Columnistas
La deuda histórica con los Wiwas, Koguis y Ette Ennaka
Por: Lerber Dimas Vásquez
Hace varios años conocí al Mamo Kogui Lorenzo, debe estar cercano a los 110 años y su longevidad se mezcla con la bondad, la jocosidad y el conocimiento. Lorenzo puede hablar sobre cambios (sociales, ecológicos y políticos) en la Sierra Nevada de Santa Marta, asociados a periodos presidenciales que van desde quienes no hicieron nada, como Miguel Abadía Méndez, Gustavo Rojas Pinilla, que pasó por encima de ellos, hasta Uribe con sus operaciones militares y, uno más, que se deleitó con las bondades de bonanza marimbera. Se veía el humo a los lejos, relata, Lorenzo. Desde hace un tiempo importante somos amigos y aunque no lo visito -por temas de seguridad- siempre busco la forma de hablar con él y saber cómo esta.
Elisée Reclus, escribe un libro que recomiendo: Viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta, que aunque fue escrito en 1947, la historia se relata desde su arribo a este lugar en 1855 y su gran interés por llegar hasta la “horqueta”, lo que hoy se conoce como los picos Simón Bolívar y Cristóbal Colón, nombres, que no sé quién se los dio porque ninguno de los dos eran samarios o magdalenense y llegaron a estar tierras con propósitos diferentes. Hoy Santa Marta es una ciudad donde nunca se habla de Zambo Simonguama ni de Xebo y todos hemos caminado, de alguna manera, por las tierras de Bonda, Masinga, Gaira, Mamatoco y Taganga; entre otras. Donde nunca se habla del gobernador español, Juan de Guiral, ni de los 71 caciques que mató, por esto, como dice Todorov citando a Primo Levi: “las huellas de los que ha existido son bien suprimidas, o bien maquilladas y transformadas; las mentiras y las invenciones ocupan un lugar en la realidad”.
Santa Marta se acerca a los 500 años y muchos de los mandatarios, ni siquiera saben de la riqueza cultural que existe. Se vanaglorian con Rodrigo de Bastidas y se creen seudo-europeos samarios: se sienten inspirados llevándoles arreglos y ofrendas florales y hasta hace muy poco ese colonialismo perpetuo, se seguía llevando la plata de los samarios a través de nefastas concesiones del agua mientras moríamos de sed. Es que, incluso el exalcalde de Ciénaga se atrevió a decir en público: si los españoles no nos hubieran colonizado, todavía usáramos taparrabos y la exgobernadora del Magdalena, se atrevió a comparar con posesivo a bordo: “mis indígenas, presidente, no son como los de la Minga, aquí si son aterrizados, inteligentes y preparados”, desconociendo por completo los diferentes procesos organizativos y de resistencia indígena.
El tema es: Wiwas, Koguis y Ette Ennaka, que hacen parte de la pluralidad cultural de la Sierra Nevada de Santa Marta y, aclaro, no tengo nada en contra de los Arhuacos: mi mayor respeto, consideración y admiración. Todavía siento la muerte de mi gran amigo Danilo Villafaña, pero aquí en Santa Marta, la ciudad que tiene la mayor proporción de Wiwas, Koguis y Ette Ennaka, no se les tiene en la cuenta para nada. Los presidentes se reúnen en Nabusimake, nunca han ido, por ej., a Mamarongo ni han escuchado al Consejo Tradicional de Autoridades Indígenas, adultos mayores con una riqueza espiritual incomparable. El proyecto Tras la Perla de América solamente muestra a los Arhuacos y la pregunta es: ¿Por qué no se les da también este reconocimiento y esta visibilidad a Wiwas, Koguis y Ette Ennaka? ¿Acaso ellos no tienen derecho e incluso mayor espacio territorial?
Los Ette Ennaka o Chimilas, están condenados y como lo plantea el profesor Julio Barragán, están forzados a desaparecer, es el pueblo más frágil. Lean el trabajo del también Antropólogo de la Universidad del Magdalena, David Luquetta: Material life across the colonial frontier: chimila people at the second half of the 18th century, para entender su historia o vayan a Naara Kajmanta, ahí mismo en Gaira o Issa Oristunna y Ette Buteriya en Sabanas de San Ángel, donde se mueren de sed y no crece sino la maleza.
Ni hablar de los Koguis quienes recientemente tuvieron que hacer una gran protesta, en condiciones inhumanas para ser escuchados por el gobierno local y nacional o los Wiwas, con sus comunidades nacientes, creo que ni el término les es familiar y solo fueron importantes la vez que un rayo, desafortunadamente, se llevó a 11 de ellos; entre esos a mi otro gran amigo Chema y a un estudiante de Antropología de la Universidad del Magdalena y, dejó 20 heridos, y aquí otra recomendación: Ruama Shama: desde el corazón y el pensamiento del pueblo Wiwa y especialmente el capítulo escrito por Javier Ortiz Cassiani: El cuerpo herido de los Wiwas, ““A mí no me privó, no más me dio un golpecito. El rayo decía esto lo hacemos para que usted también comprenda y hable y empiece a informar a todos, porque de hoy en adelante va a haber violencia de la naturaleza, violencia de la humanidad porque ha habido mucha profanación, están irrespetando la madre tierra, no la quieren escuchar, no quieren respetar la tierra”.
Es claro que Santa Marta necesita resolver problemas asociados a su identidad, antes de que estos pueblos desaparezcan o desaparezca su lengua y se pierda todo su legado cultural. Que bueno sería intensificar la historia en colegios y universidades y, devolver la importancia a los pueblos originarios y que la alcaldía y la gobernación, fomentaran tertulias, conversatorios al aire libre y existiera una agenda real, para los 500 años, en donde solo importara la historia de la colonia. Que se le quite el nombre de Cristóbal Colón y Simón Bolívar y se les llame por sus mitos de creación: Aluna o Seránkua, entre otros y que se deje de ver a los pueblos indígenas como algo exótico, sino como parte fundamental de nuestras raíces; de nuestra historia y de la razón por la cual habitamos estás montañas. Sin ellos, hoy no seriamos nada.
Termino con una frase reciente del profesor Wilhem Londoño: “Qué triste el endocolonialismo. Los samarios no pueden administrar su territorio, sino es El Icanh es Parques Naturales, sino es Parques Naturales, es la Dimar, sino es la Dimar es el Ejército. Y lo peor, los áulicos defendiendo el centralismo cachaco” y, adhiero: áulicos defendiendo el modelo colonial porque así se sienten seudo-europeos samarios.
Aclárennos: ¿Qué es lo que vamos a celebrar en estos 500 años?