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El ‘Cuco’ del costo

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Las dos recientes administraciones de Santa Marta han sido blanco de graves señalamientos que han motivado a que los organismos de control de la Nación pusieran la lupa en las intervenciones, que comprometen los dineros públicos del Distrito. ¿Qué ha sido de estos cuatro años de la Megabiblioteca, una obra para ser entregada en 2016 y que hoy sigue con suspensiones y reinicios?

Gennys Alfonso Álvarez

El proceso de crecimiento urbanístico de la ciudad de Santa Marta ha obligado a que los gobiernos de turno piensen en obras de gran envergadura que respondan a las necesidades de las comunidades, inversiones que sean acordes con el desarrollo que se desea en materia de salud, deporte, cultura y educación. Durante los últimos años en la ‘samaria’ han iniciado proyectos que prometían grandes soluciones a temas coyunturales como la falta de espacios académicos dedicados a la lectura y tertulias literarias, razones por las cuales llega la propuesta de una Megabiblioteca. Una especie de mesianismo político vociferó que la obra sería única en su especie y que se convertiría en ícono arquitectónico. Infortunadamente, tales propósitos no se han cumplido, porque es una obra que comparte el destino de otras inversiones en el país: demoras en la entrega, presuntos sobrecostos y estancamientos.

El novedoso diseño del complejo educativo fue presentado por el barranquillero Giancarlo Mazzanti, y sus piezas en forma de anillos representan la armonía que las culturas de la Sierra Nevada mantienen con el territorio industrializado. El proyecto contemplaba, según el arquitecto, antes de los cambios, zonas de talleres, sala de lectura, aula auditorio, auditorio, salón de informática, cafetería y oficinas para la parte administrativa. La estructura sería erigida sobre un área de 8.059 metros cuadrados y con unas especificidades que mostrarían una interrelación amigable con el entorno boscoso y húmedo que rodea la obra.

Al respecto de Mazzanti y sus originales maquetas, le pesa sobre sus hombros el señalamiento del deterioro en la fachada del Parque Biblioteca España, inaugurado en Medellín en 2007 y diseñada por él mismo, por un valor de $15.152 millones de pesos. El profesional costeño se defiende de los cuestionamientos y argumenta, que el constructor no siguió al pie de la letra los planos que él suministró, por lo que su responsabilidad en la falla queda salvada. Ahora, para que la capital de Antioquia vuelva a disfrutar de la biblioteca debe invertir cerca de $15.715 millones de pesos, es decir, más del presupuesto inicial. Lo que indica, que con ese dinero se hubiesen construido dos bibliotecas de iguales dimensiones y características. Santa Marta guarda la esperanza que la historia no se repita.

LA LICITACIÓN

El 30 de diciembre de 2014 se firmó el proceso de licitación 006-3014, por el cual se disponían $10.044.972.349 pesos para la construcción de la Megabiblioteca Fase I, en predios de la Institución Educativa Distrital Normal San Pedro Alejandrino. La suscripción se hizo entre Carlos Caicedo, alcalde en turno, y el consorcio Mega Instituciones, con fecha de inicio de labores el 16 de enero de 2015 para ser entregada 5 meses después, es decir, en junio del mismo año. La Fase II fue contratada el 24 de agosto de 2015, para ser entregada en 120 días, con una inversión inicial de $6.988.000.000, siendo el consorcio Ingeniería e Interventorías el responsable de la obra, pero en la actualidad, los trabajos en esta etapa se encuentran suspendidos. De esta forma, parecía indicar, según las fechas, que todo tendría que estar disponible para el disfrute de los samarios a inicios de 2016, pero, ello no ocurrió así. Hoy, lo prometido en diseños y gastos no está acorde con la realidad.

