Edición Especial
Panorama del Siglo XIX
Grandes revoluciones que cambiaron el mundo
Opinión Caribe como medio periodístico hace un recorrido a través de la historia del departamento del Magdalena para dar a conocer detalles de uno de los capítulos más controversiales de Colombia, la Zona Bananera o Bonanza del oro verde, que será contada a partir de esta edición y en las entregas siguientes.
[Leer introducción del especial: «Magdalena, enclave bananero»]
Inicia con una mirada universal basada en la inestabilidad del mundo a principios de siglo, puesto que la modernidad se agota, se muere y lo que occidente había prometido a la humanidad, el dominio de su destino y la emancipación a través del conocimiento, la economía o la historia, ya no es creíble.
Hay una desmaterialización de las informaciones, las distancias y velocidades, los cambios de nociones, los desplazamientos y la disolución de todos los signos tradicionales de reconocimiento.
La raíz de la historia de la Zona Bananera parte, entonces, de la necesidad de encontrar a nuevos derroteros de un mundo desmesurado donde ya no hay límites, de una posible expansión de la condición humana y empresarial a como dé lugar.
EL MUNDO EN EL SIGLO XIX
Mientras en Colombia a principios del siglo XIX pasaban ciertos cambios de orden político, territorial y económico, entre estos sucesos, la ‘Guerra de los mil días’ (1899-1902) como reacción al gobierno Conservador durante la presidencia de Manuel Antonio Sanclemente y José Manuel Marroquín, que conllevó a la quiebra del país y el interés de Estados Unidos que logró la separación de Panamá en 1903, el mundo vivía sus propias revoluciones.
En el siglo XVIII y XIX acontecían transformaciones radicales en el mundo, cuyo desarrollo y consecuencias perdurarían hasta estos tiempos. Entre los eventos más significativos se encuentra la Revolución Francesa y sus consecuencias en el plano social y político; la Ilustración en cuanto al conocimiento y concepción del hombre y la sociedad; y, la Revolución Industrial, asociada al surgimiento del capitalismo y socialismo.
[Leer nota: «Menos política, más administración, el legado de Rafael Reyes«]
REVOLUCIÓN FRANCESA
Por su parte, la Revolución Francesa fue el cambio político más importante a finales del siglo XVIII, no solo para Francia, sino que sirvió de ejemplo para los demás países, puesto que se desataron conflictos sociales similares, en contra de un régimen anacrónico y opresor, como era la monarquía.
Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias sobre los privilegios de la nobleza feudal y del Estado absolutista, que demandaba mucho dinero puesto que existía un gran número de funcionarios en el gobierno que buscaba su propio beneficio, y además, se debía mantener un gran ejército francés permanente.
Por tanto, durante el reinado de Luís XIV (1643-1715), el poder del rey y de la nobleza era la base del régimen y, aunque el Estado se encontraba en una situación económica precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luís XV (bisnieto de Luís XIV) y que tocó fondo durante el reinado de Luís XVI, a quien llamaban el buen Luís, la corte vivía rodeada de lujos.
Historiadores aseguran, que los gastos militares y un lustro de malas cosechas agravaron la situación y la población convivía en la miseria, mientras el despilfarro del rey y la nobleza continuaban como si nada, además, que el ‘buen Luís’ se negó a realizar cualquier tipo de reforma y, por lo contrario, defendió a la aristocracia frente a sus súbditos.
Aunque algunos ministros de Hacienda intentaron encontrarle solución a la crisis, sus medidas solo complicaron más la situación. Conjuntamente, y como si fuese poco, nuevos problemas se le sumaron a este conflicto, puesto que la monarquía tuvo que endeudarse mucho más para enviar tropas a América del Norte y defender sus posiciones territoriales, ante el avance del gobierno inglés, en la guerra de los Estados Unidos.
Es importante mencionar que, en ese entonces, la sociedad estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados, en donde el primer estado era la iglesia y sumaba unas 120 mil personas, poseía el 10 % de las guerras de Francia y no pagaba sus impuestos. Asimismo, recibía de los campesinos el “diezmo”, es decir, la décima parte del producto de sus cosechas y solo la iglesia estaba autorizada para legalizar casamientos, nacimientos y defunciones, además de tener la educación en sus manos.
