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Prostitución, sin cifras ni leyes
Las trabajadoras sexuales de este país se deben enfrentar un sinnúmero de carencias, además del maltrato físico, la inseguridad y la adicción a sustancias psicoactivas. Deben lidiar con el hecho de que no hay un marco jurídico que proteja sus derechos y que no se cuenten con cifras exactas sobre ellas.
Por Paola Murillo García
Luna es una hermosa mujer de unos 50 años, de larga cabellera color negro azabache, tez de color trigueña y unos ojos cafés que reflejan la experiencia y la intensidad de las vivencias que ha tenido. Es oriunda de Santa Marta, nació y creció en el Centro Histórico, se caracteriza por ser una voz líder en su comunidad, por ello, puede contar de forma abierta con los realizadores de la Investigación “La Prostitución Desde Adentro” a cargo de los antropólogos Augusta Moreno y Kenny Puello, de la Universidad del Magdalena, sus inicios y cómo decidió que la prostitución haría parte definitiva en su vida.
Para Luna era común encontrar en las calles aledañas, mujeres que definen como ‘muy bien vestidas’ e incluso, algunas con prendas elegantes y analizaba desde su perspectiva de niña, la dinámica a la que se veían expuestas, ella en compañía de algunas vecinas y amigas de su mismo rango empezaron a interesarse por conocer un poco más sobre ellas y cómo se podía llegar a ser tan elegante y ‘distinguida’.
El padre de Luna era un trabajador del Servicio Nacional de Aprendizaje, Sena, dedicaba gran parte de su tiempo a su labor. Lo que él nunca pensó es que, el afán por sacar adelante a su hija sería la puerta para que ella se desviara del camino y formara parte de lo impensable. Luna, en compañía de la hija de su cuidandera y por su curiosidad innata, empezó a descubrir un mundo que para ella estaba lleno de fantasía y cosas materiales a las cuales no tenía acceso por su misma condición de menor de edad. Esta mujer le cuenta de manera jocosa a los antropólogos como en su inocencia intentaba imitar comportamientos, tal como el usar ropa elegante o intentar maquillarse con frutas como la remolacha haciendo el papel de labial y rubor.
El 75% de la población encuestada para la mencionada investigación, manifestó haber llegado a la prostitución por algún tipo de necesidad; el 15% señala por problemas familiares o experiencias de maltrato; solo el 10 % de las mujeres reveló, que se dedica a este oficio por gusto, en este diez por ciento, se encuentra Luna, una niña que incursionó en la prostitución por simple curiosidad y al final, decidió seguir en ese oficio.
La falta de recursos económicos, el bajo nivel educativo y la desintegración familiar, son algunos de los factores para que se trabaje en una de las profesiones más antiguas del mundo, la prostitución.
Actualmente, existen países como Suecia, Francia, Finlandia, Canadá, Corea del Sur, Singapur, Noruega, entre otros, en los que este oficio es penalizado con cárcel, pero en Colombia no se constituye como un delito.
SIN MARCO JURÍDICO
En Colombia, el trabajo sexual no es ilegal ni está penalizado, lo más cercano a una reglamentación se instauró en la Sentencia T-629 de 2010,donde “la Corte Constitucional concedió el amparo de los derechos fundamentales a la igualdad de trato ante la ley, a la no discriminación, al trabajo, la seguridad social, la dignidad, la protección de la mujer en estado de embarazo, el derecho del que está por nacer, el fuero materno y el mínimo vital, a una mujer que empezó a laborar como prostituta en un bar”, sin embargo, en la actualidad no existe un marco jurídico específico que proteja los derechos de las trabajadoras sexuales y los deberes de las personas dueñas de los establecimientos en donde se presenten estas prácticas.
