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¡El joven David se batió contra los filisteos y con una honda les gano!
Antes de continuar con esta narración cuasibiblica debemos aclarar que de joven solo le queda la añoranza de los tiempos díscolos de juventud. El David de esta historia es David «el azulejo» Valencia quien se enfrentó a nada mas y nada menos que al sumo sacerdote Fincho Cepeda y todo su zanedrin y los venció!
Este domingo todo fueron rumbo a Belén de Bogota a los retiros espirituales de la hermandad goda. El joven David venia de pertenecer al grupo de jóvenes de la colectividad pero cuando se identificó constataron que ya David pasaba los 30 años y con eso se convertía en adulto, no mayor pero si un adulto.
Los filisteos del Magdalena fueron con las nuevas a Caifas Fincho y le dijeron «oh gran maestro, es tu oportunidad para que el vástago pichón que tienes en el concejo barranquillero lo asciendas a ocupar el lugar de David entre la muchachada azul. Fincho haciendo pucheros le ordena a sus pretorianos Juan Carlos y Alex, hágale con perrenque y si reclama el ex joven se las tiran de gringos.
David que por ser godo sabe de lo peligrosos que son los godos en gavilla dijo «ni de vaina me les enfrento porque me joden está caterva de cepedines. Más bien les hago tiro con honda por donde menos esperan»
Cuenta los analistas históricos del momento, que el adulto David lanzó su mejor golpe y consiguió poner su cuota en la dirección conservadora a su cuota materna dentro del grupo de mujeres y lejos de la vista de los fariseos del Magdalena azulejo.
Se rasgaron las vestiduras, ofrecieron holocausto pero nada, el milagro no les llegó. Ahora el adulto David saca pecho y mantiene su posición entre los jerarcas godos, visigodos y demás prelados de la feligresía de monseñor Ordoñez.
Mientras tanto, otro David, entregó su cetro y dejo acéfalos a los minotauros de la «Fuerza que Decide».
A su regreso, Alex y Juan Carlos conversaban distraídos: No pudimos está vez pero el camino es largo y culebrero. Riposto el otro: Esas habilidades son de Campo el cual no levanta cabeza.
La sonora carcajada despertó a los peregrinos en su retorno. Venían cabizbajos, triste, acongojados, como quien esta vacío… bueno así.
Antes que se enbolaten los créditos y diga colorir colorado, la narración del escribano sale de la mente garciamarquiana de Victor el Rodriguez de Fajardo.
Es mi palabra!
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