El segundo estado era la nobleza integrada por unas 35 mil personas, quienes ocupaban todos los cargos públicos y eran los dueños del 30 % de las tierras, sobre todo, que estaban exentos de la mayoría de los impuestos franceses.
Y, el tercer Estado comprendía al 98 % de la población y su composición era muy variada, pero carecía de poder y decisión política, pagaba impuestos y no tenía ningún derecho.
Viendo la situación económica tan difícil que se asomaba, la nobleza exigió que se llamara a Estados Generales, para el tratamiento de una ley de impuestos. Cuando se reunieron en los Estados Generales (1789), la situación de Francia estaba sumamente comprometida, por tanto, la burguesía tomó control de la situación, pues anteriormente el clero y la nobleza pertenecían a un estamento privilegiado y superaban en número a la burguesía.
Entonces, el tercer estamento comenzó a sesionar como Asamblea Nacional y, el 14 de julio de 1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado por la nobleza, los campesinos, quienes, en medio de una agitada multitud revolucionada formada por hombres y mujeres, saturados de injusticias y hambre, y se dirigieron violentamente a La Bastilla, símbolo del régimen absolutista, que funcionaba como cárcel de los opositores al sistema de gobierno y la toman por la fuerza.
Paralelamente, se producía en las zonas rurales levantamientos de los campesinos contra los feudales, los cuales fueron saqueados y cuyo movimiento social por la justicia y fraternidad de los hombres, se le conoce como el Gran Miedo.
La Asamblea Nacional estaba formada por la burguesía, que inicialmente que estaba dividida por la alta burguesía -banqueros, financistas, comerciantes, propietarios- y en la baja burguesía formada por los profesionales, pequeños comerciantes y dueños de talleres.
Los diputados de la asamblea decidieron eliminar entonces los privilegios de la nobleza, por tanto, se les obligó a pagar impuestos y se eliminó el diezmo a la iglesia. Pocos días después dictó la Declaración de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, la cual se transformó en la síntesis de las ideas revolucionarias, basadas en tres banderas: igualdad, fraternidad y libertad, pues les interesaba la libertad para comerciar, la defensa de la propiedad privada y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
El 3 de septiembre de 1789, se proclamó, además, la Constitución de carácter moderado, en donde la alta burguesía logró prevalecer sus ideales y dejó a cargo del poder ejecutivo al rey Luís XVI; el poder legislativo, lo ejerció una asamblea formada por la burguesía; y, el poder judicial, compuesta por jueces electos.
También se estableció que solo podrían votar los que pagaban ciertos impuestos, dejando ciertas limitantes a la nobleza, lo que les motivó a buscar alianzas y apoyo de otros países con gobiernos absolutistas y de paso intentar evitar que esos movimientos de expandieran, por consiguiente, no encontraron otra solución que la guerra.
Países como Austria y Prusia atacaron a los franceses y lograron contenerlos, pero los cuidados que tuvieron los países limítrofes con Luís XVI hicieron evidente la alianza que existía entre él y la intervención extranjera, por lo que el pueblo francés destronó al rey y lo decapitó. Luego, ejecutaron a su mujer, María Antonieta, y la Asamblea Nacional fue desplazada y un nuevo cuerpo de representantes reunidos en una Convención, comenzó a dirigir el nuevo gobierno republicano, liderado por la baja burguesía.
CAMBIOS DE MAYOR TRASCENDENCIA
• Los representantes podrían ser elegidos mediante sufragio universal, que permitió mayor participación de sectores humildes y populares, llamados sansculottes (sin calzones).
• Los jacobinos lograron el control de la Convención y en el plano interior debió combatir la aristocracia y terminar con la resistencia que se oponía a la nueva forma de gobierno.
• En 1793 se creó una institución destinada a establecer un rígido control de los opositores y castigarlos duramente y aplicar la pena de muerte a todos aquellos que no apoyaban el sistema de gobierno republicano. Este instrumento fue dirigido en persona por Robespierre, quien a través del miedo dominó a sus opositores. Se llama El terror revolucionario.
LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
la Revolución Industrial fue un periodo histórico comprendido entre la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX, en el que el Reino Unido y el resto de Europa continental sufren un conjunto de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la historia de la humanidad, pues la economía basada en el trabajo manual desde el periodo Neolítico, fue reemplazada sustancialmente por otra dominada por la industria y la manufactura.
Con esta nueva economía en que se mecanizó las industrias textiles y el desarrollo de los procesos del hierro, la expansión comercial fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes y más adelante por el nacimiento del ferrocarril. De igual manera, la producción y desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la manufactura en otras industrias.
Entre las causas de la Revolución Industrial se destacan las demográficas, agrícolas y la mejora de nuevas vías de comunicación y tecnologías. Algunos historiadores la contemplan como el momento en el que se dejaron atrás los cambios sociales e institucionales surgidos con el fin de la etapa feudal británica después de la Guerra Civil Inglesa en el siglo XVII.
La revolución agrícola británica impulsó, además, un movimiento migratorio desde el campo a las ciudades, porque la ocupación de labores agrícolas disminuyó, mientras crecía la demanda de trabajo en las ciudades, así como un nuevo desarrollo en las fábricas.
Además de la innovación de la maquinaria, la cadena de montaje contribuyó mucho en la eficiencia de las fábricas, pues las máquinas se aplicaron a los transportes y a la comunicación iniciando una enorme transformación. También hubo adelantos en medicina y en la higiene, que favoreció el crecimiento de la población.
Esta primera revolución se caracterizó por un cambio en los instrumentos de trabajo de tipo artesanal por la máquina de vapor, movida por la energía del carbón. La máquina exige individuos más cualificados, produce una reducción en el número de personas empleadas, arrojando de manera incesante masas de obreros de un ramo de la producción a otra. Especialmente del campo a la ciudad.
QUÉ PASABA EN AMÉRICA
Durante el siglo XIX, los Estados Unidos de América cumplía una labor importante de anexar territorio, como sucedió con Louisiana Francesa, tierra de la margen derecha del río Mississipi, que fue adquirida a Napoleón Bonaparte en 1803. También la Florida fue comprada a España en 1819 y desde 1836 se creó una conspiración para que Texas dejase de pertenecer a México, lo que fue una realidad en 1845 cuando los mexicanos firmaron un tratado de rendición y en 1848 entregaron la península de California, y la renegociación de límites entre los dos países dejó a Gasden dentro del mapa norteamericano de 1853.
Por su parte, Cuba se encontraba en guerra contra el régimen español y a finales del siglo XIX produjo que los Estados Unidos emprendiera la Campaña de Santiago de Cuba y la toma de la bahía de Guantanamo en 1898.
Ese mismo año, la isla de Puerto Rico fue ocupada por los estadounidenses hasta que en 1901 se expidió la Ley Foraker, donde se creó la ciudadanía puertorriqueña y que organizó un gobierno claro y preciso, que además permitía al presidente de los Estados Unidos nombrar al gobernador de la isla. Luego, la Ley Jones extendió la ciudadanía estadounidense a todos los boricuas.
Fue así como poco a poco los puntos estratégicos del Caribe fueron tomados por posición por los norteamericanos y, en 1850, se construyó un Ferrocarril interoceánico que, según relatan historiadores, permitió conectar a la costa este de los Estados Unidos con las minas de oro de California en el lejano oeste.
Y es que a mediados del siglo XIX era fácil tomar un vapor desde Nueva York con destino a Puerto de Colón, para luego subir al Ferrocarril interoceánico de Panamá que recorría tan solo 75 kilómetros para arribar al puerto de Balboa en el Pacifico, y después remontar el océano para llegar hasta San Francisco, que era el lugar de destino de miles de buscadores de oro e inversionistas, que desde el hallazgo de la primera mina de oro en Coloma (1848) hicieron de California un territorio de lucro rápido.
