Connect with us

Columnistas

Lo innecesario que no estorbe

Published

on

Por: Saúl Alfonso Herrera Henríquez

Necesitamos como comunidad, como pueblo, transegar por caminos de corrección, de lo contrario, perderemos todos. No se trata de hacer parte o estar inmersos en militancias o partidos. No. Sino de actuar tras lo mejor y superior con carácter y con total libertad de criterio, para que la razón se soporte en principios, valores y no en hechos ni moldes. De ahí que escucharlos a todos debe ser obligación, como también esforzarse por entender motivos y razones para comprender la jerarquía de los valores, a fin qué la cultura democrática no flaquee y menos aún, desaparezca.

No se trata de hacerle el juego a lo negativo, sino ir tras verdades y esperanzas, así como debe entenderse que una democracia demanda esfuerzos, gigantes,  diversos, continuos, y por tanto, conocer a profundidad coincidencias y discrepancias, mismas que nos hagan recapacitar sobre las desviaciones que surgen y sobre la necesidad de revalorar la democracia, en dirección y desde un propio pensamiento, definir los rumbos mejores como su anclaje central.

Debemos, pensando en barrio, comuna, localidad, municipio, departamento, región y país, tener siempre la esperanza de un mejor porvenir, donde echen raíces los intereses superiores de la comunidad, sin populismos, autoritarismos, demagogia y desgobiernos, lo que nada tiene que ver con una administración pública genuina ni auténtica, razón por la que no deba ni tenga que estar en juego lo ideológico, sino la defensa de nuestras libertades, ya que en territorios como el nuestro, lleno de inequidades y desigualdades crecientes, avidez hay de revisiones y reformas profundas, serias, posibles factibles y probables, lo mismo que fortalecernos en la defensa de las minorías, por lo que un buen y real elegir es vital para nuestra democracia, de ahí que no podamos equivocarnos, ya que nuestras ciudades, departamentos, regiones y país así lo requieren.

Es el momento que como sociedad veamos un mejor porvenir, desterremos las falencias, acabemos la muy absurda violencia que vivimos; y, entendamos de paso, que no es aún demasiado tarde para buscar una solución viable a los muchos problemas que acusamos. Falencias muchas atraviesan el país, mismas que en ocasiones se convierten en principales consumos informativos que la gente encuentra, deséenlo o no. Esa es la realidad del país una relación de la sociedad con los desaciertos, que afectan, sufrimiento generan y se manifiestan desde lo burlesco a través de diversas expresiones culturales y sociales que desafortunada y olímpicamente vemos en todas partes, pero que es algo de cuidado, puesto que son graves síntomas de un fenómeno más amplio.

Pareciera que las raíces de nuestros problemas están profundamente incrustadas en la historia, la política, la economía y la cultura del país. Sus tentáculos provienen de los malos gobiernos, de la falta de oportunidades, de la pobreza y la corrupción que ha permeado muchos niveles de la administración y la justicia; cuando debemos ser un país de sueños y esperanzas, donde no haya más frustraciones por la falta de oportunidades y una educación limitada en calidad. El camino de la patria debe estar construido con opciones y alternativas atractivas, en lo que ayudaría sustancialmente cambios estructurales profundos que aborden las raíces de nuestros problemas.