Asimismo, se encuentra vigente la sentencia T-073, 2017, donde el Estado se reconoce como el encargado de generar oportunidades para salir de ese oficio (en caso de ser requerido por las protagonistas del hecho), como también el deber de respetar a quienes hayan decidido entrar en ese negocio de manera independiente. “Brindando el acompañamiento que sea requerido y llevando a la materialidad las garantías que la Carta Política y el Derecho laboral ofrecen a todas las personas que en Colombia realizan un trabajo digno, como lo es la prostitución”. (Sentencia T-073, 2017).
SU FORTALECIMIENTO
De acuerdo con la prospección realizada por la Unimagdalena, la llegada de la prostitución a la ciudad se dio a partir del crecimiento comercial con el Ferrocarril, la bonanza bananera, la ocupación del barrio Norte (Pescaíto) y la ‘Calle de las Piedras’, (calle 8, entre carreras 2ª y 3ª), esta área se constituyó como una zona de venta de comida, pero también de establecimientos como bares, cantinas y prostitución.
“La Corte Constitucional nos trasmitió una especial obligación, la de hacer inspección y vigilancia a los sitios donde se ejerce la prostitución, práctica completamente legal en el país, siempre que se les garantice a las trabajadoras todos los derechos que cobijan a cualquier trabajador formal e informal”, explicó Vilbrum Tovar, director de la Oficina de Trabajo seccional Magdalena.
En ese sentido, debería ser vista la prostitución como un trabajo digno y legalizado como cualquier otro, sin embargo, la prostitución es una actividad criticada y discriminada, considerada en muchos de los casos como una práctica femenina, cuando se tiene fiel conocimiento de que este oficio no conoce de géneros.
Es histórico el rechazo hacia esta profesión porque se considera ‘sucia’, peligrosa; en el ámbito religioso, un pecado, a pesar de que no se considera como un acto ilegal, no se puede ejercer con libertad.
LA VISIÓN ANTROPOLÓGICA
Desde la visión antropológica de Augusta Moreno y Kenny Puello, la prostitución hace parte de un resultado del machismo que se vive en la sociedad, se considera una práctica ‘fácil’, puesto que al no tener experiencia laboral, ni tener estudios, es la única forma que encuentran estas mujeres de recibir dinero, lo cierto es que no hay nada más alejado de la realidad, porque al examinar el perfil de los clientes y la situación emocional actual de las encuestadas se pudo establecer que el 25 % de las mujeres manifestó sentir ansiedad; el 17 % tristeza; el 15 % miedo; el 14 % angustia; el 13 % desesperación; el 7% ha intentado alguna vez suicidarse y solo el 9% del total de la población indicó sentirse normal.
“Todas las mujeres encuestadas revelaron que en algún momento tuvieron problemas con algún cliente, lo que produce violencia verbal, física y sin importar cuál es el origen, están siempre en constante situación de intimidación, incluyendo el rechazo que sufren socialmente. Mujeres vulneradas en todos los sentidos, sobretodo en este momento, donde la mujer muchas veces es vista como un objeto; el machismo es un componente que incide con fuerza en todo el tema de la prostitución” explicó Kenny Puello, antropólogo.
LAS CIFRAS
La Secretaría Distrital de Integración Social, en Bogotá, es la que más cerca ha estado de censar esta población y lo ha hecho en conjunto con la Policía Nacional. Sin embargo, estos censos solo se le pueden efectuar a aquellas que desempeñan este oficio en espacios regularizados como los establecimientos, no obstante, se quedan por fuera lugares como las calles, las casas, los hoteles o los parques donde también hay actividades de este tipo.
También es muy difícil hacer un conteo “teniendo en cuenta que en muchos casos está asociado a actividades ilegales y que, además, involucra menores de edad”, aseguró a un medio nacional, Henry Ruiz, asesor del observatorio de Asuntos de Género de la Consejería Presidencial para la Equidad de la Mujer.
