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Columnistas

Del populismo en la provincia y otros temores.

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Por Edgar Jafet Hernández

Hoy cuando nos acercamos al aniversario número 12 de la irrupción de Fuerza ciudadana y su líder en la política provincial, hay que recordar que dicho movimiento desplazó eficazmente a los liderazgos de otras épocas, no obstante, como demócrata y librepensador considero necesario ofrecer esta reflexión, si se quiere, ciudadana, con el propósito de revelar rasgos populistas en quienes dirigen los destinos de mi ciudad y mi departamento, subrayando el peligro que, en mi opinión representa para el Desarrollo y el futuro del departamento del Magdalena.

El liderazgo del movimiento es en síntesis populista y su máximo líder, un populista de provincia, su origen provincial, frecuentemente recordado por el mismo, es exhibido como un token de humildad, pero no se confundan no es populista por su origen, lo es, por sus formas, en especial sus formas de gobierno.

El líder, sus alfiles y en general su movimiento encarnan las principales desviaciones que habitan la mentalidad del populista; un desprecio por la libertad individual e idolatría por el estado, el complejo de víctima y la hegemonía cultural. (Gramsci).

Acá se las presento:

  1. Desprecio por la libertad individual e idolatría por el Estado.

El “Caicedismo” se ha caracterizado por suprimir la individualidad, incluso en sus principales alfiles, aun esta fresco en la memoria el relato de cierto Exalcalde, atribuyéndose toda la responsabilidad en algunas de las investigaciones en contra del hoy Gobernador, con el principal propósito de protegerlo.

En similar sentido, desde su discurso “alternativo” insisten en la necesidad de fortalecer el Estado a partir de una falacia. “La estatización es la solución”, en su lógica emprendió una campaña mediática por sacar a la ineficiente metroagua y convertir a ESPA en la ESSMARR y asumir directamente la prestación del servicio de agua en la ciudad. Como una nota de nepotismo en la gerencia de dicha empresa nombraron a su hermana Carmen Patricia.

Samarios debemos recordar que, el afán de estatizar la prestación del servicio tuvo un resultado nefasto: La ESSMAR acumuló un déficit superior a 70 mil millones de pesos, lo que obligó a su intervención, decisión administrativa que hoy mantiene el Gobierno Nacional en cabeza de un aliado, el señor Presidente Gustavo Petro, es decir, las razones de la intervención son reales, no son fruto de una persecución como airadamente reclamaba Caicedo, cuando tutela en mano y en un asunto donde no tenía jurisdicción ni competencia, reclamo coléricamente por la intervención administrativa.

  1. Complejo de victima

Esta desviación es intrínseca al ADN del movimiento y una herramienta electoral poderosa que han sabido explotar de forma sistemática.

Ahora, no es que se pueda afirmar sin asomo de duda que, a Carlos Caicedo no lo han perseguido en el pasado. En mi opinión, al menos el episodio UNIMAG, que involucró al entonces Gobernador Trino luna, fue una persecución real y despiadada. Sin embargo, considero que se ha apelado a la “persecución”, más como una como estrategia electoral y como justificación de pobres ejecutorias, a pesar del número de años que llevan el poder y los billonarios recursos que han tenido a su disposición.

La máxima es: Cuando un contrato no se termina en el plazo contratado, la culpa es de otro, cuando por falta de planeación se incrementan los valores contractuales, la responsabilidad es de alguien más, cuando las obras se siniestran y no se entregan la culpa es de la vaca.

Cualquier decisión administrativa, judicial o inclusive critica ciudadana por objetiva que sea, es de forma automática destrozada por un robusto equipo de medios e influencers en redes sociales, que contribuyen a fortalecer la imagen del “perseguido” que Caicedo tanto ha explotado y aún hoy continúa haciendo. Lo llamativo es que, sus opositores políticos contribuyen a reforzar esta imagen en el imaginario colectivo, lo que termina siendo muy conveniente para las aspiraciones políticas del movimiento.

  1. Hegemonía cultural.

Es un concepto desarrollado por muchos ideólogos de la izquierda que, quizás encuentran a su principal exponente en Antonio Gramsci. Esta idea en síntesis busca o, mejor dicho, afirma que la “revolución” no debe buscarse de forma violenta o como resultado de una lucha armada, sino que, por el contrario, la revolución se daba en el campo de las ideas, era o es una batalla intelectual y cultural. El propósito es cambiar las ideas, el lenguaje, la cultura y los símbolos como forma de transformar las instituciones y la sociedad.

La construcción de imaginarios colectivos, la anulación de ideas o símbolos ajenos al propósito del movimiento en el poder es y siempre será la consigna. En el caso del “caicedismo” y Fuerza ciudadana esto ha sido un punto permanente en la agenda del movimiento y en los gobiernos que casi siempre son lo mismo, es frecuente ver como la agenda de gobierno se confunde o entrelaza con el activismo político del movimiento político.

A nivel cultural por mencionar un solo caso, hoy en el Magdalena y Santa Marta, se borraron institucionalmente los colores y símbolos que han representado a lo largo de la historia a la ciudad y el Departamento. Estos territorios, hoy se identifican a fuerza de presupuesto público con el ácido del color naranja. El propósito de esto y otras estrategias es aferrar al imaginario colectivo que Santa Marta y el Magdalena, NO eran antes de fuerza ciudadana y no podrán ser sin ese movimiento y su líder.

Ojalá la gente vea el peligro que representa que un Populismo de estas dimensiones siga acumulando poder en nuestro territorio.