Columnistas
Santa Marta, el Magdalena y sus pentacentenarios

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez
La historia de una ciudad, departamento, región o país, incluso barrio comuna o localidad, es sin duda alguna parte constitutiva de la identidad cultural de sus pobladores; dado que cada averiguación, hallazgo, encuentro, precisión, manifestación, descubrimiento, invención o acierto, entre otras aspectos y consideraciones, será siempre un acontecimiento de importante relevancia. Este es el caso de los nuevos elementos incorporados al conocimiento de los hechos y acciones relativos a la Santa Marta y el Magdalena, que en su libro, Pentacentenario, de gran factura, contenido soportado en un sólido aparato documental, nos es expuesto a todos para su interpretación, por el licenciado, escritor, académico, historiador, y periodista, entre otros títulos y actividades, Armando Emilio Colón Rojas, autor igualmente de significativas publicaciones, con las que ha enriquecido de manera positiva nuestra escasa bibliografía vernácula.
Los de aquí, fuimos haciéndonos mayores oyendo y escuchando historias que reiteradamente han sido trasladadas de generación en generación con poca aduana y apenas escaso beneficio de inventario. Algunos autores con ánimo cierto y audacia histórica, han plasmado versiones recogidas de otros que los antecedieron y en fuentes secundarias, sin mayor crítica a los sucesos, gestas, incidentes, ocurrencias o episodios considerados claves en la ciudad y el departamento, desde luego que con las excepciones por todos conocidas.
Sirva este importante trabajo para hacer un llamado a la academia en general y universidades en particular, para que en el derrotero de promover la construcción de conocimiento estimulen, apoyen, impulsen y fomenten los hechos que bien y mejor puedan acrecentar el patrimonio cultural, como bien y mejor lo hace el docente Colón Rojas, que hoy desemboca en este libro magnífico; de ahí la importancia que en adelante podamos tener la certeza de constatar que los nuevos enfoques y las variantes sobre la interpretación de la historia de la ciudad y el departamento deben ameritar, como lo amerita este trabajo los esfuerzos que deben hacerse en esta dirección.
Tenemos que entender, como aquí se entiende, que siempre la nueva y fundamentada versión de algunos acontecimientos resignifica y redimensiona el papel de los protagonistas de ayer, además de dar a conocer otros revela otros que se habían refundido o extraviado, por no decir que perdidos; de ahí sean igualmente los archivos fuentes decisorias para la articulación del nuevo entramado histórico que construye este texto, lo que se armoniza con lo siempre oído como referente de las anteriores generaciones y conocemos como el llamado valor de la palabra, aserto que nos impone no olvidar jamás ni nunca que los documentos provenientes de los archivos dejan en claro que la palabra y el testimonio sirven de fundamento a la consolidación de toda organización social.
Hechos y realidades del ayer donde se desenvolvieron nuestros antepasados y constituyen cimientos de nuestro presente, corroboran la afirmación que la historia la han hecho los hombres con su liderazgo y empuje, de la misma manera que queda en evidencia que ella, la historia, se borra si no la escribimos y corregimos oportunamente.
Los lectores de este libro, que debemos ser todos, encontrarán que la historia es y seguirá siendo, para bien, una historia inconclusa y este libro magnífico, repito, deja descubiertas las puntas de un ovillo que debe seguir desenredándose. Esperaría que sigamos trabajando en ello y animar a historiadores, no historiadores y demás interesados a hacer lo propio. Maestro Armando Colón Rojas, admiración y respeto.
