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Cultura

El Magdalena como destino de avituristas

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El departamento del Magdalena cuenta con 538 especies de aves. Pese a que se ha incrementado la visita de los turistas extranjeros interesados en observarlas, hace falta mayor preparación entre las personas dedicadas a la guianza para fortalecerlo como destino de avistamiento de aves y ofrecer un servicio de calidad.

Su ubicación estratégica, los pisos térmicos y la diversidad de sus ecosistemas hacen del departamento del Magdalena uno de los lugares más privilegiados de Colombia.

Pero, el Departamento cuenta, además, con unas 538 especies de aves, de las cerca de dos mil que hay en el país y que lo hace sumamente atractivo. Su variedad de aves ha contribuido al fortalecimiento del turismo en varios sectores de Santa Marta, sobre todo, porque un considerable número de visitantes extranjeros llega con frecuencia a observar las diferentes especies.

De acuerdo con lo manifestado por el ornitólogo Francisco Troncoso, el Magdalena cuenta con uno de los refugios del pleistoceno. “Después de la última glaciación, algunas especies ocuparon unos espacios importantes donde no se mezclaron con otras ni se generaron nuevas especies, por eso también tenemos endemismo en la Sierra Nevada de Santa Marta”.

Pese a que Colombia es el país en el mundo con mayor cantidad de especies de aves, esto no se aprovecha como atractivo especial.

OBSERVADORES DE AVES

Algunas personas consideran el avistamiento de aves como un ‘hobby’ o pasatiempo; pero esta versión no coincide con otro grupo que se dedica a esta actividad y que lo hace para descubrir la mayor cantidad de especies en diferentes lugares del mundo.

“A los observadores de aves los podemos dividir en varias categorías: hay unos que buscan especies endémicas o difíciles de encontrar; otros, son un poco más relajados, son contemplativos y quieren conocer la variedad de aves existente en el territorio, así que no distinguen entre especies cosmopolitas, especiales o endémicas”.

TIPOS DE AVES

Entre los tipos de aves se encuentran las acuáticas, aquellas que están asociadas ecológica y taxonómicamente con el preciado líquido. Entre las más conocidas se encuentra el Chavarrí, que habita en muchas de las lagunas del Magdalena; el Colibrí de manglar o Colibrí cienaguero y el Chamón de ojo rojo, el cual se puede apreciar cerca de Palermo y Sitionuevo.

Por otro lado, están las aves terrestres, ubicadas en zonas bajas y en montañas. Estas últimas, son las más apetecidas para ser observadas por turistas de clase alta, como es el caso del Azulejo, Sangre de toro, papayeros.

“Nuestro gran valor está dado por las especies que tenemos en la Sierra Nevada de Santa Marta, son 22, entre endémicas, casi endémicas y especies especiales, las cuales empiezan a observarse a una altura de 1.500 y 1.800 metros sobre el nivel del mar.

En el Magdalena también hay otras especies muy llamativas bien sea por sus colores o porque tienen un comportamiento de cortejo muy elaborado, como es el caso de la Oropéndola, que, además de tener un canto armónico, mueve con frecuencia sus alas, es negro y se puede observar su cola amarilla, con el objeto de atraer a la hembra y conquistarla.

Así mismo, se encuentra el Azulejo golondrina, que es de color azul con un antifaz negro; la hembra es de color verde con unas líneas amarillas. La Tangara gyrola o de Cabeza roja, que tiene un contraste rojo, verde y un poquito azul, es muy hermoso.

Hay unas especies crípticas, que se caracterizan por la facilidad que tienen para ocultarse en el follaje. Los turistas consideran un logro cuando el guía logra sacarla de su escondite y hacer que se ubique en un lugar visible.

DIVERSIDAD DE ECOSISTEMAS

Las aves se distribuyen de acuerdo con los ecosistemas, teniendo en cuenta que hay especies que son muy estrictas en cuando a las condiciones que debe tener su hábitat. “En el Magdalena tenemos una gran variedad de ecosistemas, desde bosques de manglar hasta bosques de nieblas y páramos, y estos últimos solo se encuentran en Colombia, Venezuela, Perú y Ecuador”, explica el ornitólogo.

En zonas como Taganga, Bahía Concha, se pueden observar aves de bosques secos; hay algunas que van desde las zonas secas hasta bosques premontanos donde se pueden ver Sangre de toro, Azulejos, Tángara rosada. Hay otras que se encuentran a más de 2.200 metros, donde hay palma de cera y es allí donde hallan su alimento, tal es el caso del Lorito de Santa Marta.

AMENAZAS PARA ESTAS ESPECIES

Hay diferentes formas de poner en riesgo a las aves. Destruyendo o transformando su hábitat, cazándolas, atacando la parte reproductiva o hurtándole los huevos, son las acciones más frecuentes.

De acuerdo con los ornitólogos, las especies más susceptibles para ubicarse en cualquier situación de riesgo son aquellas que están en ecosistemas protegidos o las especiales como las endémicas.

“Si nosotros perturbamos los ecosistemas, ponemos en riesgo a estas especies, porque no hay mucho territorio; si las capturamos o las cazamos, también las ponemos en peligro”, anotó.

