Columnistas
El servilismo jurídico: Una tragedia para nuestra profesión

Por: Carlos Arteaga España
Hace varias décadas expresaba el jurista y escritor Ángel Osorio en su conocida obra el Alma De La Toga la necesidad de que el profesional del derecho conservara, como un atributo de carácter liberal su independencia de criterio y de conciencia en el ejercicio de la misma, y a renglón seguido advertía algunas circunstancias que minimizaban la misma, de las cuales tomare dos y adicionare otra que estos tiempos vienen mostrándonos.
En un Estado social derecho, casi todos los asuntos están reglados. El legislador colombiano es uno de los mas prolíficos en producción normativa quizás del mundo, hecho que genera el efecto contratario del esperado: Antinomias, incongruencias en algunas normas, ejercicio interpretativo vacilante, jurisprudencia incierta en muchos casos y en ultimas una seguridad jurídica precaria.
Nosotros somos una especie de casta sacerdotal que con entrenamiento de cinco años (5 años) terminamos manejando con mediana solvencia los códigos, acertijos y todo ese lenguaje críptico que a un ciudadano comunicorriente le puede resultar abrumador. He allí la enorme importancia de nuestro oficio.
Me permití esta digresión de los párrafos precedentes para advertir, que como una pandemia esta antigua profesión se ha venido colmando del servilismo en todas las instancias, renunciando al papel capital que otrora nos consagraba como faro de la sociedad, por un acontecer mayúsculo: La renuncia a la libertad. Llamó servil jurídico al abogado (indistintamente que sea servidor público) que renuncia a sus convicciones jurídicas y éticas para adoptar posiciones externas a su ser encaminadas a la complacencia de su superior jerárquicamente hablando, y en esa misma línea otro servilismo seria quien se esclaviza a sus pasiones ideológicas y se condensa en una especie de fanático. Ambos comportamientos repugnan a esta profesión de corte liberal.
Mi diagnostico de tan grave y angustiante patología moral y ética se puede encontrar como elemento causal en las siguientes expresiones:
Dependencia económica: La morosidad judicial creciente, la abundancia de abogados y una economía doméstica frágil ante la posibilidad de tener un vinculo contractual o alguna compensación económica subrepticia con una entidad estatal esta llevando al jurista a percibirse mas como un “trabajador incondicional “de su empleador que un letrado con criterio propio, de allí que busque por cualquier medio o redes sociales mediatizar su postura para compensar de alguna manera ese favor que le anula su libertad. En días pasados tuve oportunidad de compartir un café con un colega que tenía un concepto claro de la doble militancia y línea jurisprudencial del Consejo de Estado en la Sección Quinta. Me sorprendió enormemente que el aludido abogado, hoy tenia un criterio legal totalmente contario al que sostenían en la temporada navideña. Ya al final de la conversación me confeso su acercamiento a una fuerza política de la región. Entonces todo tenía sentido. Su criterio legal se prostituye al son de quien le muestre el cheque a fin de mes.
Casos como el del precitado colega pululan a granel, es mas la generalidad de los casos están permeados por esta pandemia: El servilismo, auspiciado por el “sálvese quien pueda”
El fanatismo ideológico: Si en el primer paso la servidumbre es de tipo económico, esta segunda es ideológica, política, racial. Tanto o más peligrosa que la precitada en párrafos precedentes, pues aquí el togado “tiene atrofiada la luz del entendimiento”. Su odio a la izquierda, o derecha será su faro a la hora de pensar, de suerte que cualquier injusticia si viene de su jefatura política o ideológica le resulta loable así constituya una afrenta contra los derechos y valores supremos de la humanidad. Se instala en su atalaya y desde allí con señalamiento severo descalifica de “ignorante” tinterillo “bruto” a otro colega que este en la posición contraria científicamente o profesionalmente hablando. Si el primero estaba guiado única y exclusivamente por el peculio, este es el inquisidor mayor ¡Cuando fracasa en un debate judicial sus flechas van directo a la rama judicial, la cual según este fanático es “vendida” a pesar de que las pruebas digan lo contrario !verbigracia Piensese en algunos juristas del Tercer Reich que construyeron un armazón legal que no resistía un análisis de juridicidad material simplemente para cumplir con los designios y locuras del Fuher Adolf Hitler , donde la vida , la dignidad humana, y la razón se sometían a una idelogia:El nacionalsocialismo(Nazismo).
La gratitud del togado y/o del servidor público. Viene aconteciendo en nuestra jurisprudencia y en algunos órganos de control un tema de enorme preocupación: Las sentencias se están volviendo predecibles de conformidad al juez o magistrado que le toque. No me refiero a la predictibilidad de los precedentes que sería lo deseable como una expresión de la seguridad jurídica y una aplicación uniforme de los fallos y sentencias. Me refiero aquella donde el magistrado o juez sube al cargo no por sus méritos, sino por sus “deudas” con el Senador, Diputado, el Presidente o cualquier político con capacidad y relaciones en la rama.
Una anécdota sirve para ilustrar este tema. En cierta ocasión sonaba con fuerza el nombre de un profesor constitucionalista antioqueño para ocupar una plaza como magistrado de la Corte Constitucional. Su círculo cercano le pidió suplicante que se trasladara a la capital de la república a realizar el Lobby para que su nombre quedara en ese reducido circulo de los 9 magistrados del mas alto tribunal en Colombia en temas de la norma suprema. El entonces jurista Carlos Gaviria Diaz declino a esa insana práctica, contraria a sus convicciones éticas y morales a las cuales se sometió a lo largo de se magistratura y su existencia ¡Cuánto extrañamos esos fallos rigurosos y provistos de una erudición incomparable y que convirtieron ese tribunal de entonces en modelo de rigor y progresismo judicial, en objeto de estudio en centros académicos de Latinoamérica y Europa!
Hoy la toga se ve decadente, y no se ocultan los ánimos y agendas políticas de quienes allí suben. Se disfraza de juridicidad la servidumbre de muchos togados en favor de causas políticas y algunos inclusive salen a medios reafirmar sus posturas.
En este escenario tendríamos que exclamar como Ciceron ¡Ho tempora o mores ¡(¡que tiempos, que costumbres ¡). El servilismo llego para quedarse en esta profesión y con ella su degradación, que puede ser un reflejo del momento histórico.
