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Santa Marta: Más pruebas, menos miedo

Por: Wesley Campo
Santa Marta se ha convertido en la sexta ciudad con mayor incidencia de VIH en Colombia con 43.8 casos por cada 100.000 habitantes. No es estadística fría, por el contrario, es un llamado a la urgencia. El mundo avanza cada vez más en la prevención y tratamiento, pero en nuestra ciudad hay algo que falta. En este caso la pregunta se extiende mucho más allá del por qué estamos así; el verdadero cuestionamiento está encaminado a las acciones a tomar, más allá de las evidentes, para poder frenar estas cifras. La lucha constante contra el virus de inmunodeficiencia humana no se circunscribe solo a los números, sino de vidas humanas, familias afectadas por el desconocimiento, acceso a salud y estigma social.
El aumento de los casos de VIH en Santa Marta no es casualidad (pocas cosas en salud lo son). Es un reflejo de un problema estructural que ha sido ignorado por demasiado tiempo. La multiplicidad de factores han contribuido a esta crisis: falta de educación sexual integral en las instituciones educativas, miedo al diagnóstico, escasez de campañas de prevención efectivas y la gran persistencia de mitos que alejan a la población del acceso a la información confiable.
Las cifras no mienten. Santa Marta se encuentra en el top 10 de ciudades con mayor incidencia de VIH en el país, situación que debe encender todas las alarmas. A pesar de los avances hechos por la humanidad y por la comunidad científica en los tratamientos antirretrovirales que permiten a las personas con VIH llevar una vida plena y saludable, el estigma sigue siendo una barrera infranqueable. Muchas personas prefieren no hacerse una prueba por miedo a la discriminación, perpetuando así la transmisión del virus sin saberlo.
Uno de los mayores problemas asociados al VIH, es la carga de prejuicios que aún persiste en la sociedad. Existe una cantidad considerable de personas que todavía creen de manera equivoca que el VIH es una especie de pozo profundo sin salida, casi que un castigo o que solo afecta a cierto grupo poblacional. Estas creencias no solo son falsas, sino que generan miedo, exclusión y dificultad a todas las personas que quieren buscar ayuda a tiempo.
En otras ciudades del mundo se han implementado estrategias efectivas para reducir el estigma y mejorar el acceso a la información. Sin embargo, en Santa Marta todavía se habla en voz baja a un tema que debe dársele la cara como ciudad. La falta de diálogo abierto es peligrosa porque impide que la población comprenda que el VIH no distingue género, orientación sexual ni nivel socioeconómico. Cualquier samario de nacimiento o adoptivo puede estar en riesgo si no hay precauciones.
Hoy Santa Marta requiere un liderazgo comprometido con la salud pública, que promueva la educación sexual desde la infancia y garantice el acceso a preservativos, pruebas diagnósticas y tratamientos de manera gratuita y sin barreras. El VIH no debería ser una sentencia de muerte ni mucho menos un tabú. Es una condición de salud que, con lineamientos claros, tratamiento adecuado y el compromiso de la sociedad, se puede controlar y eventualmente erradicar como problema de salud pública.
El aumento de los casos no puede seguirse normalizando como si el problema fuera ajeno. Este es un llamado en una crisis que nos afecta a todos y requiere la acción inmediata de todas las autoridades sanitarias, instituciones educativas y la sociedad en general. La prevención no solo depende de las administraciones de turno, sino también de cada ciudadano que decide informarse, protegerse y educar a los que tiene a su alrededor.
Es el momento de implementar campañas de concienciación masivas, brindar el acceso fácil, combatir el estigma con información veraz y accesible. Las redes sociales, los medios de comunicación y las instituciones juegan un papel trascendental en transformar la narrativa sobre el VIH en Santa Marta. No podemos permitirnos seguir perdiendo vidas por culpa la invisibilidad.
¿Cuál es el siguiente paso? Santa Marta liderando el plan piloto más pruebas, menos miedo.
