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Columnistas

Sobre lo fundamental

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Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez*

Humanidad y planeta están amenazados. A la humanidad la rondan constantemente crisis y emergencias sanitarias, económicas, sociales ambientales, políticas y de seguridad. Al planeta, un acelerado deterioro le han causado los seres humanos. Para rematar, vivimos aún una pandemia que aceleró un diagnóstico estructural que seguirá pendiendo como una espada de Dámocles, para la presente y demás generaciones por venir.

 Vueltos a la normalidad, que algún día llegará, lo que esperamos sea pronto, debe colocarnos a los humanos de manera prevalente, al reto permanente de la supervivencia. Ser más proactivos. Actuar con sindéresis. Atender en mejor forma las oportunidades y los procesos todos que conduzcan a mejores destinos.  Como departamento somos un potencial en muchas áreas, entre ellos talento humano y una pródiga naturaleza que en manera integral nos enriquece.

 Historia, experiencia, lo básico y lo complejo, sueños, proyecciones, ganas, estrategias, planeación, realidades, necesidades, satisfacciones, insatisfacciones, familia, comunidad, territorio, sacrificios, innovación, ciencia, tecnología, conocimientos, herencia, diversidad de toda índole, éxitos, triunfos, sociedad, fracasos, inconformismos, estudios, inventario, cultura, formación, información, idiosincracia, análisis, evaluaciones, memorias, sistematizaciones, procedimientos, academia y demás aspectos, situaciones y circunstancias para aprender de ellos, deben ser nuestros insumos y acumulados para proseguir con prisa y sin pausa camino a una definitiva y duradera prosperidad, en la que importan sobremanera desarrollo social y humano, crecimiento y bienestar.

 Es proponernos construir un mejor porvenir, considerar realmente al ser humano como centro y prioridad de la sociedad y todo cuanto ella entraña, importa, comporta, representa y significa, aunando en tal derrotero y de manera positiva la suma de las distintas concepciones que tengamos camino a rehumanizarnos como especie, atendiendo desde el dónde venimos, dónde estamos y a qué aspiramos, no como un simple decir, sino como esenciales experiencias de vida.

 Se trata que acudamos como seres sociales que vivimos y cuestionamos, a la relación con la política en su mejor sentido y significación como expresión del todo, como eje interdisciplinar e intercultural, en cuyos programas se ubiquen los problemas que acusamos y que ojalá hayan sido definidos en procesos participativos de toda índole que estén o vayan surgiendo.

 Ameritamos como sociedad, de estas y otras reflexiones constructivas, que sean útiles y beneficiosas a los nuevos principios y valores que tendrán que surgir con las nuevas generaciones. No podemos darnos el lujo como sociedad de perder lo fundamental de nuestro ancestro ni el potencial alternativo que tenemos en la pródiga naturaleza que nos abunda, y de la mano de todo lo cual, ir con resiliencia tras renovados conceptos de integral desarrollo en contexto de democracia y participación comunitaria activa. Es ello lo fundamental que nos llevará de una vez por todas a pasar a acciones transformadoras con espíritu colectivo y sentido de pertenencia.