OPINIÓN CARIBE indagó acerca de cifras exactas de venezolanas y locales que ejercen la prostitución en la ciudad, sin embargo, la Secretaría de Salud Distrital, ni Migración Colombia tienen una cifra exacta de cuantas mujeres ofrecen sus servicios como meretrices en las esquinas del Centro Histórico.
“Es necesario proponer un marco regulatorio que divida la comunidad de prostitutas que trabajan en la calle y las que están en establecimientos privados. Hacerles un mayor seguimiento a las que desempeñan el oficio en las calles, pero que la misma población y su contexto no permiten que se haga un censo de estas mujeres, ya que acercarse a este grupo y recopilar información es bastante complicado”, explicó Augusta Moreno, investigadora y antropóloga de la Universidad del Magdalena.
Migración Colombia entregó en el mes de septiembre del presente año, las cifras actualizadas del ingreso de extranjeros, nacionalidad, sexo, además de registrar a los venezolanos. En ese mes se recibieron 37.119 mujeres y 42.187 de hombres, es decir, 79.306 hermanos de la República de Venezuela.
Estas cifras demuestran la alarmante migración venezolana que tiene el país, sin embargo, el demostrar que un porcentaje específico ejerce la prostitución implica, que cada una de estas mujeres decida exponer de manera abierta su vida, es muy controversial, sin contar la cifra de colombianas que, desde hace mucho tiempo, labora en estos sitios de tolerancia en la ciudad.
“Cuando se ejerce el control y vigilancia, en algunas ocasiones me convierto en el defensor del migrante, son unas de las principales víctimas de este fenómeno, como por ejemplo, los precios irrisorios que dan muestra de una notable explotación laboral. Quienes se dedica a la actividad legal de la prostitución son víctimas de explotación laboral, con pagos mínimos y sin garantías de ninguna índole”, reveló Sandro Murcia, director de la Oficina de Migración Colombia en el Magdalena.
SUS DERECHOS
Luna y sus demás compañeras se enfrentan diariamente a un entorno que no les explica de forma clara y espontánea sus derechos, su mundo gira en torno a un ambiente de violencia, sexo sin control, drogas, alcohol y como si eso no bastase, en estos momentos manifiestan que hay competencia desleal por parte de las venezolanas que ejercen la prostitución.
Lo interesante de esta investigación es que no es fácil tomar partido. Por un lado, el estigma de los colombianos hacia sus propios coterráneos, lo cual debilita la fibra de fortaleza de cualquier persona; por el otro, están los derechos como mujeres a las migrantes venezolanas, quienes argumentan que son víctimas de explotación laboral y maltrato por parte de sus clientes.
Asimismo, migración las define como una población en estado de vulnerabilidad, categorizándolas como víctimas de las condiciones económicas a las que se ven enfrentadas en su país. “Es casi imposible efectuar un censo para garantizarles algunos derechos como la salud a estas mujeres, sobre todo porque esa ciudadana debe elegir entre continuar en sus actividades o quedarse sin empleo”, declaró, Sandro Murcia, director de la Oficina de Migración Colombia en el Magdalena.
Para Luna, uno de los derechos fundamentales necesarios para las mujeres que ejercen la prostitución, es la salud,“y no es porque sean un foco de infecciones, porque no solo están expuestas a las enfermedades de transmisión sexual, sino a cualquier condición o malestares, que son comunes en la comunidad y que ellas no tienen la oportunidad de tratarse”, agregó Moreno.
Con base en esto, se dio a conocer, que el 46% de la población encuestada no está registrada en el sistema de seguridad en salud; el 74% declaró no padecer ningún tipo de enfermedad; y el 26 % restante, dijo no sufrir enfermedades de transmisión sexual.
Mientras, la directora de la Red de Mujeres del Magdalena, Norma Vera, se comprometió con Ivón Brito, docente de la Facultad de Salud de la Universidad del Magdalena, a brindarle unas mejores condiciones sanitarias a estas mujeres en estado de vulnerabilidad; por su lado, Fabiola Redondo, delegada de la Secretaría de Salud asegura, que, aunque no estén inscritas en el sistema de salud, se les genera el servicio de urgencia a la migrante venezolana de forma regular como cualquier colombiano.
