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Análisis

Escuela para ‘Mamos’

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Entre el río Don Diego y el río Palomino, en la zona rural de Santa Marta, Magdalena, se trabaja para poner la primera piedra del Centro del Pensamiento Arhuaco y Escuela para Mamos que permitirá mantener vivos los saberes ancestrales.

Del 17 al 20 de agosto, el resguardo indígena Katanzama, fue el punto de encuentro de más de 150 voluntarios de empresas privadas, comunidad, Ejército y autoridades locales, quienes trabajaron durante cuatro días hombro a hombro para poner la primera piedra del Centro del Pensamiento Arhuaco, mejorar las condiciones de la escuela, trabajar los cultivos de cacao, reforestar y desarrollar una huerta comunitaria y un sistema de compostaje.

Después de cuatro días de trabajo de más de 300 representantes de la comunidad indígena, voluntarios de la empresa privada, del Ejército Nacional y de la Agencia de Reincorporación y Normalización, ARN, finalizó “Vamos Magdalena” en el resguardo arhuaco.

Esta cuarta intervención dentro de la estrategia “Vamos Colombia” culminó con la firma de un manifiesto colectivo por la reconciliación, que recoge el deseo de los participantes de replicar los aprendizajes en su entorno de influencia y seguir en la construcción de una cultura de la responsabilidad en el cuidado de sí mismo, de los demás y de la naturaleza.

El documento se produjo luego de finalizar el trabajo conjunto de cuatro días, durante los cuales se implementaron proyectos con la comunidad que habita en Katanzama, tales como el mejoramiento de la cocina y los baños escolares, la dotación y el arreglo de la biblioteca, mejoras en las vías de acceso, diseño del centro de pensamiento Arhuaco y los primeros pasos para la construcción de una huerta y del cerramiento con técnicas tradicionales en piedra.

Así mismo y con la participación de la comunidad Arhuaca se realizaron talleres de manejo de residuos, uso de tecnologías en calidad educativa, autocuidado y actividades de interacción para el aprendizaje mutuo.

Por su parte, los miembros de la comunidad Arhuaca asumieron el compromiso de avanzar en las obras que se comenzaron y de seguir gestionando de manera constante y efectiva los recursos y las voluntades para ver terminado el gran sueño del centro de pensamiento Arhuaco.

“Cuando las intenciones se unen para los mismos propósitos, logramos conectarnos con la naturaleza y todo empieza a fluir. En Katanzama se llevaron a cabo cosas importantes gracias al trabajo de los voluntarios y a sus deseos por cumplir los sueños de esta comunidad. Gracias”, manifestó el mamo Camilo Villafañe, durante la ceremonia de cierre de la intervención.

ESCUELA PARA MAMOS

Los voluntarios de las empresas y organizaciones participantes en “Vamos Magdalena” manifestaron su intención de reproducir el mensaje de respeto absoluto por la vida y llevarlo a acciones en sus familias, en las prácticas de sus empresas con sus colaboradores, con sus clientes y con el medio ambiente.

También se comprometieron a difundir y respaldar el proyecto del Centro de Pensamiento Arhuaco y la Escuela de Mamos, en la medida de sus posibilidades, como personas y como empresas.

La Escuela para Mamos será un lugar en el que estarán todos los chicos que desde el momento de la gestación vendrán destinados por las fuerzas superiores del universo y la ‘universidad’ los terminará de formar.

Tendrá como esencia, la protección y conservación de costumbres milenarias. El proyecto tiene un costo cercano a los 1.000 millones. Su diseño respeta la cosmovisión de esta etnia. La arquitectura es en forma de círculo en 500 metros cuadrados.

LOS ARHUACOS

Los arhuacos habitan en las cuencas altas de los ríos. Se considera que a esta población la constituyen unos 14.700 indígenas, agrupados en distintas zonas de la Sierra Nevada.

El idioma de los Ika ha sido clasificado por los investigadores dentro de la familia lingüística chibcha, al igual que las lenguas kogui y damana, habladas en la Sierra Nevada de Santa Marta y en el Cesar.

En los departamentos del Cesar y del Magdalena la principal forma de transmisión del patrimonio lingüístico Ika se realiza por medio de la oralidad, en el dar cuenta constantemente de las vivencias cotidianas.

La lengua se habla en los hogares, en las reuniones del cabildo, con los miembros de la etnia, esto es, en los lugares más cercanos a la sociedad mayor y en los distintos contextos en donde los arhuacos deben hacer uso de su idioma.

