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¿El dueño de la Colombia Federal? ¿Y los dueños de la fallida descentralización?

Por Michel Baldovino López
Últimamente se ha hablado mucho sobre la propuesta de cambiar el modelo de Estado de Colombia y pasar de un estado unitario a un Estado Federal. El Gobernador del Magdalena Carlos Caicedo se manifestó un poco airado en Twitter, debido al anuncio del Ex ministro Juan Fernando Cristo de abanderar con su nuevo partido político la propuesta de la Colombia Federal; la reacción del gobernador no solo fue apresurada sino fuera de contexto al dar a entender que la idea del federalismo le pertenece, como si se tratara de una idea inédita e innata de la que nunca se hubiese hablado y debatido en Colombia. Pues bien, quiero recordarle al Gobernador y a todos, que el debate del federalismo es de nunca acabar y que, desde la academia, partidos políticos, líderes y medios de opinión se ha discutido al respecto.
Debatir sobre la Colombia Federal pareciera ser un asunto de mera remembranza histórica. Viene de imaginarios y momentos del siglo XIX, donde algunos personajes empezaron a hablar sobre el tema, Antonio Nariño y Camilo Torres, la Patria Boba, Manuel Murillo Toro, el Olimpo Radical y la Regeneración liderada por Rafael Núñez, fueron algunos ilustres.
La discusión de federalismo o centralismo es inherente a la historia de Colombia. Los primeros años de vida republicana presentaron intensas luchas de simpatizantes de estos dos modelos. Nicolás Pernett, historiador colombiano, decía que los que eran cercanos al poder colonial como Antonio Nariño, pregonaban la idea de seguir un modelo similar al que aplicó España y propugnaron por el centralismo. Por otro lado, los cercanos de ciudades como Popayán como Camilo Torres, se preocuparon por seguir un orden federalista.
Otros historiadores han señalado que parte del debate se debe a que Colombia ha sido un país de regiones, que se cimienta en su extensión y geografía donde se han creado regiones muy poderosas.
Una idea que se afirmó en ese entonces, fue que la principal diferencia entre conservadores y liberales era su posición sobre el centralismo y el federalismo, debido a que una buena parte del conservadurismo, se la jugó por el federalismo.
Sin embargo, cuando los conservadores retomaron el poder y la victoria en la Guerra de los Mil Días, hubo un proceso conocido como la Regeneración, impulsado por Rafael Núñez, que terminó con un modelo centralista mediante la Constitución de 1886.
En la actualidad Colombia es un Estadio unitario y descentralizado político y administrativamente. La descentralización es el otorgamiento de funciones y competencias a personas jurídicas del estado.
Y al hablar puntualmente de descentralización territorial, se considera como el otorgamiento de funciones y competencias a las entidades territoriales que fueron consagrados en la constitución política como municipios, distritos y gobernaciones. Esta figura administrativa tiene como propósito darles autonomía a dichos entes territoriales, pero hoy vemos como todo ha quedado en el papel.
Hay que decirlo con claridad, en Colombia la descentralización ha sido fallida, y ha sido causa de muchos factores, pero uno de ellos y de los más esenciales es que los Municipios carecen de capacidad institucional, lo que afecta la gobernabilidad que no es otra cosa que la capacidad para dar respuestas oportunas desde el estado a las demandas sociales de las comunidades.
Y ese debilitamiento de la capacidad institucional precisamente se quiso vencer en la constitución del 91 al crear las gobernaciones como ente intermedio que cumpliera un rol bisagra articulador entre los municipios y la nación, pero, sobre todo, que potenciarán la capacidad institucional de los municipios y que fueran lo suficientemente maduros para asumir cada uno de los elementos de planeación en aras de cumplir sus planes de desarrollo.
Nuestra constitución política de 1991 es casi perfecta; enmarca los derechos humanos llamados derechos fundamentales y sus mecanismos de protección, la democracia, la pluralidad y la inclusión, así como un estado social de derecho que no es otra cosa que el estado garantista de los derechos de la Gente.
Como ya lo he mencionado, esa misma constitución política contempla que las gobernaciones son un ente intermedio, así lo consagra en su artículo 298: “Los departamentos ejercen funciones administrativas, de coordinación, de complementariedad de la acción municipal y de intermediación entre la Nación y los Municipios”, y quiero ser insistente al mencionar que su papel más preponderante es potenciar la capacidad institucional de los municipios, y más aún en municipios como los del Magdalena donde casi todos son de sexta categoría. Evidentemente ese rol no lo cumple desde hace muchos años la gobernación del Magdalena y me temo que tampoco la mayoría de gobernaciones del País.
La descentralización es fallida en gran parte por el mal actuar de las Gobernaciones.
¿Entonces no es mejor preocuparse por cumplir lo que ordena la constitución política, y actuar para fortalecer las capacidades de los municipios y que se sientan cercanos a la nación, que encerrarse en tontas discusiones por apropiarse de la propuesta de la Colombia Federal? Cómo podemos pensar que un modelo estado federal será efectivo si no sabemos si se cumplirá, cuando hay evidencia que la constitución que tenemos es solo papel y texto, pero no realidad.
En el texto constitucional los municipios gozan de autonomía y las gobernaciones son entes intermedios; en la realidad los municipios carecen de elementos para ser autónomos y las gobernaciones son ausentes para apoyar a los municipios.
Hace unos meses escribí una columna titulada: La era de la Municipalidad, para reflexionar sobre la necesidad de poner el municipio en el centro del desarrollo del País. Es el municipio y sus autoridades quienes están más próximos al ciudadano, tanto para gobernar como para ejercerles control político y social. Potenciar los municipios, y replantear los alcances de las gobernaciones; empecemos por ahí, cumplamos lo que dice la constitución antes de protagonizar egoísmos y personalismos en la Política.
