Columnistas
El Distrito turístico, cultural e histórico que queremos (I)
Por: Rubén Darío Ceballos Mendoza
Claro es a todas luces, que la cada vez más creciente y sostenida urbanización a nivel global nos obliga a repensar papel, diseño y perspectivas de las ciudades que habitamos, en la verdad que planificadas llevan a vivir mejor; de ahí que debamos preguntarnos, cómo lo hacen expertos urbanistas universales, ¿Qué tipo de espacio queremos para que se desarrolle nuestra vida y la de nuestros hijos? ¿Cómo queremos interactuar con las autoridades locales? ¿Qué tipo de municipio queremos tener? ¿Cómo logramos una ciudad amigable con todas las personas y que atienda las múltiples necesidades de los distintos ciudadanos?
Lo evidente es que no requiere lo mismo un niño que un jubilado, ni una persona que anda sola por la calle que otra que circula con niños o personas que necesitan ayuda. Dentro de esa observancia, a las ciudades también les aparece la perspectiva de género, la mirada femenil sobre las propias necesidades, que incluye mayor seguridad, espacios para habitar en comunidad y calles que sean fáciles de transitar con carritos para bebés o de compras, porque aunque los papeles domésticos tienden a estar repartidos cada vez más de forma equitativa, la realidad es que aún siguen en su mayoría a cargo de mujeres.
Interesa en consecuencia, reflexionar sobre estos temas, pues el valor de planificar para vivir mejor es imperiosa necesidad que requiere generar nuevas ideas y acciones que transformen los espacios que habitamos y hacerlos más sustentables, comunitarios y mayormente humanos; importando hablar de ciudades y gobiernos locales en concepción e ideación desde la investigación, la academia y la experiencia, en el entendido que los niveles locales de gobierno tiene un poder de transformación superlativo si las gestiones logran cumplir sus objetivos; en la certeza que nada es más palpable ni genera más impacto positivo que una política pública local bien lograda y superiormente aplicada.
Es ver la ciudad desde una realidad fáctica, experiencia empírica, de vida y desde la particularidad de las formaciones, convencidos que los grandes retos y desafíos que atraviesa la humanidad representan una enorme responsabilidad para las ciudades y los gobiernos locales.
Los países no han podido obtener grandes logros ni avances significativos en problemas sociales y económicos de raigambre territorial. La globalización redefinió las fronteras y muchas de las decisiones que toman no logran un impacto homogéneo en su territorio, siendo indispensable articular políticas con los niveles locales de Gobierno. Es unirnos en torno a una agenda común para combatir la pobreza como prioridad, pues las diferencias e inequidades son evidentes y apuntan su mirada hacia las ciudades y gobiernos locales para combatirlas, ya que si logramos que desde lo local podamos velar por tener sociedades más justas, herramientas para lograrlo y trabajar juntos, conseguiremos los que los países no han conseguido.