Casi todos los adultos mayores son monolingües en su lengua materna y suelen conocer algunas veces las lenguas habladas por otros indígenas de la Sierra. Algunos Mamos, además de comunicarse en Ika con los miembros de la comunidad, pueden expresarse en otras lenguas rituales durante ciertos actos ceremoniales sagrados para la población.

El español, la otra forma de comunicación con que se interactúa, es aprendido por niños y jóvenes en la escuela y es utilizado con cierto nivel de competencia con los maestros y otras personas no pertenecientes a la etnia.

Algunos jóvenes y adultos jóvenes hacen uso del español cuando la comunicación en este idioma se hace necesaria en el comercio y en las relaciones sociales por fuera del resguardo, y en instituciones educativas superiores.

Cuando ocurren estos sucesos, en la familia se refuerza el aprendizaje de la lengua, con el propósito de no jerarquizar un idioma en detrimento del otro. En la comunidad existen escuelas en donde se enseña a los niños asuntos que les permiten la apropiación de su cultura.

Los docentes que educan en el resguardo han estudiado en las Normales, o son bachilleres con amplio conocimiento de la comunidad, y posteriormente se han preparado en temas pedagógicos para trabajar con niños y jóvenes, lo que, de alguna forma, garantiza la divulgación y asimilación de los saberes propios.

De acuerdo con los datos de algunos hablantes del Ika, casi el 100% de la población arhuaca del Magdalena habla la lengua materna, y un 90% de los arhuacos del Cesar la utilizan en diferentes interacciones comunicativas.

Los arhuacos, a diferencia de las otras comunidades indígenas de la Sierra, han avanzado en la producción de materiales y documentos en la lengua materna, elaboración que da cuenta del avance de la población en el tema del sistema de escritura alfabética, donde han logrado acuerdos significativos.

Como producto de este consenso se identifican en la comunidad materiales educativos en la lengua ancestral para la enseñanza en las escuelas.

LO PRODUCTIVO

El cultivo del cacao siempre ha estado presente en la región y forma parte de la economía local. Durante los últimos años varios proyectos desarrollados por los arhuacos en conjunto con socios estratégicos, les ha permitido ubicar el cacao producido en la región como uno de los mejores del mundo. Son un ejemplo de la decisión que pueden tomar las comunidades rurales para hacerle frente a los retos que supone la siembra de productos que aporten en la construcción de la paz en los territorios colombianos.

Para Carlos Ignacio Velasco, gerente General de Cacao de Colombia, “al trabajar con cacaos nativos e ingredientes naturales, creamos sabores y aromas que rescatan las historias de nuestras regiones. Trabajamos mano a mano de nuestros productores locales para garantizar un chocolate de excelente calidad y el que se produce en Katanzama es muestra de ello”.

“Katanzama cuenta, sin dudas, con unas características particulares: su tradición cultural, su ubicación geográfica, sus pobladores respetuosos de la naturaleza, pero sobre todo, su disposición por mejorar las condiciones de su territorio, para desde allí aportar a la recuperación de la confianza de los habitantes de este pedazo de país, que como nosotros creen que el trabajo colectivo es la gran oportunidad para la reconciliación”, manifestó Isabella Barrios, directora de la Fundación Andi.

LAS MOCHILAS

Las mochilas elaboradas por las comunidades indígenas de la Sierra Nevada son un símbolo cultural que ha trascendido lo local, llegando a otras partes de Colombia y del mundo.

En la cultura y filosofía arhuaca el tejido de las mochilas representa una expresión de su comprensión de la naturaleza en su conjunto. La mochila es en sí misma una “extensión del útero de la mujer y de la madre tierra”, es por esto que son tejidas por las mujeres y por lo que cada integrante de la comunidad al portarla establece un vínculo común que le recuerda su pertenencia e identidad cultural.

“La paz no se hace solo entre los hombres, la paz es un compromiso que se hace también con la madre naturaleza, porque esta también ha sido sujeto de violación, de vulneración y de profanación por parte el hombre”, aseguró Hermes Torres, miembro de la etnia indígena arhuaca.

A la fecha, “Vamos Colombia” ha realizado 3 activaciones: En Chaparral, Tolima; Quibdó, Chocó; y San Carlos, Antioquia, con la participación de 45 empresas, y de 700 voluntarios que han aportado 31.500 horas de servicio comunitario, beneficiando a cerca de 2.000 personas.

“Vamos Colombia” es un proyecto de la Fundación Andi, Usaid y Acdi-Voca que busca apoyar comunidades de municipios afectados por el conflicto, motivados todos por la gran apuesta de aportar a la construcción de un país más incluyente y equitativo.

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