“Es lamentable que esto suceda en una ciudad como Santa Marta que requiere de inversión en infraestructura y recuperar la confianza en la legitimación de las instituciones públicas, porque obras que se suponen iban a ser íconos del desarrollo, se conviertan en referentes de malos manejos de recursos. Hay que invertir en devolver la confianza en las instituciones públicas, en unir a la ciudad; este tipo de infraestructura son las que requiere la ciudadanía para contribuir con la cultura ciudadana y el desarrollo. En cuanto al impacto urbanístico, es un claro deterioro del entorno, porque ese espacio era del colegio y al no utilizarse se convierte en un símbolo de malos manejos administrativos, se convierte en referente de la desconfianza y del rechazo. El costo debe ser analizado por los organismos de control”, expresó Liane Saumet, exsecretaria de Planeación del Distrito y exgerente de la Cámara Colombiana de la Construcción (Camacol) capítulo Magdalena.

Lo dicho por Saumet, que posiblemente haya ocurrido con esta obra, es objeto de investigación de los órganos de control fiscal y disciplinario, cuyo proceso sigue su ciclo a la espera de la comprobación o no de delitos relacionados con despilfarros de los recursos públicos. Los presuntos responsables de la obra, quienes en calidad de ordenadores del gasto firmaron las contrataciones iniciales y aprobaron las sucesivas adiciones para ambas fases alcanzan los $10.040.982.825 pesos, señalan, que todo tiene justificación jurídica y técnica, y que el recurso de los samarios está a salvo. En otras palabras, hasta el momento y si no se hacen otras adiciones al Distrito le costaría toda la Megabiblioteca la moderada suma de $27.074.996.200, esto sin sumar la contratación de amueblamiento interno y adquisición de equipos de tecnología. Por tanto, guardando las proporciones del caso, la Megabiblioteca vale un poco más de la mitad de lo que en su totalidad costó el estadio de fútbol Sierra Nevada.

EL TIBIO DEBATE DEL CONCEJO

El debate por los costos de la obra estaba pendiente por realizar; hay quienes asumían que era una deuda con la ciudad, no obstante, como comentarios ‘esquineros’ ya se hablaba de la demora en la entrega y del recurrente cambio en los diseños, pero como no hay plazo que no dé y fecha que no se cumpla, las controversias fueron trasladadas al raquítico Concejo de la Ciudad, donde no se cuestionó unánimemente el proyecto defendido por el entonces gerente de infraestructura de la ciudad, David de Marchena. Los argumentos de los cabildantes Elizabeth Molina, Iván Saravia y José Manuel Mozo, fueron los que primaron en el debate; algunos intervinieron de forma aislada y otros concejales fueron como simples espectadores.

FASE I DE LA MEGABIBLIOTECA

“No estoy ni a favor ni en contra de las obras que se realizaron en la ciudad. Solo quiero mostrarle la realidad de la parte presupuestal y en qué período van”, expresó el funcionario del orden local, quien, además, agregó, que “la obra tuvo un costo inicial de $10.044.000.000 de pesos e inició la ejecución el 23 de febrero de 2015. Tuvo ciertas adiciones, algunas de ellas obedecieron a modificación de diseños, como también para temas puntuales como la compra de aires acondicionados. Asimismo, durante sus avances, ha sufrido cuatro suspensiones y cuatro reinicios, como también ocho prórrogas, las cuales están sustentadas en la Secretaría de Infraestructura. Hoy, se encuentra en el 100 %, de terminación, pero no se ha recibido, porque desde el año pasado le faltan algunos detalles y la interventoría no la ha querido recibir. Una de las razones por las que tampoco se ha hecho es por la no entrega del acta de finalización de la obra, folio que el contratista no ha mostrado. El hecho de que se vaya a recibir no significa que se deba aprobar, se debe hacer una revisión contractual y un balance de obra final” argumentó.

