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Columnistas

Gobernantes, a desvirtuar aprensiones

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Por: Rubén Darío Ceballos

Las aprensiones parece que han ido ganando terreno en una gran parte de nuestra sociedad. Muchos sostienen como consecuencia de las conclusiones de una gran cauda de ciudadanos quienes observan que los desarrollos no se dan como debieran, que hay una especie de paquidermia insufrible, que no va a tono con los tiempos actuales de suyo vertiginosos. Y así como lo ven respecto de la Administración Pública, también lo trasladan a las organizaciones políticas, en las que se ha dejado de creer y acusan de consumir ingentes dineros de los asociados a cambio de pobres resultados para la vida democrática del país en todas sus territorialidades.

Sostienen además, que ya está bueno de imposiciones, de simulaciones, de alianzas inconvenientes que dejan de lado los avances sociales respecto de las cuales hay mucho por batallar, toda vez que hay retos pendientes tales como enfrentar los desafíos por la falta de un sólido sentido de pertenencia, de identidad y una lucha a fondo contra la corrupción que ha provocado una total desconfianza en cuanto hace relación con las instituciones y dirigencia política que sume a la sociedad, desgraciada y vertiginosamente al borde del colapso.

En el departamento y municipios nuestros, percibe uno de primera mano cuando lo recorre, que la falta de credibilidad es definitivamente manifiesta, lo cual abruma y ello no está bien. Las gentes quieren y esperan más de sus dirigentes y así lo expresan. Se dicen cansados. Se sienten agobiados. Juzgan que acremente -incluso con aspereza- que la corrupción sigue galopando en forma desbocada, los escándalos en vertiginoso como frenético aumento y cada día y cada vez más ramplones, inelegantes y vulgares. Mayores igualmente los desaciertos en materia política. Los caminos se nos antojan sinuosos y de hecho lo son, además de complicados por razones que nos atraviesan en los ámbitos político y social. Definitivamente, y así lo expresan muchos de nuestras gentes, enrarecido está el clima desde hace ya muchos años, lo que ven traducido en descomposición administrativa y política.

Entendamos que la lealtad primera se debe a las gentes, no a los intereses de facciones políticas o sociales. No. Primero lo primero, y lo primero, lo primordial, lo prioritario es la gente con su carga de realidades, necesidades y demandas a ser satisfechas. No darle solución a lo cual, esto es, no hacerlo como se debiera, nos seguirá sumiendo y llevando cada vez más lejos al campo de las fracturas en el seno de la sociedad, a la incomprensión social, así como a desprendimientos que nos han de colocar al borde del precipicio, por lo que debemos y tenemos que establecer con prontitud y de manera permanente mayores acercamientos ciudadanos en ruta a soluciones consensuadas y gozosas del total respeto colectivo. Esto es, enderezar el rumbo que bien retorcido y rizado se encuentra. Hacerlo ahora o desvirtuar el futuro.

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