Columnistas
Las torturas llegaron a Santa Marta, pero por agentes del Estado
Por: Ariel Alberto Quiroga Vides.
Es bien sabido que en la carrera del Derecho muchas cosas turbias pueden pasar, sin embargo, quienes fuimos educados con un alto grado de humanismo, andamos por los pasillos de la vida laboral, pensando y esperando que nuestras contra partes actúen también con lealtad y bajo el marco de la legalidad o por lo menos del entendimiento, no obstante, con mucho pesar informo que esa candidez ha sido rasgada.
El 02 de octubre del año 2020, me dirigí a la Estación de Policía del Rodadero, para visitar a dos clientes que se encuentran privados de la libertad, esto con el fin de seguir brindándoles asesoría jurídica, al llegar, siendo las 9:00 o 9:30 am aproximadamente, los agentes de policía presentes, me informaron que uno de mis defendidos habia sido llevado a una audiencia en el Edificio Galaxia, por lo cual me mostré sorprendido y molesto, toda vez que esas diligencias deben ser notificadas con anticipación al defensor del procesado. Inmediatamente me dirigí al tercer piso del edificio mencionado, (es ahí donde se están realizando las audiencias) y pregunté si se estaba efectuando alguna audiencia, ante ello, el portero manifestó que sí, y me permitió entrar a la sala respectiva, sin embargo ninguna de las personas allí presentes era a quien buscaba.
Un poco más molesto y preocupado por la seguridad de mí poderdante, decidí llamar al fiscal del caso, y al comentarle lo sucedido se mostró sorprendido y preocupado, pues manifestó no saber de qué le estaba hablando, pues esa carpeta acababa de llegar a su despacho y el aún no la había revisado, debo manifestar que el señor fiscal probablemente no tenga nada que ver lo que aquí denuncio, pues su fama es de hombre probo.
Inmediatamente, me devolví a la Estación de Policía de Rodadero y en un tono más airado exigí que trajeran a mi cliente, pues era mentira que se lo habían llevado a una audiencia, debo reconocer que no llegué amablemente y que alcé la voz ¿pero quién no se sale de sus casillas al verificar que uno de sus clientes está en peligro? Hay que ser muy pecho frio para tomar una posición tranquila ante tamaña violación a los Derechos Humanos.
Los agentes de policía con actitud nerviosa empezaron a realizar llamadas aquí y allá, y 20 minutos después, observo que de una camioneta blanca bajan esposado a mi muchacho, quien al verme, se dirigió rápidamente a donde me encontraba, y con voz nerviosa y ojos llorosos me dijo tratando de manejar el tono “no deje que me vuelvan a sacar así por favor”.
Solicité que me permitieran hablar con el joven unos minutos a solas, y en ese corto momento, me dijo “Doctor me llevaron engañado, disque para una audiencia, y me subieron al quinto piso del edificio Galaxia, ahí en una habitación, empezaron a presionarme, a decirme que hablara, que dijera todo, me mostraban fotografías de gente muerta en estado de descomposición, que hablara o me iba peor, que ellos tenían el poder de llegar a la fiscalía para que me ayudaran con mi caso, pero que hablara, doctor la verdad estoy muy asustado, pensé que me iban a matar porque me alzaban la voz y me hacían mirar esas fotos horribles, pero yo no tenía idea de que me estaban hablando”.
Lo descrito por mi cliente es de la más alta gravedad constitucional, pues si el Estado colombiano es capaz de sacar a alguien de la cárcel sin orden judicial y sin presencia de su abogado, es capaz de lo que sea. Las conductas descritas han trasgredido lo dispuesto por el artículo 29 superior y el 282 del Código de Procedimiento Penal, que en síntesis demanda que los procesados solo rendirán declaraciones en presencia de su abogado y si el mismo lo solicita, además de lo dispuesto por la Convención contra la tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes, la cual fue ratificada por Colombia a través de la Ley 70 de 1984.
Hago un enérgico llamado a la Procuraduría General de la Nación, a la Defensoría del Pueblo y a organizaciones protectoras de Derechos Humanos en establecimiento carcelario, para que juntos detengamos estas violaciones propias de Estados autoritarios y populistas.
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