A la suma inicial del proyecto Fase I, se le adicionó sobre la marcha, el valor de $6.547.419.851 de pesos, lo que encendió las alarmas porque la suma sobrepasa el 50 % del monto estipulado para la obra. El Gerente de Infraestructura en su rendición de cuenta ante el Concejo Distrital manifestó, que “la obra tiene un avance financiero del 86 %, de acuerdo con la certificación dada por la Secretaría de Hacienda. Del valor de la Fase I, sumando valor inicial y adiciones, se han pagado ocho actas, correspondientes a $11.184.000.000 de pesos, faltarían, según la resta aritmética, $ 5.408.392.200 de pesos, pero hay que amortizar un valor que se dio como anticipo y también la interventoría adelanta desde el año pasado un tema de descuento al contratista de $825.000.000 por concepto de sobrecostos. Esos dineros no se van a pagar”. Según los datos proporcionados, todo permite establecer, que solo tendría que pagar la Alcaldía $1.878.000.000, los cuales, según el exgerente de Infraestructura, están en las arcas del Distrito, que deben ser entregados al contratista cuando se apruebe en su totalidad, además del acta de terminación.

El documento que aparentemente tiene en espera el recibimiento de la obra Fase I, es motivo de inquietud, porque, Marchena afirma, que hasta que este no se aporte por el contratista no se puede liquidar la obra. El concejal Iván Saravia, de acuerdo con lo ratificado por el jefe de Infraestructura, cuestionó la inexistencia de este folio y por qué no existe en los archivos del Distrito. “¿Cómo va a decir que no se dará el 100 % hasta que no se entregue el acta, si a la fecha se ha pagado casi todo el contrato? Además, la falta de este documento denota desórdenes no solo en el diseño, sino en el proceso”.

“Esta Fase ha tenido nueve otrosíes, me llama la atención que cuando estos se daban faltando tres días para cumplirse el plazo de entrega, por lo que se adicionaba otro tiempo. El 8 de noviembre de 2015 se adicionó $1.897.000.000 y un plazo más de 3 meses; el 28 de diciembre de 2016 se hizo ‘moñona’, lo que me llama la atención y me da suspicacia es que este mismo día se les hicieron adiciones a las dos fases y se les concedieron 7 meses más de plazo, se les premió con más plata y más tiempo. El 27 de julio de 2017 se hizo una adición de $2.890.000.000. ¿Dónde estuvo la interventoría mientras esto pasaba y la Secretaría de Infraestructura para que hiciera control de esto? ¿Cómo se pagaban estos dineros? Hasta la fachada cambiaron y nadie se percató de esto. Se violó una vez más el principio de planificación en la etapa precontractual. Hay muchas inconsistencias, se están malgastando los recursos de los samarios”, afirmó la concejal Elizabeth Molina.

Existe un referente en arquitectura que ha servido de rasero comparativo con la Megabiblioteca de Santa Marta, es la obra construida en la ciudad de Bogotá inaugurada en 2001, la cual cuenta con 36.812 metros cuadrados, la biblioteca ‘Virgilio Barco’. “Quiero comparar estas dos estructuras y decir que, la obra bogotana proyectada a la época actual cuesta unos $30 mil millones de pesos, y la estructura de la ciudad tiene casi el mismo valor, además de 2.600 metros construidos, por lo que el metro cuadrado del área construida le ha costado a los samarios $10 millones 400 mil pesos, y es una obra sin terminar e inconclusa”, precisó Molina. En cuanto a la réplica del área construida de la etapa I del escenario, David de Marchena aclaró, que para esta fase existen 4.000 metros cuadrados construidos.

Los juicios no solo fueron solo para la Secretaría Distrital de Infraestructura, sino, además, para la interventoría, que no denunció las anomalías al respecto. “La culpa también es de la interventoría, ¿Por qué escondieron la información? ¿Por qué no se le dice la verdad a la ciudad? Lo construido no era lo que merecía Santa Marta. Me llama la atención el porqué no se hicieron efectivas las pólizas pecuniarias, lo que me lleva a pensar que presuntamente haya un contubernio entre los contratistas y la administración para que esto no se lleve a cabo y si eso no pasa, es porque algo está ocurriendo”, manifestó, a su vez, José Manuel Mozo, coadministrador del Distrito.

