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El gran dilema ¿Morirnos de hambre o morirnos por la infección?

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Por Garcilaso de la Vega

No somos un territorio que se caracteriza por su gran desarrollo industrial manufacturero, nuestra gente sobrevive en la informalidad, la cual sin duda alguna crecerá en el futuro pospandemia.

La comunidad se pregunta si estamos frente al falso dilema de ¿morirnos de hambre o morirnos por la infección? No hay tal disyuntiva y menos en nuestro territorio, lo que hay que hacer es enfrentar paralelamente ambos retos.

En el reto sanitario ya sabemos las medidas de higiene que son de responsabilidad personal y que serán en mayor o menor grado exitosas dependiendo de patrones culturales, cultura y conciencia ciudadana y de que la comunidad tenga resuelta la subsistencia con los programas gubernamentales que deben llegar a todos sin distorsiones ni sesgos, de lo contrario, siempre serán intentonas condenadas al fracaso por falta de planeación, recursos y/o comunicación.

El jalonador del éxito en este aspecto debe ser el estado a partir de políticas públicas nacionales pero con coherencia en lo regional, departamental y municipal.

Una primera línea de actuación es la prevención que además de lo mencionado de la responsabilidad individual y personal, requiere del establecimiento de parámetros como el distanciamiento social el cual debe ser de obligatorio cumplimiento como el uso de tapabocas en todas las actividades cotidianas de las personas y en ello no solo juega un papel importante no solo la responsabilidad del individuo sino también el control y exigencia ciudadana, el compromiso tiene que ser de todos y vuelve a ser fundamental la estrategia comunicacional. En este aspecto entra en la escena un nuevo actor, la empresa, es el empresario quien deberá comprometerse a cumplir con la norma en su negocio y en el servicio, trasladando a su personal ese compromiso.

La segunda línea de actuación dentro del reto sanitario es la atención de la pandemia, en esto entran varias consideraciones que son la esperanza de la sociedad.

En primer lugar la responsabilidad de los mandatarios locales quienes tienen la obligación de priorizar las inversiones para adecuar la red de atención al tercer elemento que aparece en la escena, los pacientes ,que como sabemos un alto porcentaje son asintomáticos por lo tanto difícilmente son conscientes del riesgo que representan para la sociedad, otro porcentaje importante son los sintomáticos leves que al igual que los anteriores son de gran potencial de transmisión de la infección y son estos dos grupos poblacionales los que deben ser controlados y buscados por las autoridades mediante pruebas diagnósticas para proteger y cortar la cadena de contagios.

En segundo lugar está la atención de los pacientes infectados y complicados, en este punto es responsabilidad de las autoridades tener información cierta y estadísticas confiables para la toma de decisiones con bases técnicas y científicas. Es también su responsabilidad lograr poner a disposición de la comunidad los diferentes niveles de complejidad para la atención de los pacientes, incluido el máximo nivel que son las unidades de cuidado crítico.

Cómo es imposible tener unidades con los niveles de complejidad requerida se hace necesario fortalecer las unidades de atención de ambulancias para atender las necesidades de referencia y contrareferencia desde los diferentes municipios.

Un estado de alarma y emergencia como este requiere del máximo compromiso y responsabilidad del gobernante para dedicar los mayores esfuerzos y recursos para atender la pandemia y evitar inversiones y gastos en asuntos no prioritarios. Las decisiones deben estar condicionadas y soportadas en la ciencia, la tecnología, las experiencias y las estadísticas dejando de lado criterios de otro orden como político o de imagen.

El mundo científico y los gobiernos por primera vez y como nunca han unido esfuerzos para investigar en posibilidades de medicamentos y cura para esta infección, nunca antes se había publicado tanto y en tan corto tiempo sobre una enfermedad, la carrera por encontrar una cura aún está sin resultados definitivos. Por otra parte la industria farmacéutica, fundaciones internacionales y países buscan afanosamente una vacuna que aún está en fase experimental, hay por lo menos 20 grupos de investigación trabajando en ello.

