Columnistas
La ‘Atlantización’ de la Política Samaria y Magdalenense y la Incursión de la Vieja Clase Parapolítica
Por: Verónica Meléndez
Titulares de la prensa nacional como “capturado ex Representante”, “Las mafias de la parapolítica lanzan a sus hijos a la arena política”, “Herederos de la parapolítica se perpetúan en el Magdalena”, “Escándalo de la Parapolítica completó 51 Congresistas involucrados y 29 presos, transformaron la forma de hacer política en Santa Marta y el Magdalena. Las altas tasas de abstencionismo durante los últimos años así lo demuestran. Primero se vivió la bonanza marimbera, donde las familias llamadas ‘tradicionales’, ex rémoras de empresas multinacionales, vieron una forma de sobrevivir económicamente ante la caída de muchas de estas empresas.
El declive de la marimba y la llegada del paramilitarismo a la región permitió a dichas familias, cual camaleones, adaptarse a las nuevas circunstancias económicas, políticas y militares. Las “familias tradicionales”, vinculadas desde la Colonia al manejo del Estado, vieron en las Autodefensas Unidas de Colombia unos posibles aliados para perpetuarse en el poder; de igual manera, las A.U.C. pensaron que una alianza con grupos políticos del país y de la región Caribe era indispensable para consolidar su proyecto político-criminal.
Las A.U.C. pusieron y quitaron candidatos en Santa Marta y el Magdalena; prueba de ello son las múltiples condenas del Tribunal Superior de Bogotá y la Corte Suprema de Justicia. Magdalena ocupa el vergonzoso primer puesto con el mayor número de congresistas y funcionarios públicos involucrados en el escándalo de la parapolítica con los nombres de Miguel Pinedo Vidal, Alfonso Campo Escobar, José Gnecco Cerchar, Luis Eduardo Vives, Trino Luna Correa, Karelly Lara Vence, Jorge Luis Caballero, entre otros. Tanto así que en la Cárcel La Picota, de Bogotá, se llegó a llamar “el barrio samario” al pequeño pabellón donde éstos se encontraban recluidos.
La falta de legitimidad en la política samaria y Magdalenense elevó de forma dramática las tasas de abstención electoral. Personas que por miedo no querían saber nada de política y mucho menos de procesos electorales, y cuando no, el paramilitarismo imponía candidatos únicos para ciertos cargos públicos, tal como ocurrió con el caso de Trino Luna Correa para la Gobernación del Magdalena. Con este panorama tan oscuro con alianzas con grupos armados al margen de la ley, corrupción galopante e incapacidad administrativa, los atlanticenses, con su ‘nuevo’ poder económico y político, se dieron cuenta de que era hora de colonizar lo que los políticos magdalenenses habían abandonado de forma abrupta debido a las condenas de la Corte Constitucional. Así, se observa en la actualidad a los Char haciendo política en la región magdalenense cual Pedro por su casa (cuentan con Ministra de Transporte, la abogada Natalia Abello Vives); de igual forma, políticos del Atlántico como José David Name Cardozo, del clan de los Name en Barranquilla y el Atlántico, de quien se dice apadrina a Aristides Herrera; y al Senador Miguel Amín Escaf, aliado, presuntamente, con el ‘Chofo’ Gómez; estos políticos atlanticenses hoy le apuestan al Magdalena como una forma de cooptar votos para aumentar su poderío económico-político.
Con la intención verídica de expandir el territorio electoral por parte de los atlanticenses, y contrario a lo que uno creería, no se han acabado las épocas en que quien quería hacer política debía ir a pedirla “la bendición” a Miguel Pinedo Vidal y a la familia Diazgranados, el primero condenado por el escándalo de la parapolítica y varios de los segundos cuestionados por alianzas con grupos paramilitares y por narcotráfico.
Lo cierto es que el poder electoral de los Char, los Name, los Amín y otros atlanticenses se está expandiendo hacia el Magdalena ante el descrédito de las familias tradicionales que ostentaron el poder por poco más de un siglo y que fueron desgastándose ante la corrupción, la ineptitud administrativa, la poca visión de futuro, la no resolución de los problemas de las poblaciones vulnerables y las alianzas recientes con las Autodefensas Unidas de Colombia, la gota que llenó la copa.
Como observarán los lectores, no se trata, por lo tanto, de una conspiración de los “interioranos” contra los Magdalenenses, ni se trata de una conspiración de la Corte Suprema de Justicia y de ciertos Tribunales y Jueces de la República cuando condenaron a buena parte de nuestra representación política en el Parlamento colombiano y los cargos más importantes de elección popular en el Magdalena. Todo parece indicar que estos políticos han emprendido una nueva cruzada para retomar los cargos públicos más importantes, desprestigiar a las autoridades judiciales que tuvieron el valor de encarcelarlos y de seguir engañando demagógicamente a los sectores populares de la capital y el Departamento del Magdalena. Sin embargo, la ciudadanía no puede olvidarse de la atroz experiencia que padecimos y del desprestigio nacional del que fuimos objeto por el comportamiento delincuencial de unos cuantos políticos de turno.
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