Columnistas
Ojo al tiempo
Por. Saúl Alfonso Herrera Henríquez
Se ha dicho mucho, palabras más… palabras menos, que la política es el arte de las soluciones y no la urdimbre de los problemas, lo que debemos tener siempre en cuenta, a efecto de avanzar siempre y no enredarnos en pequeñeces ni distracciones menores, más cuando es bien sabido, decir generalizado, que el tiempo es objetivo y no subjetivo y el de la política avanza, querámoslo o no, sin retroceso. El tiempo nunca se detiene, retrasa ni anticipa. Funciona a plenitud y con absoluta autonomía. No requiere de nuestro auxilio, no solicita mantenimiento ni exige combustible. No se descompone, desgasta ni perece. Es infalible y eterno. Es por excelencia, el sistema perfecto. Nunca es neutral. Siempre corre a favor o en contra. Esto para significar que a muchos mandatarios les has sobrado o faltado tiempo, así como les ha faltado grandeza y gloria, que a pocos le ha correspondido.
En todos los temas de la vida ojalá nunca nos falte ni nos sobre nada. Lo que debe operar para los Mandatarios. Además de perfecto, el tiempo es integrador a plenitud. Todos vivimos en él. Todo nos acontece dentro de él. Solamente los fallecidos no viven en el tiempo, sino en el recuerdo. En aquel lugar que está fuera del tiempo y más allá de él. En muchas ocasiones, confundimos el recuerdo con el pasado, así como también y muchas veces la premonición con el futuro, lo que es tanto riesgoso como peligroso. El recuerdo no es el pasado y la imaginación no es el futuro. Pasado y futuro son espacios temporales. Recuerdo e imaginación, ejercicios dimensionales. Empero, podemos mezclar la imaginación con el pasado y así suponer cómo sucedió lo ocurrido, lo que llamamos deducción y lo recibimos como regalo de la lógica. También podemos combinar recuerdo con futuro y, así, adivinar cómo sucederá el porvenir, lo que se llama previsión y lo recibimos como obsequio de la experiencia.
Tenemos en consecuencia que hacer lo justo en el tiempo justo, no perder mucho tiempo como vemos pierden irremediablemente sinnúmero de gobernantes en aspectos muchos, como seguridad y esperanza. Asesinatos, atracos, secuestros, muertos innecesarios y otros inevitables, confusiones, embrollos, desabastecimiento imperdonable de medicamentos, deforestación, deserciones escolares, bravatas diplomáticas irracionales y desde luego pérdida de tiempo que nos ha hecho perder el tiempo. Olvidamos olímpicamente que para la real politik, la política real, todos los puentes deben construirse desde el presente hacia el futuro y jamás deben instalarse desde el presente hacia el pasado y servir para avanzar y no para regresar, en el entendido, repito, que la política es el arte de las soluciones y no la urdimbre de los problemas.
El tiempo perdido no se recupera jamás ni nunca, no se reencuentra. Y cuando es robado no tiene indemnización, compensación, reposición, reproducción, regeneración, devolución ni remedio; por lo tanto, queda solo aprovechar de la mejor forma y manera posible, el tiempo por venir. Todos sabemos lo que tenemos que hacer. Gobierno, empresa, consumidor, trabajador, patrón, inversionista, ahorrador, maestro, estudiante, todos, en fin, ya que el que no lo haga, no tiene permitido disculparse con el sanbenito que no lo sabía, lo que debe aferrarnos a aquello que, si no tengo tiempo, nada me sirve. Pero si lo tengo, nada me falta; e impulsarnos debe para hacer del tiempo una valiosa herramienta que bien administrada nos garantice futuro