Destruyendo o transformando su hábitat, cazando, atacando la parte reproductiva o hurtándole los huevos, son las acciones más comunes de poner en riesgo las especies de aves.

La aplicación de plaguicidas puede afectar de manera directa la reproducción de los animales; además, puede ocasionarles daños irreparables a las especies. “Si nosotros no implementamos acciones educando a las personas, es muy posible que desaparezcan nuestras especies”.

¿CÓMO PONEMOS EN RIESGO A LAS AVES?

Las aves cumplen una función ecológica fundamental que algunas veces es interrumpida por el comportamiento de ciertas personas. Estas especies se encargan de sembrar semillas de árboles frutales en el bosque para que sigan creciendo y protejan a las poblaciones de desastres naturales.

“El concepto de amor que tienen algunas personas al tener a un animal en una jaula, es ilógico, porque, si amo a alguien ¿debo encerrarlo? Para algunos no es lo mismo, pero es bueno preguntar ¿cuál es la diferencia? Las personas lo que hacen es secuestrarlos para satisfacer algo morboso y egoísta que tienen en su interior”.

El canario, que antes era una especie que se podía apreciar en cualquier lugar, hoy, solo se ven en jaulas de muchas viviendas.

MITOLOGÍA DE LAS AVES

De acuerdo con un artículo compartido por Nelson Giraldo en el portal web www.prezi.com denominado ‘Las aves en la mitología’, hace referencia a algunas creencias de las comunidades indígenas sobre esta especie.

Entre ellas encontramos, que “Según la leyenda chibcha, Chiminigagua fue el creador del universo y es considerado la divinidad suprema. El lanza al aire las aves negras origen de la luz, la cual después se condensó en el sol, en el reflejo de la luna y en el arco iris, denominado cuchaviva. Las águilas doradas: más allá de las fronteras y del tiempo fue el motivo de las aves con alas desplegadas en la orfebrería Tayrona. En la mitología Inca, Viracocha surgió de las aguas, creó el cielo y la tierra, tenía un compañero alado, el Pájaro Inti, una especie de pájaro mago, sabedor de la actualidad y del futuro, cuyas plumas servían la corona del emperador inca. Gucumatz, en la mitología Maya, es el dios de las tempestades. Creó la vida por medio del agua y enseñó a los hombres a conseguir fuego. Huracán (‘el de una sola pierna’) es su dios del viento, tormenta y fuego. El Mito de Eros, el dios del amor. En un principio se consideraba nacido a la par de Gea y del Caos. También se piensa que nació del Huevo Original engendrado por la Noche, cuyas dos mitades al romperse formaron el cielo y la tierra respectivamente. Aves en la mitología griega Procne, Filomela y Tereo. Zeus las convirtió en aves, al igual que a Tereo. Por un lado, Filomela fue convertida en un ruiseñor, ave pequeña de canto bastante fuerte; Procne, en una golondrina, uno de las pájaros migratorios más conocidos del mundo; y a Tereo, lo transformó en Abubilla, ave insectívora de plumaje pardo rosado”.

CORREGIMIENTO DERIVADO DEL NOMBRE DE AVE

Según lo consultado por OPINIÓN CARIBE, el corregimiento de Guacamayal obtuvo ese nombre por la cantidad de Guacamayas que había en el lugar. A raíz de esto, sus primeros habitantes empezaron a divulgar este nombre.

Estas especies son de tamaño moderadamente pequeño a grande; la longitud total es de 50 a 95 centímetros. En las especies colombianas, el rango se encuentra desde los 45 hasta los 95 centímetros, con un peso de 350 a 1300 gramos. De las ocho especies vivientes del género, solo dos restringen su distribución a Suramérica; las seis restantes amplían su área a diferentes países de América Central.

SE NECESITA MEJOR PREPARACIÓN

A pesar de que en la capital del Magdalena existan agencias que ofrecen el servicio de acompañamiento para la observación de aves, se hace necesaria una mayor preparación para suplir las necesidades de los turistas.

El número de visitantes extranjeros se ha incrementado en los últimos años, por lo que cada día crece el compromiso con estas personas que llegan al país en busca de nuevas experiencias.

“Nosotros estamos atrasados, porque deberíamos convocar a las personas que viven en territorios estratégicos para el turismo, prepararlos en bilingüismo y entregarles la información necesaria para que puedan hacer guianzas de calidad. Manizales, Antioquia y Valle del Cauca ya lo hicieron; tienen guías especializados para llevar a esos extranjeros a observar aves”, aseguró Francisco Troncoso.

Uno de los grupos más atractivos es el de los colibríes por sus colores tornasoles que cambian de acuerdo con la incidencia de la luz, permitir que estas especies se le acerquen a una persona es algo extraordinario. “Pero todas estas sensaciones deben trasmitirse a través del suministro de información. Las personas deben conocer nuestras especies para que puedan amarlas, defenderlas y promoverlas”.

 

Las aves cumplen una función ecológica fundamental, que algunas veces es interrumpida por el comportamiento de ciertas personas.