Hasta tanto no lleguemos a una solución preventiva como las vacunas o curativa como los medicamentos, la única posibilidad es romper y prevenir la cadena de contagios. Haciendo énfasis en la protección de grupos de edad vulnerables por ser adultos mayores o por tener enfermedades previas o concomitantes que aumentan la mortalidad y las complicaciones.

El otro gran reto es el económico y aquí nos hacemos la pregunta: ¿Es momento de regresar a la actividad económica? Porqué una cosa es la apertura de los negocios con bioseguridad y otra es la reactivación económica, esta corresponde a un gran número de acciones multinivel, interviniendo sectores y cadenas productivas, políticas públicas de todos los órdenes con estrategias macro que involucren a las tres ramas del poder público, con reformas estructurales tanto en lo laboral y pensional como en lo tributario.

Entonces, ¿tenemos las condiciones y el músculo económico y productivo para embarcarnos en una iniciativa de estas características en la coyuntura mundial, nacional y regional actual? ¿Cómo sería nuestra nueva normalidad? ¿Cuándo estaremos preparados para una apertura o reactivación económica si aún no hemos alcanzado el pico de la curva de contagios?

¿Los planes de desarrollo que se están presentando obedecen a esta realidad o son reflejo de un modelo político concebido previo a ella? ¿Reconocen y le dan importancia a esta realidad? O sus contenidos no se ajustaron y continúan un proceso pasando por alto las actuales circunstancias que representan un gravísimo problema transversal que afecta la productividad, la competitividad del territorio, la educación en todos sus niveles y obviamente al sistema integral de salud impactando en la calidad de vida de los habitantes.

Este escrito no pretende aportar soluciones, solo reflexiones, estamos frente a un riesgo desconocido, pero hay experiencias en el mundo que pueden ser referentes para la toma de decisiones.

¿Cuáles son las políticas públicas locales para enfrentar la Pandemia? La respuesta es obvia porque desde la declaratoria de pandemia mundial hasta la fecha y la llegada a Colombia, ¿Cuántas camas de UCI se han incrementado en la oferta de servicios hospitalarios del territorio en la red pública? ¿Cuántas camas más tenemos a disposición para la atención de pacientes positivos no complicados con criterios de hospitalización? ¿Incluyen los planes de desarrollo estrategias y acciones reales con cuantificación de los recursos y soporte técnico para atender en su verdadera dimensión e importancia esta pandemia? Todos estos interrogantes deben ser respondidos por las autoridades responsables de la dirección político administrativa del territorio.

Conseguir concientizar a la sociedad y lograr que te sigan no es solo con anuncios, promesas, pantallas, transmisiones y redes sociales, es un logro que debe tener concreción y no retórica. No es coherente que en un territorio dónde los indicadores de educación básica son tan malos, donde la infraestructura de los planteles es deficiente, que difícilmente pueden acceder a continuar su formación con educación superior, donde un gran número de hogares no cuentan con el mínimo de servicio de acueducto y alcantarillado, donde la cobertura en salud no crece al contrario se disminuye por haber reducido la red de centros y puestos de salud, donde los estudiantes a mitad de año aún no reciben el plan de alimentación escolar del 2020, donde cada día la informalidad es la única alternativa de sustento de los hogares, se plantee un plan de desarrollo que incrementa sin ningún estudio de planeación o soporte el incremento desmedido de la nómina, burocratizando el aparato administrativo con cuatro empresas o agencias que finalmente sus objetivos y planes pueden ser ejecutados por las secretarias sin tener que desconocer la institucionalidad del Estado colombiano.

“Una obligación darle a conocer a la ciudadanía cuánto le cuesta cada proyecto al departamento”, son 4 ejes, 22 líneas o “revoluciones”, la Revolución de la Equidad, la Revolución de la Sostenibilidad, la Revolución de la Gobernabilidad y la Revolución de la Productividad, 45 programas, 170 proyectos pero ni un solo indicador en los programas y proyectos a implementar, y según, están direccionadas a la transformación social y económica del Departamento. Después de esto, ¿Cuánto le queda al ente territorial para atender la prioridad del CoVID SARS 2? Ese es el reto de la Corporación Asamblea del Magdalena en su estudio y aprobación de plan de desarrollo departamental “Magdalena renace 2020-2023

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