La investigación expone una de las razones por las cuales estas mujeres no tienen seguro médico, es porque ellas mismas se rehúsan a pasar por todos los trámites necesarios para contar con este tipo de servicios vitales, responder a preguntas incómodas como: ¿a qué se dedica? O ¿con cuántos hombres han mantenido relaciones sexuales en el último mes?; es por esto que en el caso de las mujeres procedentes de Venezuela o migrantes de otras ciudades de Colombia, hacer parte de estos regímenes, es una ‘condena’ a ser reintegradas a sus lugares de origen.
“Desde las Secretarías de Salud, Gobierno y Desarrollo, se trabaja con la comunidad Lgbti y con las trabajadoras sexuales, con el fin de afiliarlos al Sistema General de Seguridad Social, sin embargo, vemos que muchas de ellas ni siquiera están interesadas en hacer parte, porque a la mayoría de los dueños de los establecimientos les exigen certificaciones de enfermedades de transmisión sexual o citologías”, explicó Fabiola Redondo, referente de la dimensión sexualidad y de los derechos sexuales y reproductivos de la Secretaría de Salud Distrital.
COMPETENCIA DESLEAL
En Santa Marta se ha presentado un fenómeno alarmante, que las mujeres que trabajan la prostitución han marcado su territorio. Las mujeres venezolanas buscaron establecerse en un lugar estratégico, teniendo en cuenta todos los conflictos que las hicieron desertar de su país de origen, en una de las zonas principales de este negocio en la ciudad, el Parque ‘Simón Bolívar’, ubicado en la carrera 1° con calles 14 y 15 de Santa Marta.
La antropóloga Augusta Moreno cuenta, que una de las entrevistadas declaró, que “uno de los aspectos importantes que ha cambiado con la llegada de las venezolanas en el Centro Histórico es que los clientes están exigiendo que se modifiquen las prácticas. Es decir, antes de esto muchas no accedían a ofrecer el sexo anal; otras no dejaban que los clientes las besaran; en otros casos, no se descubrían los senos o no practicaban sexo oral sin preservativos; ahora, como las venezolanas ofrecen todos estos servicios por el mismo precio, se han vuelto exigentes”.
Por su parte, el personero del Distrito, Chadán Rosado Taylor, reiteró su compromiso con la comunidad y la ejecución de un próximo plan de acción para la garantía de los derechos que han sido vulnerados. “La Personería tiene el compromiso institucional de ser el garante del cumplimiento de la política pública, lideramos que todos los habitantes sean cubiertos por el sistema de salud, debido a que son focos de problemas que debemos atender”.
El proyecto, por tanto, evidencia que las mujeres que ejercen la prostitución se encuentran en condiciones de vulnerabilidad por situaciones económicas y sociodemográficas y de derechos; en segundo lugar, por la falta de garantías laborales; por último por los procesos de marginación social que las hacen sensibles a ataques físicos, verbales y psicológicos durante el ejercicio de su oficio.
Es de suma importancia avanzar en el restablecimiento de derechos como el acceso a la salud, teniendo en cuenta que, no basta solo con promover acciones dirigidas hacia la promoción de la salud o la recuperación del espacio público, sino que es necesario profundizar en los intersticios de esta actividad con el objeto de implementar leyes que garanticen los derechos laborales y sexuales de esta población.
PRIMER SINDICATO
Sintrasexco, Sindicato de Trabajadoras Sexuales de Colombia, es la primera organización para defender los derechos de este grupo. Fundada en el año 2015 con el acompañamiento del Ministerio del Trabajo y la Red Latinoamericana y del Caribe de Trabajadoras Sexuales, y una de sus principales aspiraciones es luchar para que se les garanticen condiciones dignas a estas mujeres.
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