron a la comunidad, formando una nueva cultura.
“La propiedad del taganguero es colectiva, hay una lucha paulatina del concepto de propiedad privada propio de la sociedad moderna y el concepto de la propiedad colectiva de este grupo comunitario que considero, tiene el riesgo de desaparecer su gueto cultural, su patrimonio y su legado”, puntualizó Latorre Iglesias.
SEXO Y DROGAS, EL LADO OSCURO DEL TURISMO
Muchos tagangueros se ven afectados, a sabiendas de los beneficios económicos que puede propiciar el turismo, porque, en este caso, algunos de los visitantes han deteriorado el entorno social, perturbando inclusive a la pesca, una de sus actividades arraigadas.
“Los conflictos asociados son gravísimos, Taganga es uno de los sitios con mayor índice de población infectada por VIH, bastión de la prostitución de mujeres, se ha descubierto que hay un permanente tráfico de drogas. Todos los pecados de la modernidad se han instalado en una comunidad tradicionalmente enmarcada en la visión de la Taganga antigua; no hay nada positivo, es necesario revisar ese proceso de los extranjeros y hasta dónde se ha perdido el gueto sociocultural del Taganga, ya los jóvenes no quieren pescar, ya no consideran la pesca como un oficio digno y muchas chicas son esposas o amantes de extranjeros”, señaló el profesional de la Sociología.
Por su parte, se supo que a partir de las pesquisas, la Gobernación, Naciones Unidas, la Alcaldía y Cotelco vienen realizando una serie de trabajos con los hoteleros para que los niños y adolescentes no tengan acceso a esos puntos para ser explotados.
Pero, lo más complicado no radica en ese aspecto de la investigación, con el tema de la explotación sexual, también está el narcotráfico, flagelo que cada vez más se apodera de la zona, vendiéndola como un plus de fácil acceso para el foráneo que busca llenar su sed de lo prohibido en un territorio exótico.
“Encontramos turismo de narcotráfico, aplicamos una encuesta y los turistas reconocieron que era fácil acceder a cualquier tipo de droga. Se asocia a Taganga con un paraíso más que sexual un paraíso de drogas y la primera, conlleva a los estupefacientes. Hay una proporción minoritaria que llega en busca de un encuentro sexual, por lo que no está dentro de los sitios considerados como de pederastas. En la misma perspectiva, la controversia parte de que es un choque cultural complejo, ellos vienen con otra mentalidad más abierta a ciertas situaciones, nosotros hasta hace poco éramos un país consagrado al Sagrado Corazón de Jesús, somos muy conservadores. Estos turistas ven como algo común este tipo de prácticas”.
Igualmente, Jaime Morón Cárdenas propuso, que “debe haber una política discriminativa – positiva para que el taganguero sea más propositivo, se debe arrancar con la formación y asociación de los pesqueros que ya existe, pero les falta mayor dinamismo. Hay que contratar y fortalecer la mano de obra local para servicios como el de los hoteles. Se debe superar la barrera del idioma, hay que cualificar a los tagangueros para que reciban las competencias y formación requeridas por el sector turístico desde el transporte, los hoteles, restaurantes, toda una cadena que puede servir al taganguero luego de una previa capacitación”, precisó.
LOS ‘GUARDIANES DE LA CULTURA’, UNA LUZ DE ESPERANZA
Sin embargo, “por más oscura que sea la noche siempre llegará llega la luz del día”, como al menos así rezó una vez el gran poeta y defensor de la cultura William Shakespeare, intentando demostrar que no toda acepción extranjera debe ser malversada y que siempre debe haber esperanzas en épocas de gran oscurantismo, siendo la propuesta académica de la transmisión de las raíces la mejor luz en este oportunidad.
Conforme a ello, Taganga se mantiene en resistencia de cara a sus dificultades sociales y culturales, intentando diariamente sostener sus vestigios históricos más profundos, es ahí cuando surge la labor de Román Mattos Martínez, quien como coordinador del Centro Cultural de la población de Taganga, trabaja para el sostenimiento de las sanas costumbres de sus paisanos.
Según Mattos Martínez, La Casa de las Cultura está conformada por grupos, en su mayoría de tagangueros nativos que ofician, como docentes, artistas, investigadores, lideres, pescadores y amigos comprometidos con la salvaguarda del patrimonio cultural, lo que ayuda a sus acciones de formación, emprendimiento e investigación a través de proyectos desarrollados durante todo el año.
Solo resta esperar la reacción de las autoridades distritales para que solucionen de forma adecuada el conflicto que hasta ahora deja el choque de las dos culturas.

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