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En el Magdalena hay menos de 50 hectáreas de cultivos de coca
A mediados de la época de los 60 se presentaron en Colombia los primeros registros de cultivos de marihuana en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, ubicada en el departamento del Magdalena, lo que da inicio a la denominada época ‘marimbera’ en el país, impulsada por grupos familiares partícipes de este hecho delictivo.
Según el libro ‘Lucha frontal contra el narcotráfico’ publicado por la Dirección de Antinarcóticos, en las décadas de los años 80 y 90 se detectaron los primeros núcleos de concentración de cultivos de arbusto de hoja de coca en los departamentos de Putumayo, Nariño, Meta y Guaviare, alcanzando una rápida expansión por todo el país patrocinado por grupos armados ilegales.
La diversidad de las condiciones térmicas y geográficas de los departamentos de Nariño, Cauca, Huila y Tolima, permitieron el nacimiento de otro cultivo ilícito, la amapola. No obstante, esta siembra no se presenta en mayor escala respecto al cultivo de hoja de coca, porque la amapola crece en terrenos con alturas superiores a los 2.000 metros.
Los trabajos de prevención y erradicación que tienen como finalidad consolidar un país libre de cultivos de coca, permitieron controlar esta actividad y poco a poco, disminuir los niveles de rentabilidad económica a los grupos armados ilegales involucrados en ella.
A pesar de ello, el anuncio hecho en junio del presente año, por la Oficina Nacional para la Política de Control de Drogas de los Estados Unidos donde señala que en el 2016 Colombia tenía 188 mil hectáreas sembradas con coca, encendió las alarmas.
Esta cifra se traduce en un incremento de más del 18% comparada con las que existían en Colombia durante el 2015, según el gobierno estadounidense, que era 159 mil hectáreas. Según el mismo informe, la producción de coca llega a 710 toneladas métricas, dato exorbitante si se contrasta con los resultados operativos que realiza la Fuerza Pública en el territorio nacional.
CULTIVOS EN EL MAGDALENA
OPINIÓN CARIBE consultó a la Dirección de Antinarcóticos de la Policía Nacional, la cual aseguró, que el departamento del Magdalena tiene actualmente 37 hectáreas de cultivos de coca distribuidos en Santa Marta y el municipio de Ciénaga.
La Policía señaló, que de acuerdo con el monitoreo de territorios afectados por cultivos ilícitos para el año 2016, el Magdalena hace parte de los seis departamentos que tienen menos de 50 hectáreas sembradas con coca y “están cerca de liberarse de los cultivos ilícitos”. Además, que en Colombia hay 146.139 hectáreas de cultivos de coca, siendo los departamentos de Putumayo, Nariño, Norte de Santander, Cauca, Caquetá, Antioquia, Meta, Guaviare los más afectados.
ERRADICACIÓN DE CULTIVOS
Las primeras actividades de erradicación fueron realizadas a mediados de los años 70 en los cultivos ilegales de marihuana., que se hacían de forma artesanal, sin recursos técnicos, mediante el corte de plantas a 10 centímetros del suelo.
A principios de la década de los 80 se empezaron a utilizar nuevos productos en la actividad de erradicación de cultivos ilícitos de marihuana, entre ellos, el herbicida conocido como Roundup.
Para el año de 1982 comenzaron las tareas de fumigación en la Sierra Nevada de Santa Marta con la utilización de helicópteros. Entre 1987 y 1992, teniendo mayor capacidad aeronáutica, se fortaleció la erradicación de cultivos lícitos con el herbicida glifosato.
Hoy se mantiene la erradicación manual que es liderada por campesinos o desmovilizados que hacen parte de programas ofrecidos por el Gobierno Nacional. A estas personas se les conoce como ‘pitufos’, debido a la facilidad que tienen de desenvolverse en los sitios donde hay cultivos ilícitos.
Así mismo, el Escuadrón Móvil de Carabineros que hace parte de la Dirección de Antinarcóticos apoya las labores de erradicación manual, especialmente en aquellos sitios en los que por diferentes circunstancias no pueden hacer la aspersión aérea.
En lo que va corrido del presente año se han erradicado 33.6 hectáreas de cultivos de coca en la región Caribe, de las cuales 5.0 eran del municipio de Santa Rosa del Sur en el departamento de Bolívar; 11.9 en el Copey y 8.0 en Pueblo Bello, Cesar; y un 8.7 en Santa Marta, Magdalena.
Además, se han incautado 37.894 kilogramos de cocaína; 19.533 kilogramos de marihuana; 2113 kilogramos de base de cocaína; 95 kilogramos de bazuco y 4 kilogramos de heroína.
Otras actividades de interdicción se llevan a cabo en Santa Marta y los municipios de Algarrobo, Aracataca, Ariguaní, Cerro de San Antonio, Chibolo, Ciénaga, Concordia, El Banco, El Piñón, El Retén, Fundación, Nueva Granada, Pedraza, Pijiño del Carmen, Pivijay, Plato, Pueblo Viejo, entre otros.
USO DE COCA EN INDÍGENAS
Lo que representan estas plantas para las tradiciones ancestrales de las comunidades indígenas en el mundo se respeta, pese a las restricciones y controles que se han implementado para controlar su comercialización. Cultos religiosos, recetas caseras, medicamentos y rituales espirituales son algunas de las actividades y utilidades que le dan las comunidades indígenas a la hoja de coca.
Según la investigación adelantada por estudiantes de la Universidad de Antioquia sobre los ‘Significados del consumo de sustancias psicoactivas en indígenas’, “en diversas culturas colombianas la hoja de coca es un símbolo del mencionado poder, pues es medicinal, porque es natural y buena para el cuerpo y espíritu, a diferencia de la cocaína cuyos componentes químicos son perjudiciales para el organismo.
La hoja de coca, y lo que hoy es cocaína, son dos cosas muy diferentes, hoja de coca […] la mayoría de indígenas en Colombia la utilizan como planta medicinal y una cosa muy diferente es la cocaína, que es el proceso que se realiza con una gran diversidad de ingredientes”.
LEGALIZACIÓN
El procurador Judicial Ambiental, Ramón Laborde, manifestó a OPINIÓN CARIBE que es legal que las comunidades indígenas hagan uso tradicional de la hoja de coca. Así está dispuesto en el Capítulo I de la Ley 30 de 1986 ‘Por la cual se adopta el Estatuto Nacional de Estupefacientes y se dictan otras
disposiciones’.
En el artículo 7. “El Consejo Nacional de Estupefacientes reglamentará los cultivos de plantas de las cuales se produzcan sustancias estupefacientes y el consumo de estas por parte de las poblaciones indígenas, de acuerdo con los usos y prácticas derivadas de su tradición y cultura”.
Sin embargo, Ramón Laborde aclaró, que “los cultivos de los indígenas cumplen unas características diferentes a los que son utilizados para el narcotráfico, no solo por su finalidad, sino por factores como su extensión y la forma en la que están ubicadas, que las convierten en pequeñas parcelas. En la Sierra Nevada no hay grandes cultivos en comparación con el Cauca, la Amazonia, donde realmente existe el potencial para hacer eso”.
Si bien es cierto que en el país han disminuido los cultivos de coca utilizados para la actividad ilícita, también hay que reconocer que no se puede atentar contra una tradición ancestral, en este caso, de los indígenas colombianos, quienes utilizan estas plantas como un recurso ‘sagrado’, sin caer en el vicio.
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