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Columnistas

¿Sofisma de distracción?

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Es crucial que la administración actúe con responsabilidad y transparencia, priorizando el interés general por encima de los intereses particulares. A su vez, es imperativo que la ciudadanía mantenga un control crítico sobre la gestión pública y no se deje llevar por discursos populistas.

Por: José D. Pacheco Martínez

El reciente ascenso del Unión Magdalena a la primera división del fútbol profesional colombiano ha sido presentado por la administración distrital de Santa Marta y concretamente, por Carlos Jaramillo, como una oportunidad dorada para el desarrollo económico y social de la ciudad. Sin embargo, es fundamental analizar este evento desde una perspectiva realista y crítica.

Lo primero que hay que decir es que el Unión Magdalena es un equipo con recursos más bien limitados y poca capacidad de maniobra en el mercado de fichajes, es decir, no puede permitirse la contratación de grandes figuras que dinamicen la venta de abonos, así como tampoco está llamado a ocupar puestos de vanguardia en el campeonato y mucho menos, aspirar a competencias internacionales.

Unión Magdalena es un equipo modesto en todos los sentidos y que cuando asciende, tiene como máxima pretensión sostener la categoría el mayor tiempo posible; desde esa perspectiva, aunque dura, pero realista, es bastante difícil jalonar la llegada de aficionados desde otras ciudades.

En la columna firmada por el secretario de Desarrollo Económico del distrito de Santa Marta y difundida en varios medios de comunicación a finales del año pasado, se afirma sin ningún elemento de valor y juicio que el ascenso a Primera Categoría del Unión Magdalena por sí solo atraería nuevas marcas y patrocinadores con capacidad económica dispuestos a invertir en la ciudad.

Exultante, propone que la presencia de Unión Magdalena en la A tiene un efecto que se extiende más allá del fútbol y sus pasiones. Desde ese lugar común y desconociendo la realidad del asunto, anticipa que automáticamente se aumentará la asistencia a los partidos y el interés por eventos deportivos atraerá más visitantes a la ciudad, beneficiando directamente a los negocios locales y aumentando la tasa de empleo.

Las noticias que dieron cuenta del ataque con piedras al bus donde se transportaba el equipo de Millonarios y la medida que prohíbe la entrada de público visitante al estadio Sierra Nevada para el partido contra Junior el próximo sábado, son dos eventos que dan al traste con las optimistas proyecciones de Jaramillo. No es la primera vez que esto ocurre; en el pasado, los enfrentamientos con las barras de Nacional, América, Bucaramanga, Cali, Cúcuta y Real Cartagena dentro y fuera del estadio han dejado muchos heridos y hasta muertos.

Empresarios del sector comercio, transporte y turismo tal vez coincidan conmigo en que el público visitante que asiste a los partidos del Unión Magdalena no es del tipo que visiona Carlos Jaramillo en su columna, sino todo lo contrario: más bien indeseable y problemático. Este contexto plantea desafíos en términos de seguridad y convivencia ciudadana, difíciles de cumplir para el actual gobierno, si se tienen en cuenta los altos índices de criminalidad del último año.

Si bien, como dice Jaramillo, es innegable el potencial del fútbol como dinamizador económico, la experiencia demuestra que, en muchas ocasiones, los grandes eventos deportivos terminan generando una mayor concentración de la riqueza y profundizando las desigualdades sociales, dado que la posibilidad de tomar partido en ellos es limitada por cuenta de la elevada inversión que demandan.

Prueba de esto son las ciudades que puntean en las estadísticas de ingresos por eventos deportivos: Bogotá, Medellín, Cali y Barranquilla. Todas son sedes de los equipos de fútbol más importantes y emblemáticos del país (Millonarios, América, Nacional y Junior) y donde se concentra una porción importante de los recursos del erario para la ejecución de obras públicas.

Para hacernos a una idea de la dimensión del asunto y la infraestructura no solo deportiva, sino también hotelera y vial que exige, por ejemplo, la organización de eventos como los llevados a cabo en Barranquilla durante 2024: Mundial Femenino de Amputados, Mundial Juvenil de Tenis Copa Barranquilla, Big Games Británico, Campeonato Rotax, Eliminatorias al Mundial 2026 con la Selección Colombia, Barranquilla Open, Mundial de Béisbol Sub-15 WBSC, Mundial Juvenil de Tenis, Carrera Río 15k, entre otros.

No se entiende ni tampoco queda claro en el escrito de Jaramillo, más allá de las vitrinas comerciales y capacitaciones a emprendedores que está llevando a cabo su dependencia, cómo Santa Marta, con un sistema de acueducto y alcantarillado deficiente, playas con picos de contaminación 50 veces por encima de lo permitido y una movilidad estrangulada, se convertirá en epicentro del deporte nacional.

Habida cuenta de la realidad de la ciudad, sería bueno preguntarse: ¿se está utilizando desde la Alcaldía y sus Secretarías el entusiasmo por el ascenso del Unión Magdalena como una cortina de humo para ocultar los serios problemas que enfrenta Santa Marta, como la inseguridad o la falta de transparencia en la gestión pública? ¿Se está manipulando la pasión por el fútbol para generar apoyo político y desviar la atención de lo verdaderamente importante?

En conclusión, es fundamental que la ciudadanía ejerza un control crítico sobre la gestión pública y no se deje engañar por discursos populistas y demagógicos. También, es crucial que desde la administración se actúe con responsabilidad y transparencia, priorizando el interés general.