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Columnistas

Santa Marta: Un Horizonte de Desarrollo y Oportunidades

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Por: César Riascos Noguera

En principio y con argumentos de sobra, abordar el tema de las perspectivas de desarrollo de Santa Marta resultaría un ejercicio simple y hasta exquisito dadas sus indiscutibles vocaciones en materia de turismo, agroindustria y logística para solo mencionar algunas. Sin embargo, para el caso concreto, resulta mucho más complejo de lo que supone, pues si bien no cabe la menor duda de las potencialidades de este favorecido territorio, se adolece de un verdadero propósito común y de la adecuada actitud y aptitud que permita poner en valor las condiciones necesarias para impulsar un desarrollo y crecimiento económico sostenido.

El tema se torna más complejo cuando el ejercicio lo abordamos desde la perspectiva integral de sus ventajas comparativas y competitivas. Para los propósitos de este análisis nos concentraremos en lo concerniente a la competitividad, entendida como un factor fundamental para el desarrollo de las regiones y la manera en esta se inserta e interactúa dentro de las economías y comercio de los países, creando condiciones propicias para generar riqueza a través del intercambio fluido y permanente de bienes y servicios.

La competitividad está de moda y en la gran mayoría de escritos y discursos, el término “competitividad” se ha convertido en palabra obligada, muchas veces sin considerar el concepto en una acepción amplia ni con la trascendencia que reviste el mismo. Sin embargo, en términos generales la competitividad se define por la productividad con que una región utiliza sus recursos económicos, humanos y naturales a partir de unas ventajas comparativas, como fuentes subyacentes de prosperidad.

Al Estado y los Gobiernos, les corresponde garantizar un marco macroeconómico estable y predecible. Dotar las regiones de una infraestructura física moderna, apropiada y en óptimas condiciones de operación. Diseñar y ejecutar programas de desarrollo tecnológico, educación y salud que enriquezcan el talento y capital Humano. Diseñar y consolidar un marco jurídico e institucional que garantice y blinde la propiedad privada de nacionales y extranjeros. Finalmente, propender por consolidar instituciones públicas y empresas que actúen con principios de derecho, equidad y transparencia.

A las empresas, por su parte, les corresponde detectar y desarrollar mejores prácticas de gestión. Diseñar y aplicar estrategias que les permitan una reducción significativa de costos, mejoras en procesos para obtener productos con la calidad exigida por los mercados y utilizar la oferta de servicios de la logística internacional para garantizar la entrega de los bienes de manera oportuna. Y, tal vez uno de los factores más importantes para mantener la competitividad, es lograr que cada miembro de la organización, se apropie la cultura de la innovación de manera que pueda ofrecer de forma permanente, productos innovadores, de acuerdo con las exigencias y necesidades de los distintos mercados.

Es evidente que la competitividad depende de muchas cosas incluidos aspectos intrínsecos a cada región como pueden ser sus instituciones, habitantes y cultura. Esto es lo que hace de la competitividad un reto inmenso porque ni las bellezas naturales, la conectividad, las dobles calzadas, los puertos, las políticas locales o nacionales, o estrategia empresarial por ingeniosa que sea, pueden crear competitividad por sí solas. Se requiere de un esfuerzo continuo, articulado y multilateral cuyo impacto y resultados no podemos pretender sean inmediatos.

Los anteriores son los aspectos macroeconómicos y microeconómicos de la productividad y la competitividad que por lo general se resaltan. Pero varios autores nos plantean una perspectiva amplia y un tanto diferente de la productividad. Una concepción no tradicional de productividad es formulada por Las Agencias Nacionales de Productividad a través de la Agencia Europea de Productividad, que desde el año 1995 la planteo de la siguiente menara:

“La productividad es sobre todo un estado de la mente. Es una actitud que busca mejoramiento continuo de lo que existe. Es la convicción de que uno puede hacer las cosas mejor hoy que ayer y mañana mejor que hoy. Además, requiere de esfuerzos constantes para adaptarse a las condiciones continuamente cambiantes y la aplicación de nuevas teorías y métodos. Es creer firmemente en el progreso de la humanidad”

De igual forma, el Dr. Y. Nayudamma, del Central Research Institute de Madras, India en su libro Factors Which Hinder or Help Productivity Organization, refiriéndose al desarrollo integral de la sociedad afirma: “la productividad es un elemento esencial en el proceso del desarrollo económico y tiene que ser visto dentro del modelo socioeconómico en el cual opera. No es el desarrollo de las cosas; es el desarrollo de la gente y su potencial y capacidades de innovación y creatividad para ser y autosuficientes”.

A nivel de la sociedad en general, difícilmente la región será competitiva si cada miembro de la sociedad no interioriza y muestra una actitud positiva que trascienda en una cultura competitiva: ser eficientes, puntuales, honestos, optimistas, alegres, comprometidos; son elementos también necesarios para la competitividad de las regiones. Las oportunidades de desarrollo están estrechamente ligadas o relacionadas con la ACTITUD y APTITUD de su población.

La actitud y la aptitud de la gente son cruciales para el desarrollo de cualquier ciudad. En el caso de Santa Marta, una actitud y una aptitud positiva hacia el desarrollo son esenciales para impulsar la ciudad. Una evaluación de la actitud y aptitud actuales de los habitantes de Santa Marta revela una mezcla de percepciones positivas y negativas hacia el desarrollo. Por un lado, algunos ciudadanos están entusiasmados con el progreso y están dispuestos a participar en iniciativas que promuevan el desarrollo. Por otro lado, otros se resisten al cambio y su actitud negativa hacia el desarrollo obstaculiza el progreso. Para fomentar una actitud positiva y la aptitud para el desarrollo, es necesario aplicar estrategias que generen confianza y que promuevan la educación y la concientización sobre los beneficios del desarrollo. Esto incluye iniciativas que fomenten la participación ciudadana, proporcionen programas de formación y ofrezcan incentivos a quienes contribuyan a los proyectos de desarrollo. Fomentando una actitud y aptitud positivas hacia el desarrollo, Santa Marta puede alcanzar todo su potencial y convertirse en una ciudad próspera.

Lo anteriormente expuesto nos debe llevar a la siguiente reflexión: particularmente, para Santa Marta y el Magdalena, no será suficiente con dar solución a problemas estructurales y complejos como el de los servicios públicos domiciliarios, o con construir infraestructura física y social, o con una acertada organización y gestión de las empresas, entre otros factores fundamentales para ser competitivos. Se necesitan cambios drásticos, actitudinales y de estrategia para poner en valor y sacar mejor provecho de las ventajas comparativas volviéndolas competitivas. El gran desafío para los magdalenenses es un verdadero y sincero cambio de actitud, pasar de la confrontación y la crítica destructiva a la constructiva, arropando unidos unos claros e inaplazables propósitos superiores de ciudad-región, que estén por encima de las diferencias políticas, económicas o personales, como sujetos responsables de la suerte de una sociedad inmersa en un rezago tecnológico y económico, y agobiada por una generalizada y extrema pobreza.

La competitividad de nuestra Región también es cuestión de actitud, y solo con la disposición y voluntad de su gente, venciendo los egos e individualismos, se podrá detonar un sostenido crecimiento y desarrollo económico.