¿UNA PÉRDIDA ECONÓMICA?

Otro de los actores que está en el ‘ojo del huracán’ es el contratista de la Fase I, Rafael Bejarano, quien aduce que el mayor afectado por los impases de la obra es él, ya que a mayor tiempo de entrega, más han sido las inversiones en seguridad y mantenimiento de la Megabiblioteca. Asimismo, el discurso de defensa propuesto por Bejarano al referirse al atraso de las obras está basado en que las obras han sido modificadas en sus diseños, como quien se lava las manos y busca responsabilizar al que está ausente. “Una cosa son las cosas en el papel y otra es la construcción. Existieron fallas en el diseño. No sé por qué dicen que hubo detrimento, si aún hacen falta cerca de 4 mil millones de pesos para la obra, valor que me ha tocado asumir a mí. La obra fue una pérdida económica”.

El contratista agregó, que “inicialmente dentro del proyecto se estableció un concreto verde y cuando se fue a hacer el análisis de los diseños y estudios se encontraba con un concreto normal, entonces, lo contratado no corresponde con el diseño”, enfatizó Bejarano, quien, ante la ausencia de fracciones de la megaobra, así como las fuentes de agua, las justificó diciendo, que “dentro de los contratos existe un balance entre mayores y menores; y se deja cuando no se puede hacer, solo lo primordial, excluyendo todo aquello que afecte directamente a la obra. Se determinó que la fuente era solo un accesorio, pero no es determinante. Por los cambios del diseño nos atrasamos. Todos los adicionales están justificados”.

Otra de las afirmaciones tibias del contratista se dirigió hacia el acto de iniciar la construcción de la obra sin haberse concluido los estudios, pues Bejarano aceptó, según, por el afán de brindarle el espacio a los samarios, pero este ‘altruismo’ terminó con investigaciones disciplinarias por los presuntos sobrecostos. Por otro lado, también, que el tema de la obra debe estar alejado de cualquier interés político por lo que llamó al control ejercido y a la opinión pública, un “complot político entre dos fuerzas de la ciudad”. Pero ¿Es este un sofisma para distraer la atención sobre el posible déficit denunciado por algunos concejales de Santa Marta?

¿SE CAMBIARON LOS MATERIALES?

Dentro del presupuesto establecido para la construcción de la Fase I se establecieron ciertos materiales, que según algunos estudios previos, darían utilidad a la obra, uno de esos elementos es el de los vidrios que recubren la estructura, los cuales tienen unas características especiales para controlar la temperatura externa y conservar el frío en el interior de los espacios, vidrieras con aislantes térmicos. Este tipo de insumo fue cambiado en la construcción, por lo cual los instalados tienen características similares o se aproximan a los resultados que los primeros darían, por los cual nace el cuestionamiento de que si el material fue cambiado. ¿Por qué los precios no? El interventor de la obra, Andrés Quant, justificó que tales cambios obedecen a la imposibilidad de hacerle ciertas perforaciones a los vidrios térmicos por los que se recurrió a otras especies de cristales.

“El vidrio instalado sí tiene aislante térmico es laminado, y los conceptos técnicos los comprueban. Nosotros lo que hacemos es supervisar los trabajos y ver si cumplen con las especificidades técnicas; tenemos una documentación que sí cumplen con el objetivo de bajar la temperatura ambiente. Los vidrios propuestos al principio no se podían utilizar, ya que los sistemas de anclaje requerían perforaciones y al momento de hacerlas, el cristal perdía propiedades, se consultó con el diseñador y este propuso la fachada tipo vidrio madera. Nosotros no hemos estado ocultando la información de ninguna manera, la es obra es funcional”, aseguró Quant.

