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Columnistas

Error común, así de simple

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez

Un error común de los jefes (persona con autoridad o poder sobre un grupo para dirigir su trabajo o actividades) … que no líderes (que actúan como guías y orientadores logrando efectos positivos que reconocen los integrantes de un grupo y tienen la facultad de influir en otros individuos), es pretender que quienes lo rodean asientan en todo los que les pide para satisfacer su ego, pero la organización sufrirá ya que los resultados no son ni serán óptimos. Mandar no es tener la razón y menos todo el tiempo. El jefe no es lo que el líder, quien escucha opiniones, incluso las contrarias, toma decisiones ponderadas y tiene la disposición de remontar sus propios prejuicios a la hora de razonar. Una persona, cuyos colaboradores dicen sí a todo, está propenso a crecer en sus errores, ser desastroso, necio, pernicioso y tozudo, lo que es grave sobremanera cuando afectan a la comunidad, lo que es permanente.

En la administración pública, los errores no se ven con inmediatez, ocurrentemente se notan tarde para corregirlos, resultando siempre la corrección complicada y costosa y saber que política las decisiones deben ser cuidadosamente pensadas. El poder político normalmente genera ilusiones en quien lo tiene, cabiéndole razón a los politólogos al decir que, “Cuando llega alguien a un cargo de elección popular tienen casi siempre más que ver con las circunstancias que con las características de la persona, ya que las elecciones se ganan más por las emociones que por la razón, no siendo extraño que un candidato deba más su triunfo a los errores de sus contrincantes que a sus aciertos de campaña”.

Los dirigentes deben saber que el poder es temporal y si se quiere acertar y ser asertivo, hay que rodearse de personas con el suficiente carácter y criterio a no complacerlos en todo lo que decida y a proveerlo de insumos para adecuadas tomas de decisiones. Fundamental igualmente la disciplina, que las órdenes sean producto de un proceso de deliberación donde el cuerpo de asesores haya opinado con libertad. Colaborador que siga una orden no debatida, sin consenso, caprichosa, no ayuda.

Cuando los dirigentes pretenden tener mayores conocimientos específicos que sus colaboradores más especializados, el único camino que les queda a estos es la renuncia. Decir sí a cualquier decisión del dirigente solo por serlo, no exime de responsabilidad a quien la acoge, sobre todo a sabiendas de ser equivocada. Los dirigentes deben dejarse ayudar por sus colaboradores, a efecto de no incurrir en errores, Es acordarse permanentemente que en política los desaciertos suelen revelarse normalmente tarde, cuando es difícil enmendarlos y cuestan demasiado.

Contacto
saulherrera.h@gmail.com *Abogado. Especializado en Gestión Pública

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