[Leer nota: «Economía y sociedad en Santa Marta en el siglo XIX«]
COLOMBIA SE QUEDA SIN PANAMÁ
Luego de la Guerra de los mil días, Colombia pierde a la Provincia de Panamá (1903), pues este acto estaba cobijado bajo dos estrategias de los Estados Unidos: la primera, que tenía que ver con el fortalecimiento de la fuerza armada para permitir a los ejércitos de las fronteras de países vecinos entrar por ese sector y, la segunda, el desarrollo de una política exterior que lograra penetrar a las capas sociales más altas en cuyos países existían intereses particulares.
Lo anterior, queda evidenciado cuando en 1823, el presidente Jaime Monroe proclamó ante el Congreso de los Estados Unidos una “doctrina” por medio de la cual convertía a su país en el protector de todas las naciones americanas, evitando así futuras incursiones militares de las naciones europeas.
Fue así como Estados Unidos, para 1914, ya había ampliado al máximo sus ocupaciones en tierra firme y se preparaba para consolidar su presencia en la isla del Caribe y del Pacifico.
CÓMO INICIÓ LA CONSTRUCCIÓN DEL CANAL
El 3 de noviembre de 1903 fue declarada la independencia de Panamá con Colombia y al año se inició bajo los auspicios del expresidente Theodore Roosevelt (1858-1919), la construcción de las esclusas hidráulicas gigantes en una topografía extremadamente difícil, por la misma vía de las obras precursoras del francés Ferdinand de Lesseps (1805-1894), quien intentó imitar el modelo que lo había llevado al éxito en Suez diez años antes, pero que, esta vez, por causa de una mala gestión, los deslizamientos de tierra, las fuertes lluvias tropicales y la muerte de miles de sus trabajadores por fiebre amarilla o accidentes, tuvo que declararse en bancarrota en 1888.
Así, una vez los franceses liquidaron la Compagnie Universelle du Canal Interocéanique de Panamá en 1889, los norteamericanos los relevaron en una posición que ya estos habían ocupado antes, cuando construyeron el ferrocarril interoceánico.
Por tanto, en 1904, los Estados Unidos compraron en 42 millones de dólares los intereses franceses en Panamá. Estos antecedentes ponen en evidencia los intereses que giraron alrededor de la construcción de este canal y la forma en que esta obra influyó el comercio y la industria marítima de varios países de la región.
Y es que para los norteamericanos el fracaso de los franceses representó una buena oportunidad y aunque sortearon vicisitudes parecidas, lograron soluciones técnicas más sensatas, al optar por esclusas en vez de traspasar directamente por las montañas y selvas del istmo. El trasfondo ideológico para la construcción del canal tenía mucho que ver con la voluntad de acrecentar el poderío naval en el contexto del imperialismo de la época.
Cabe resaltar que, con la construcción del Canal, los Estados Unidos infringieron el tratado de Clayton-Bulwer de 1850 con Gran Bretaña, documento que establecía la necesidad de un consentimiento mutuo a la hora de construir un paso interoceánico en Centro América. Por tanto, el tratado perdió vigencia cuando en 1901 se firmó el acuerdo Hay-Pauncefote a favor de los Estados Unidos para que realizara la obra en el punto que más le conviniera de Panamá.
La apertura del canal en 1914, donde el vapor Ancón realizó el primer transito oficial, coincidió con el inicio de la Gran Guerra, pero su importancia militar nunca fue mayor, pues el canal no fue escenario relevante de operaciones militares, ni fue decisivo en las batallas en Europa o el Atlántico, a pesar de haber sido equipado con modernas fortificaciones de defensa.
Por lo contrario, en los primeros años de existencia de lo que es hoy la segunda vía interoceánica más importante del mundo -después del Canal de Suez, en Egipto-, su relevancia en las batallas navales fue mínima y su principal uso fue comercial, por lo que se dice que fue subutilizado y tuvo una serie de deslizamientos de tierra que lo harían inútil.
También hubo huelgas de los trabajadores de las instalaciones del canal en 1916 y 1917, que impedían el paso de los barcos. De tal manera, que el canal solo surgía como un elemento central de la estrategia marítima de los Estado Unidos en el Pacífico en el periodo de entreguerras (1919-1939).
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