El cuestionamiento fue más insidioso para el interventor por la permisividad en los cambios de diseños, ya que las mutaciones han sido importantes de acuerdo con los presentados inicialmente. ¿Por qué estos cambios no afectaron los costos? “Los cambios respecto a los ítemes de fachada, tema eléctrico, surgieron porque al momento de la propuesta inicial no estaban definidas algunas especificaciones, ya que los materiales utilizados no correspondían a los valores presentados, por lo que se debieron realizar adiciones”, puntualizó el Interventor.

EL JARDÍN MILLONARIO

Dentro de los gastos que prenden las alarmas en la inversión de la Megabiblioteca se encuentran los valores invertidos en jardinería y en la siembra de árboles. Plantas que superan el millón de pesos y no son exóticas, ni mucho menos importadas, pueden ser encontradas en cualquier vivero de la ciudad. Guacamayo, Trupillo, Olivo y Samán, cuatro especies comunes, pero cotizadas como si fueran únicas. 13 árboles por la suma total de $13.192.205 pesos.

Asimismo, en lo que respecta al paisajismo hay otras inversiones que llaman la atención dentro del presupuesto de la Fase I. La grama que conformaría la zona verde, en sus inicios debía ser de 3.994 metros cuadrados, pero el valor asciende a $71.735.275. Estas cifras no fueron justificadas por ninguno de los tres actores que intervinieron en el debate.

CONTRATOS PARA AMUEBLAMIENTO

Los datos antes suministrados corresponden solo a las edificaciones, a los que se está construyendo, pero para que un niño disfrute por primera vez esta biblioteca, se deben invertir otros dineros en amueblamiento y elementos de tecnología, de tal manera, que el valor total se incrementa aún más.

El 28 de marzo de 2019 se celebra un contrato bajo el objeto de compraventa de dotación tecnológica de la Megabiblioteca Distrital de Santa Marta, Magdalena, por la suma de $789.604.920 de pesos. El 9 de mayo de esta misma anualidad se firma un nuevo contrato por valor de $334.177.505 pesos, para dotación mobiliaria del mismo escenario. En síntesis, todavía falta una inversión adicional de $1.123.782.425 de pesos para que pueda funcionar el proyecto, contando con que se construya lo pactado estructuralmente.

EL PASO LENTO DE LA FASE II

Las obras de la Megabiblioteca Fase II, también están cuestionadas, porque debieron haber sido entregadas el 30 de junio de 2016. Hoy, se encuentran suspendidas las obras y hasta la fecha se ha avanzado en un 72 % en lo estructural. La construcción tuvo un valor inicial de $6.988.000.000 de pesos, hicieron dos adiciones presupuestales que elevan la cifra a $10.482.000.000 de pesos, también hubo otra más de tiempo, y a la fecha, se le ha pagado al contratista el 82 % del precio de la obra.

“Estas obras están detenidas. El primer adicional fue de $1.216 millones de pesos, un agregado de $2.277 millones de pesos. Este contrato ha tenido dos suspensiones, por la fundida de concreto y por lluvias. Según certificación dada por la Secretaría de Hacienda del Distrito, se ha hecho un pago de $8.615 millones de pesos. Estamos a la espera del levantamiento de la suspensión, porque debe ser de ambas partes y para ello, se debe esperar un tiempo. De acuerdo con las pólizas por incumplimiento, ya estas fueron activadas. Tenemos los recursos para solventar cualquier cosa que encontremos”, especificó David de Marchena.

Por su parte, la concejala Molina señaló, que “los recursos de los samarios no están seguros con estas obras. No puedo decir lo contrario, porque solo resta por pagarle al contratista unos $1.878 millones de pesos, sin importar los daños ocasionados por el cambio reiterativo en los diseños”.

El debate por esta y otras obras que aún no se le han entregado a la ciudad, se prolongará en la medida en que se resuelvan algunas dudas que colmen la suspicacia que despertaron los posibles sobrecostos, lo cual debe ser dictaminado por la Procuraduría General de la Nación y la Contraloría de la República, órganos a cuya competencia y potestad están las respuestas al interrogante final de los samarios, ¿qué pasó con los dineros de la Megabiblioteca?